José Manuel González Aller, cronista de Honor del Parlamento de Canarias, nació en Sama de Langreo (Asturias) en 1921 y falleció en Santa Cruz de Tenerife en 2007.
Querido Pepe:
Unos días después de que el Parlamento de Canarias propusiese tu nombramiento como Cronista de Honor de la institución me pediste que dijera unas palabras en el acto en el que, de una forma totalmente merecida, se te iba a distinguir. Por problemas de tipo protocolario me fue imposible acceder a tu deseo. No importa. La vida te da segundas oportunidades. Me han llamado mis amigos de la Asociación de la Prensa de Santa Cruz de Tenerife para que exprese alguno de los recuerdos de todos los momentos en que estuve a tu lado, en los que aprendí tanto de ti. Esta es mi segunda oportunidad. Esto es lo que hubiera dicho, lo que digo ahora que tengo la ocasión.
Queridos amigos, distinguidas autoridades:
Nos hemos reunido hoy aquí, en este edificio en el que hemos pasado tantos buenos momentos para rendir homenaje a un buen amigo. Cuando digo amigo lo digo con mayúsculas. Amigo porque cuando cada mañana, cada día en que nos encontramos en estos sillones que dan entrada al salón en el que tantos plenos hemos vivido juntos, mi amigo Pepe, José Manuel González Aller, siempre me pregunta por mi vida, por mis cosas, por mis problemas, por mi trabajo. Te interesas por mí como hacen sólo los buenos amigos. Se te ha hecho entrega de un galardón que sólo tú mereces. Siempre quise ser un poco como has sido tú, mi querido amigo. Se te alegra la cara cada día cuando ves como pasan por delante de ti los diputados, el presidente del Gobierno o el titular de la Cámara Regional. Nunca un reproche. Nunca un mal gesto. Siempre una sonrisa y un guiño de admiración dirigidos a alguien que veinte años después de su jubilación forzosa sigue al pie del cañón.
Querido Pepe: Podría hablar de todas tus anécdotas, de tus contactos, de tu buen humor, de tu comprensión, de tantas cosas. Pero ahora sólo quiero que sepas que eres un buen amigo, de aquellos que tanta falta nos hacen cuando se nos van. Nunca te irás, siempre estarás a mi lado. Te admiro. Gracias por tantos buenos momentos.
…y hoy, cuando tu espíritu vive en otra dimensión, me queda tu recuerdo, me quedan tus palabras. Tus enseñanzas. Pepe, te echo de menos. Un fuerte abrazo. Hasta la vista.