25 años de Parlamento: la nave sigue su rumbo

Nació el Parlamento canario tras meses de preparativos. Primero en el papel, porque lo creaba el Estatuto de Autonomía aprobado en julio de 1982, luego en la que sería su sede definitiva de la calle Teobaldo Power en diciembre –para convocar las elecciones en lo que se llamó el parlamento provisional– y después, y ya de gala, en la jornada del 30 de mayo de 1983.

En aquel nacimiento se creaba la única institución canaria elegida en las urnas que no existía antes de que en el Archipiélago hubiera democracia. Ya los cabildos y los ayuntamientos habían tenido su rodaje preconstitucional y los ciudadanos sabían cuál era su cometido, aunque cambiara con los años, pero el Parlamento era algo nuevo. Y por eso quizás es por lo que todos los que habían mostrado alguna inquietud o desarrollo político anterior -en ayuntamientos, cabildos, en la Junta Suprema, en las Cortes Generales que ya tenían unos años de vida democrática y en cualquier organización- pusieron esa experiencia al servicio de aquella Cámara para ayudarla a nacer como pieza clave de la Autonomía, la primera experiencia real como región.

Todas las fuerzas estaban concentradas en aquellas sillas, las de alcaldes como Pedro Guerra Cabrera, que compartió la presidencia de la cámara provisional con la alcaldía de Güímar y fue el primer presidente del Parlamento, ofreciendo uno de los mejores discursos que han sonado en la sede de Teobaldo Power: “A mi modesta inteligencia escapa, que después de haber padecido nuestra tierra y nuestra gente las consecuencias de los pleitos provinciales, del coste de la lejanía, del desarraigo de la emigración, de las discriminaciones periféricas, y hasta de la soledad y el olvido, haya todavía algunos canarios que se cierren al futuro con radicalismos insularistas y suspicacias estériles. Precisamente ahora, cuando el futuro es nuestro y está en nuestras manos”.

Un ejemplo de los hombres y mujeres (una diputada en aquella cámara del 83, cuando ahora se sientan 27) de toda condición intelectual, cultural, social y política. Sesenta personas que formaban parte de nueve partidos políticos distintos, frente a los tres que quedan en la Cámara hoy. De ahí la mirada que muchos grupos reclaman al futuro del sistema electoral canario. Otra diferencia es que no era necesaria entonces la dedicación exclusiva, que ahora precisa la labor parlamentaria en la mayoría de los casos, aunque siguen sentados alcaldes y han pasado por la Cámara presidente de los cabildos.

Y es que todo aniversario sirve para echar la vista atrás y realizar ese sano ejercicio de ver cómo han cambiado las cosas. Reflexionar acerca de los logros obtenidos y meditar sobre los errores cometidos. En el caso de nuestra Cámara autonómica, es verdad que su cumpleaños debe llenarnos de júbilo porque, por una vez, este pueblo ha demostrado tener una sola voz después de haber padecido, durante toda su historia, las consecuencias de continuos pleitos provinciales. Son 25 años y contamos con un Parlamento que representa a dos millones de canarios y al que compete ejercer, desde las distintas responsabilidades, las funciones legislativas del Archipiélago.

En 1983 el futuro era nuestro y estaba en nuestras manos. Como anunciaba entonces Pedro Guerra en su toma de posesión, se tenía el firme propósito de llevar la nave a buen puerto y, entre todos, se ha conseguido. Se iniciaba una etapa cuyo alcance nos era desconocido, pero cuya significación era, desde ese mismo solemne momento, histórica. ¿Quedan cosas por hacer? Sin duda. Legislar exige conocer el pulso y la opinión de quienes han confiado la responsabilidad de representarlos. De ahí que sea necesario que de una vez las puertas de la Cámara terminen de abrirse definitivamente a la Sociedad. Que los canarios asuman el Parlamento como algo propio, se acerquen a sus actividades y hagan llegar a los diputados sus inquietudes.

Las profundas transformaciones vividas por Canarias en este cuarto de siglo no hubieran sido posibles sin la estabilidad política, social y económica que han propiciado las miles de leyes e iniciativas que han salido de la Cámara. Hemos dado muestra ante nuestra Historia y ante el mundo de la capacidad de la democracia parlamentaria para superar diferencias más que seculares, gracias al acuerdo responsable entre las fuerzas políticas y sociales. Todos los canarios debemos sentirnos legítimamente responsables del éxito común que suponen estos 25 años de la primera institución de las Islas y considerarnos igualmente responsables del futuro de nuestra región, por lo que debemos reafirmarnos en nuestro compromiso de apoyarla.

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