El tiempo apenas pasa. Va y viene, pero no se sabe de dónde ni hacia qué lugar. El tic tac del reloj parece más lento. El aire pesa y el cielo es limpio, preparado para el Grantecan. Todo tiene un ritmo distinto en La Palma, pero como diría Galileo Galilei: “Y sin embargo, se mueve”.
El nubarrón sobre el plátano continúa, el turismo renquea y la población permanece inalterada, al igual que el sempiterno Antonio Castro. Volvió a vencer y se ganó un escaño en el Parlamento de Canarias, que a la postre se convertiría en la deseada Presidencia de la Cámara, cargo éste que a ratos se le atraganta. Los diputados -buenos y malos- no siempre están dispuestos a acatar sus directrices y Castro capea el temporal como mejor puede. El nacionalista fue uno de los tres pilares en los que se basó Coalición Canaria (CC) en la isla para apuntalar su salto a cotas más elevadas. Junto a él, José Luis Perestelo al frente del Cabildo Insular, sillón que ocupó por primera vez en 1996 y que este año revalidó con solvencia en las urnas. Ganó sin discusión.
Completando el trío, Juan Ramón Hernández. También repitió éxito en Los Llanos de Aridane, alcanzando la mayoría absoluta, pero los llanenses poco pudieron disfrutar de su alcalde, ya que el presidente del Gobierno regional, Paulino Rivero, por aquello de las cuotas del poder y del equilibrio territorial, permitió que el palmero, tras la hegemonía de Castro en el Ejecutivo, continuase al frente de la Consejería de Obras Públicas y Transportes.
Estos tres vértices conforman un triángulo perfecto que ha logrado que a la dirección de CC no se le olvide La Palma a la hora de repartir cargos. Los votos -cuatro de ocho diputados en el Parlamento- aclaran de forma sobrada cualquier duda al respecto. Además, los nacionalistas, tras la noche del 27 de mayo, lograron nueve alcaldías. Algunas, tan deseadas como la de Fuencaliente. “Allí donde el mar tomará otro rumbo”, como susurra Elsa López en una de sus poesías, Pedro Nolasco Pérez decidió colgar las botas tras 28 años al frente de la alcaldía. El progresista decía adiós y su sustituto no lograba el apoyo de los ciudadanos, que sí obtuvo el candidato de CC. Más sencillo lo tuvieron Lázaro Brito en Barlovento (y también en la Federación de Municipios); Jaime Sicilia en Breña Baja; Nieves Dávila en San Andrés y Sauces; y Francisco González en Mazo, que pudieron repetir victoria para CC. Y lo mismo hicieron, pero para el PSOE, Blas Bravo y Vicente Rodríguez, en Breña Alta y Puntagorda, respectivamente.
Los nacionalistas también revalidaron triunfo en Tijarafe, ese municipio cuyos linderos no están, al parecer, aún claros. De hecho, Los Llanos también este año reivindicó su soberanía sobre Amagar, barrio situado en las laderas de El Time, sobre el cauce del barranco de Las Angustias. Así, Marcos Lorenzo sustituyó a Juan Manuel González, que dejó de ser alcalde después de quince años al pie del cañón.
Pero no todo fueron alegrías. CC también soltó alguna lágrima, más que de pena, de rabia e impotencia. Dos pactos suscritos entre PP y PSOE les dejaban fuera, otra vez, del poder en El Paso; y como novedad, en Puntallana. En el primer caso, la socialista Dolores Padilla, en silencio, dio la sorpresa firmando un acuerdo con el único concejal del PP; mientras que en el segundo pueblo, el convencimiento absoluto de populares y socialistas no permitía que ninguna presión de CC consiguiese que su candidato, Leonardo Fajardo, continuase con el bastón de mando. Este pacto en Puntallana fue, quizá, una de las pocas alegrías del PP en la Isla, ya que Juan Guerra es el único alcalde de los conservadores en La Palma. Y es que los datos no fueron buenos para este partido. En el Cabildo perdieron un escaño; en la capital pasaron de ser la primera fuerza a la última, a pesar del impulso que supuso Suso Nuño, que pactó con CC para darle finalmente la alcaldía al nacionalista Juan Ramón Felipe; y en Los Llanos cayeron de siete a tres ediles. Además, sólo Gabriel Mato consiguió escaño para el PP en la Cámara regional.
En cambio, el PSOE se mantuvo y sacó buenos números. Apostó fuerte en el Cabildo dándole una oportunidad a Mercedes Coello, una diputada nacional, que siéndolo era toda una desconocida para el respetable palmero. Un consejero más de los que tenía consiguió Coello para su formación. La apuesta no se quedó ahí, ya que, al optar por una mujer en la Corporación insular, el PSOE decidió no desaprovechar el tirón de Manuel Marcos y colocarlo a la cabeza de la lista de la Cámara regional. El en su día alcalde de San Andrés y Sauces está ahora acompañado en la sede de Teobaldo Power por los candidatos a las principales ciudades de la isla: Anselmo Pestana por Santa Cruz y Rita Gómez por Los Llanos, formando otro triángulo a tener en cuenta. Pero las elecciones, como no podía ser de otra forma, dieron para mucho más en la isla de La Palma, bien acostumbrada a vaivenes y sobresaltos de todo tipo. De este modo, uno de los ayuntamientos, que no el único, más convulsos en la anterior legislatura fue el de Garafía. Sus casi dos mil habitantes tuvieron que escoger en mayo a nueve concejales nada menos que entre cinco partidos -no siempre bien avenidos-. PSOE, UVG, CCN, PP y CC lucharon, pero al final sólo tres se hicieron con representación en el consistorio garafiano y el premio se lo llevó el socialista Abilio Reyes, que volvía a ser elegido alcalde, como pasara al inicio del mandato anterior, aunque luego dejase pronto el bastón de mando tras una moción de censura.
También hubo sorpresa en Tazacorte, cuando se hizo público que la Guardia Civil registró días antes de los comicios la sala de autopsias del cementerio municipal y el propio Ayuntamiento buscando varios DNI supuestamente retenidos por Unión Bagañeta, marca de CC en la especial Villa y Puerto. Pese a la polémica, Ángel Pablo Rodríguez continuó como primer edil y fue el encargado de recibir en el mes de octubre a los 161 inmigrantes que viajaban en el segundo cayuco que arribó a las costas palmeras en su historia. El anterior lo había hecho en 2005 en Mazo. El drama de la inmigración irregular también llegó al otro extremo del Archipiélago. Y pese a todo, por el simple discurrir de los días en la singular Isla bonita, en febrero se volvió a escuchar por la adoquinada Calle Real de la capital palmera aquel son cubano que cantaba el dúo Los Compadres: “¡Cómo cambian los tiempos! ¿Venancio, qué te parece?”. Los indianos y sus polvos, protagonistas del otro carnaval de las Islas, ese que sabe a tradición. Ese que parece que no cambia, anclado en mitad del Atlántico, pero que “y sin embargo, se mueve”, como casi todo en La Palma.