Canarias ha sido, secularmente, tierra de transición. Una tierra abierta al mundo, punto de origen y confluencia de rutas comerciales y humanas. Su particular posición geoestratégica y su condición de archipiélago han ido forjando su personalidad a lo largo de la historia. Siendo así, es lógico pensar que su proyección exterior no puede ser sino un fiel reflejo de esta singular dimensión interna, que le confiere un papel propio y cada vez más activo en las relaciones internacionales. El Gobierno de Canarias, consciente del potencial de su acción exterior y de la necesidad de incorporarse plenamente a un mundo cada vez más globalizado e interconectado, otorga una importancia prioritaria al avance y consolidación de su presencia internacional.
Una presencia que se afirma y renueva con la implantación de una red de delegaciones y oficinas en aquellos países considerados de interés prioritario. A las ya tradicionales de Bruselas y Caracas, han venido a sumarse en 2008 dos nuevas delegaciones, en Cabo Verde y en Marruecos, como instrumento de impulso y seguimiento a la cooperación institucional, económica, cultural y social que mantenemos con dichos países. Canarias articula sus relaciones exteriores en base a sus respectivas facetas como región ultraperiférica de Europa, prolongación de América y vecina de África.
Las relaciones con los países de nuestro entorno geográfico próximo se enmarcan en una política de vecindad o gran vecindad atlántica, destinada a lograr un espacio común de prosperidad y estabilidad. Nuestros vecinos -Cabo Verde, la región sur de Marruecos, Mauritania, Senegal- miran a Canarias como un potencial motor de inversiones en capital humano, transferencia de conocimientos y tecnologías, capacitación administrativa e inversiones empresariales.
Los acuerdos firmados en 2008 con los Gobiernos de Cabo Verde y la región de Sous Massa Draa en Marruecos y las comisiones mixtas que deberán garantizar su puesta en marcha y seguimiento, constituyen avances concretos en la consecución de un marco de relaciones sólido y duradero, en el cual Canarias aspira a convertirse en la plataforma de la política exterior española y europea en esta zona. La participación de Canarias en la Conferencia Euroafricana de París o en la Reunión de Alto Nivel hispano-marroquí son ya ejemplos de la sensibilidad y concienciación sobre el papel que Canarias juega en esta zona.
La cooperación internacional para el desarrollo es un elemento esencial de la acción exterior de cualquier sociedad avanzada y comprometida en la lucha contra la pobreza. En esta línea, los últimos años han sido testigos de un avance considerable de la Cooperación Canaria, tanto en términos presupuestarios como en la calidad de sus intervenciones, gracias a instrumentos que las hacen más eficaces y más participativas, como el Consejo Asesor o el proyecto de Ley de Cooperación que se encuentra en una avanzada fase de tramitación parlamentaria. Los numerosos proyectos desarrollados tanto en África como en América Latina, impulsados por múltiples instituciones públicas y privadas, ONGs, universidades y otros, constituyen sin duda una demostración de la voluntad de la sociedad canaria de contribuir con su esfuerzo solidario a mejorar las condiciones de vida de otros pueblos y a estrechar las relaciones que a ellos nos unen.
La emigración canaria es, sin duda, fuente de los estrechos vínculos que mantenemos con países de América latina como Venezuela, Cuba, Uruguay o Argentina, o con ciudades como San Antonio de Texas en Estados Unidos, en los que los canarios, integrados ya en sus sociedades de acogida, siguen manteniendo viva la identidad canaria y el lazo afectivo con la tierra de sus antepasados, convirtiéndose por ello en eficaces embajadores y en los más activos impulsores de la cooperación entre ambas orillas.
El presente de Canarias, el nivel de desarrollo económico y social alcanzado, se debe en parte al esfuerzo de los canarios que hace algunas décadas tuvieron que emigrar para garantizar un futuro mejor a los que se quedaron. Hoy nos sentimos orgullosos de poder ofrecer, a quienes desean retornar, una sociedad avanzada y moderna, garante de las condiciones de bienestar que consideramos mínimas e indispensables. Con aquellos que aún siguen lejos, pero que siguen siendo canarios, tenemos la obligación de proporcionarles las mismas condiciones sociales que tendrían si estuviesen aquí, porque Canarias no sería lo que es sin el duro esfuerzo que ellos realizaron. Las más de 8.500 ayudas sociales a emigrantes canarios concedidas en 2008 constituyen una modesta pero indiscutiblemente necesaria contribución a la mejora de la situación de aquellos que más lo necesitan.
La Unión Europea ha iniciado ya su reflexión sobre los objetivos y prioridades de las políticas europeas en el horizonte 2014-2020. La Comisión Europea ha querido que Canarias y las demás regiones ultraperiféricas participen activamente en este debate, que analicen los principales desafíos a los que se enfrentan y aporten ideas y propuestas sobre la forma en que las políticas europeas pueden contribuir a mejorar su capacidad de reacción frente a ellos.
El año 2008 nos ha permitido poner en marcha este proceso de reflexión europea en Canarias. Las conclusiones de la consulta pública organizada en torno a cuatro asuntos de la mayor relevancia, a saber, el reto de la adaptación al cambio climático, el futuro del sector agrícola, el desafío de los flujos migratorios y el reto demográfico, están recogidas en el reciente documento de orientaciones sobre el futuro de la estrategia comunitaria hacia las regiones ultraperiféricas aprobado por la Comisión Europea. A lo largo de los próximos años, estas orientaciones deberán transformarse en propuestas concretas. Canarias asumió el pasado mes de octubre la presidencia de la Conferencia de Regiones Ultraperiféricas para todo el bienio 2009-2010, por lo que seremos responsables de liderar estos trabajos. La coincidencia con el semestre de Presidencia española de la UE durante el 2010 será una oportunidad única para avanzar en compromisos concretos.
Canarias está presente en el mundo, con una política exterior coherente con aquellas competencias que ha asumido internamente y con la necesidad de liderar su propio destino como socio global.
