La música concentra la mayor parte del presupuesto que administra la Viceconsejería de Cultura. Y la denominada ‘clásica’ recibe el grueso de estas transferencias, bastante más de la mitad de un presupuesto anual que asciende a 85 millones de euros. Si esta situación se mantendrá en 2009 es una incógnita. La crisis económica que se agudizó a mediados de 2008 ha obligado a replantear la política cultural del Gobierno de Canarias.
La música clásica ha sido, hasta ahora, el destino de la mayor parte del presupuesto cultural del Ejecutivo regional. Los gastos son muchos: las dos orquestas sinfónicas canarias y las subvenciones a la Sociedad Filarmónica de Las Palmas de Gran Canaria, a la Asociación Tinerfeña de Amigos de la Ópera (ATAO), a los Amigos Canarios de la Ópera (ACO) en Gran Canaria o a los Amigos de la Zarzuela… Y a todo ello se suma el proyecto estrella desde hace 25 años: el Festival de Música de Canarias. La crisis ha obligado a replantear la política cultural, que bajo la presidencia de Paulino Rivero contempla, además, otras prioridades como el Septenio canario, para el que tiene comprometidos cuatro millones de euros anuales en los próximos seis años.
La consigna dada al viceconsejero canario de Cultura, Alberto Delgado, ha sido la de impulsar el cambio. Y ha empezado por la joya de la corona: el Festival de Música, que se convertirá en fundación y dejará de depender mayoritariamente de las arcas públicas isleñas. La idea es que se forme un patronato que aporte recursos económicos. Los más de siete millones de euros anuales que provienen de los presupuestos de Cultura suponen una pesada losa para Delgado, que piensa que el Festival ha cumplido su misión y ya no responde a lo que se espera de un evento “del siglo XXI”. A la actividad de los auditorios capitalinos y de los teatros recientemente remozados (Leal y Galdós), se suman las programaciones concertadas (entidades privadas, pero que reciben subvención pública) de la ATAO, ACO y Sociedad Filarmónica, entre otras.
A pesar de esta denominada por algunos “sobreoferta musical clásica”, el Anuario de estadísticas culturales de 2008 aporta un dato cuando menos revelador. El número de conciertos de música clásica y música popular en Canarias aumenta, así como la recaudación y el gasto medio por espectador. Pero, curiosamente, el número de espectadores que acude a los conciertos de música clásica disminuye mientras el de los conciertos de música popular aumenta. La reconversión del Festival y la continuación de su director, Juan Mendoza, dependerán, pues, de esa futura fundación, que ya tiene redactados los estatutos y que se pondrá en marcha tras la celebración del 25º aniversario del certamen, que tendrá lugar entre enero y marzo de 2009.
Un año para el luto
El 2008 ha sido un año no sólo de pérdidas financieras, sino también personales. Por el camino se nos quedó una de las referencias musicales canarias: José Antonio Ramos. Poco después falleció Rafael Nebot Cabrera, director general de la Fundación Teatro Pérez Galdós y director del Festival de Música de Canarias durante 22 ediciones. Nebot tenía 56 años y padecía desde hacía varios años una grave enfermedad que, sin embargo, no le apartó de la gestión cultural. Reconocido por su labor al frente del Festival de Música, se embarcó en la dirección del coliseo grancanario reinaugurado el 14 de abril de 2007. Un mes después de su fallecimiento, el grancanario Juan Cambreleng Roca fue nombrado máximo responsable del Teatro, a propuesta del presidente del Patronato de la Fundación y alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Jerónimo Saavedra, que ya había apostado por él para la vacante que había dejado Nebot en el Festival.
Las orquestas canarias, por su parte, afrontan en el 2009 un año de ajustes presupuestarios tras el anunciado recorte de las transferencias del Gobierno autonómico. Musicalmente, Lü Jia se ha granjeado el favor del público en Tenerife, mientras que la Filarmónica de Gran Canaria ha tenido sus dificultades con Pedro Halffter, que coqueteó con el Teatro Real tras el anuncio de la marcha de López Cobos. Los trabajadores de la OFGC no entendieron el apoyo que Halffter dio a la vuelta del ex gerente de la Fundación, despedido un año antes por irregularidades administrativas, y actuaron en consecuencia manifestando su disconformidad con el regreso de González Ojellón. Desde entonces, los trabajadores aguardan la escisión de Artes Escénicas, que se insertará en una nueva fundación que aglutine lo que ahora llaman “los teatros del Cabildo”.
Polémica y éxitos
La falta de sintonía entre la administración insular grancanaria (PSOE y NC) y el Gobierno canario (CC-PP) también se puso en evidencia al anunciarse el recorte presupuestario de la Viceconsejería para las orquestas sinfónicas. La rebaja de la subvención “pone en peligro”, dijo el presidente de la Fundación OFGC, Roberto Moreno, la continuidad de algunos proyectos del conjunto. Moreno no entiende que se recorten partidas para instituciones “que funcionan”. Otros, en cambio, piensan que si funcionan deberían recibir menos presupuesto público.
Los Amigos Canarios de la Ópera también se han visto implicados en titulares alejados de lo musical. La polémica suscitada en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria a propósito de la supuesta desviación de una partida presupuestaria de personal a algunas asociaciones culturales, entre ellas ACO, motivó la denuncia del comité de empresa municipal. La quinta función de ópera a la que Saavedra se comprometió a dar cobertura económica parece estar en el fondo de un problema que, al escribir estas líneas, sigue sin tener solución definitiva.
Mejor le ha ido a la ATAO (Asociación Tinerfeña de Amigos de la Ópera), que ha convertido un certamen calificado hasta hace poco tiempo por muchos de “mediocre” en una cita imprescindible de la agenda de los melómanos canarios, aunque probablemente, al igual que a ACO (Amigos Canarios de la Ópera) y al resto de instituciones privadas que funcionan con dinero público, el recorte presupuestario les obligará a utilizar más la imaginación y tirar menos del talón público.
Adiós al gigante del timple
José Antonio Ramos no llegó a celebrar su 38 cumpleaños. Murió a mediados de 2008 creando un enorme vacío en el mundo de la música. Miles de aficionados dejaron constancia en las páginas web de los diarios regionales y nacionales del hondo pesar que les suponía la desaparición del gigante del timple. No pudo siquiera presentar su último trabajo discográfico, otro monumento al buen hacer, la constancia y la apuesta por el conocimiento. Audaz, inquieto, directo, José Antonio Ramos hizo del timple un instrumento principal, fundiendo su tañir con los sonidos de otras partes del mundo. El Cabildo de Gran Canaria ha propuesto su nombre para los Premios Canarias. Parafraseando a Daniel Barenboim, como músico es bastante tarde y como persona, ya no lo necesita. Pero los símbolos conforman la historia de un pueblo y José Antonio Ramos se ganó la inscripción de su nombre en la nuestra.