Un nacionalismo que no acepta chantajes

2007 ha sido un año intenso, marcado, irremediablemente, por las elecciones autonómicas del 27 de mayo, antecedidas por una dura campaña electoral de la que dieron cumplida cuenta los medios de comunicación. Coalición Canaria concurrió a esta cita democrática con el convencimiento de ser la opción política más viable para Canarias; nos avalaban 14 años de gobiernos nacionalistas en los que el desarrollo de la Comunidad Autónoma ha sido un denominador común. Desde el momento en que Paulino Rivero fue nominado candidato a la Presidencia del Gobierno de Canarias, todos los nacionalistas trabajamos por un solo objetivo: conseguir que las Islas sigan avanzando para lograr ejecutar un ambicioso proyecto, la segunda modernización de Canarias.

Y esa fue la premisa que rigió a nuestro partido cuando llegó la hora de establecer los primeros contactos post electorales para conseguir formar un gobierno sólido y coherente para las Islas. Nuestro primer interlocutor fue el PSOE, vencedor de los comicios a pesar de que la suma de votos nacionalistas superó con creces los guarismos socialistas, pero la poca disponibilidad al diálogo de su candidato, Juan Fernando López Aguilar, hizo imposible alcanzar un acuerdo. No se pueden alcanzar consensos basados en amenazas y chantajes. Las conversaciones con el PP, en cambio, fueron largas aunque fructíferas, y han dado lugar a un gobierno cohesionado y que sigue un mismo camino: luchar por y para Canarias.

Los últimos meses han estado marcados por debates estériles y acusaciones de los socialistas sobre la capacidad de Coalición Canaria para gobernar la Comunidad Autónoma. Acusaciones que vienen de una persona que ni siquiera quiso dar los cien días de gracia al nuevo Ejecutivo y que dirige un partido, el PSOE, que no ha sido capaz de imponer a sus jefes de Ferraz aquellos proyectos imprescindibles para Canarias. Como ejemplo, basta citar la abortada reforma del Estatuto de Autonomía. Un texto que, al contrario de otras reformas, no ha salido adelante por la obcecación socialista, animada por su impotencia al quedarse fuera del Ejecutivo canario y haciendo ostentación de ese ánimo revanchista del que echa mano desde aquella noche del ya lejano 27 de mayo. El PSOE laminó reivindicaciones tan importantes como la denominación de Archipiélago, las competencias en nuestro mar o el blindaje de nuestro Régimen Económico y Fiscal (REF). La excusa para esto fue la reforma electoral. Sin embargo, Coalición Canaria mostró, en todo momento, su disponibilidad para abordar este asunto, pero en el ánimo del PSOE primaba más el castigo a los canarios.

Aun así, Coalición Canaria seguirá luchando para que se apruebe nuestra reforma en la próxima legislatura, ya que preferimos esto a que se aprobase un texto afeitado y sin ninguna consistencia. Pero si los socialistas canarios no han sabido imponerse en el aspecto estatutario, plegados a los caprichos de Ferraz, tanto menos lo han hecho en el reparto autonómico de los Presupuestos Generales del Estado. Presumen de que son las mejores cuentas para Canarias de los últimos años y las Islas reciben 142 euros menos por habitante en comparación con la media española. Dicen que son unos presupuestos justos cuando incumplen el reglamento de nuestro REF, que obliga a equiparar la inversión en Canarias a la media del Estado. Y hay que recordar que esta ley tiene el mismo o superior valor que los estatutos autonómicos, normas que se han tenido en cuenta para aumentar la inversión en comunidades como Cataluña o Andalucía, cuyos textos fueron aprobados esta legislatura.

En definitiva, el PSOE canario se ha convertido en un mero vocero de sus superiores, sin ningún tipo de fuerza y nivel de presión para hacer ver al Estado que Canarias es diferente. Por eso es imprescindible tener una voz propia en Madrid, que se nos oiga y se nos escuche. No somos más canarios que nadie, y reconocemos el trabajo de los representantes canarios de PP y PSOE en las Cortes Generales, pero contar con un grupo propio en el Congreso de los Diputados permite a Canarias tener capacidad de presión y un protagonismo que, en caso de partidos de corte estatal, queda diluido entre los problemas de todas las autonomías españolas. Esto es lo que ha regido la trayectoria de Coalición Canaria: luchar por Canarias desde una concepción del nacionalismo responsable que nos permita colocar a las Islas en un lugar destacado dentro de España, porque creemos que nuestra tierra puede ir a más y a mejor. Por eso, también abogamos por la unión del nacionalismo en Canarias, porque sólo desde la unión se pueden conseguir los objetivos.

Accedí a la presidencia de Coalición Canaria porque Paulino Rivero es, hoy por hoy, presidente de Canarias, y, en el momento de escribir estas líneas, dirijo una organización que se enfrenta a un nuevo reto: conseguir que Canarias vuelva a tener el mismo protagonismo en las Cortes Generales que el que tuvo hasta que un tránsfuga reconvertido en socialista de alquiler lo cercenó. No será fácil, puesto que luchamos contra dos gigantes cuyas peleas bilaterales empañan el trabajo de los demás. Pero la responsabilidad de luchar por Canarias nos hace más fuertes y, tal y como le pasó a Don Quijote, muchas veces los gigantes no son más que molinos de viento que lo pasan mal cuando soplan los alisios.

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