La ‘bella durmiente’ vivió un año sin demasiados sobresaltos, aunque la fiesta de la máscara ganó la calle para toda la familia y el eterno proceso de Las Teresitas conoció nuevos capítulos mientras la playa -el único espacio público habilitado para poderse bañar en 10 kilómetros de litoral chicharrero- se deteriora cada día más. ¿Y el pacto CC-PP? Bien, gracias, aunque cada vez con más problemas.
Una buena amiga tiene una curiosa teoría sobre los años pares, que califica de sosos, aburridos y planos, salvo cuando ocurre algo que casi siempre resulta negativo. Al margen de sensaciones, 2008 fue bastante tedioso para esa bella durmiente con la que algún inspirado político comparó a Santa Cruz de Tenerife. Fue un año que cronológicamente osciló entre un Carnaval de día que recuperó la fiesta para toda la familia y una nueva resolución sobre el caso Las Teresitas, que desató la alegría entre los vecinos afectados del Valle de Las Huertas, en San Andrés. En el pacto de gobierno entre CC y PP, los desencuentros se suceden, pero como los viejos matrimonios se aguantan porque la ruptura podría ser peor. En el fondo del escenario, la crisis económica que viene, si no ha llegado ya, y, por último, un capítulo nuevo: el del ocio bajo sospecha.
Este resumen de los últimos 365 días debe comenzar con el Carnaval, que por algo es la fiesta por antonomasia de Santa Cruz. El primero organizado por el PP se saldó con éxito para Ángel Llanos y su equipo al ganar la calle para toda la familia con el gran colofón del Domingo de Piñata, que sustituyó al sábado por imperativo de la adversa climatología. Fue un éxito inicial importante, pero la estrella del primer teniente de alcalde y concejal de Economía y Hacienda ha ido declinando con el paso de los días y, sobre todo, a raíz de su fracaso en el acceso al poder insular de su partido, ya casi al acabar el año. Perdió el pulso con Cristina Tavío y puede ser el principio del fin de la carrera meteórica de un pibe de Ofra que nació en política para ganar. Pero eso sólo el tiempo lo dirá.
Y también el tiempo marcará el devenir en un 2009 clave para el pacto de gobierno municipal de CC y PP que parece gozar de una mala salud de hierro. Amagos de ruptura ha habido varios, pero todos frenados desde la cúpula, sobre todo por parte del alcalde, Miguel Zerolo, que parece convivir muy bien al estilo de esos viejos matrimonios que siempre discuten, pero nunca se separan. Al menos, de momento. A la espera quedan aquellos que desearían la ruptura y un nuevo pacto, léase el Grupo Mixto, o sea Ciudadanos, con Guigou y Guimerá a las puertas de la jubilación política (la sombra de Odalys Padrón es alargada), e Ignacio González tomando protagonismo en los plenos y al frente de una Comisión de Sugerencias y Reclamaciones que ha tramitado más de 200 expedientes este año, en proporción directa al malestar ciudadano por la crisis. Por cierto, que esta comisión es de los pocos órganos que se mantienen de la reforma posterior a la Ley de Grandes Ciudades tras desparecer la Comisión de Control, el Defensor del Contribuyente o el Consejo municipal de sabios.
Del ‘caso Sarrautte’ a los barrios
Dentro de CC destacó el caso Sarrautte, cuando la concejala, cuota del PNC en las listas municipales, demostró su ignorancia o tal vez exceso de confianza en el pleno del 4 de noviembre, en el cual Guillermo Guigou le preguntó por los locales de las ONGs en el municipio. Su respuesta dio la vuelta al mundo en forma de vídeo colgado en Internet y poco más comentario merece salvo aquel que pone en duda la formación de muchos concejales, no sólo de la protagonista de esta historia más bien triste. El panorama de los partidos políticos lo completa el PSC, cuyo grupo municipal ha ido entrando en el redil del aparato en Santa Cruz, léase José Manuel Corrales, en proporción directa a cómo se ha ido apagando la estrella política de Gloria Rivero, que en cuanto a su labor en el municipio ha ido claramente de más a menos.
Los tagorores, esos órganos de participación ciudadana de los que tanto se habló en el anterior mandato, han seguido languideciendo entre la falta de inversión económica y de competencias. Y con ellos, el propio movimiento vecinal, tan importante para la ciudad en otras épocas y que ahora atraviesa una crisis grave, con serios problemas de financiación ante el retraso a la hora de abonar las subvenciones. Mientras, los barrios se han quedado sin planes de mejora y embellecimiento entre la incredulidad o indignación de unos vecinos que –tras muchos años solicitándolo– no entienden mucho más que no sea la mejora de infraestructuras, servicios y equipamientos básicos que, como reza la propaganda oficial, equiparen de una vez a sus núcleos de residencia con las prestaciones que reciben los del centro de la urbe.
En las grandes obras sí ha habido algunos aspectos positivos. Por ejemplo, la apertura de la nueva plaza de España, aunque no se han apagado las críticas a la obra de los arquitectos suizos Herzog y De Meuron, que muchos no acaban de entender, sobre todo en los llamados mamotretos o pabellones “que afean la vista” y en el lago o fuente, “que no es otra cosa que un chingo en el centro de un estanque demasiado grande”, los detractores dixit. Cosas de la perspectiva. Queda pendiente la asignatura de aprovechar el flujo de visitantes de los cruceros a través de un comercio más dinámico y moderno con una definición necesaria de ámbitos y competencias entre Puerto y Ciudad.
También en el capítulo de grandes obras, mientras la serpiente del barranco de Santos avanza bajo los puentes, se rediseñó la plaza de Toros, con un concurso de ideas que resultó ejemplo de participación popular y técnica, y que parece va a repetirse con otros inmuebles emblemáticos de la ciudad. Y se abrió el Tenerife Espacio de las Artes (TEA), pero esto, aunque no lo parezca, ya es para el capítulo del ocio.
El ocio en Santa Cruz está bajo sospecha. Tal vez porque se ha vendido históricamente a unos pocos, con chapuzas varias en el difuso límite entre lo urbanístico y lo puramente empresarial. Corren otros tiempos, con especial incidencia en la protección del medio ambiente o ante el ruido, y de ahí las denuncias en un mundo antes lleno de impunidad. Primero, el Parque Marítimo, con las licencias concedidas por la Autoridad Portuaria a punto de revocarse; luego, el Auditorio de Tenerife, centro de cultura convertido al parecer por algunos en lugar de bodas y eventos. Por último, el TEA que, parodiando a aquella vieja canción que popularizó Massiel, puede llegar a hacer popular el estribillo de “vamos al TEA, TEA… vamos a bailar”.
En el horizonte más cercano nos encontramos con la crisis económica. Si buen puede utilizarse de forma torticera para frenar cualquier iniciativa pública, lo cual es un peligro, casi todo el mundo coincide en que existe, está empezando y en 2009 será mucho peor. Lo confirman datos como el de Cáritas Diocesana, que empieza a advertir del cambio en el perfil de los usuarios de sus recursos, incluso de los más básicos. Ya comienzan a acudir a los comedores sociales familias completas de clases medias venidas a menos que pronto empezarán, si no lo están haciendo ya, a tocar en las puertas del ayuntamiento, la institución más cercana, para pedir ayuda ante la recesión.
El ‘CASO Teresitas’
Para acabar, la madre de todas las batallas, la del caso Las Teresitas, con poco movimiento en lo estrictamente judicial, pero acontecimientos de enorme importancia en el proceso de unas obras de rehabilitación que llevan más de cuarenta años empantanadas. En primer lugar, para los vecinos afectados del Valle de Las Huertas, que han visto cómo el histórico expolio sufrido se ve reconocido con títulos de propiedades que parecen suyos y no de la Junta de Compensación, Inversiones Las Teresitas o Mapfre. En otro ámbito, por la rescisión del contrato con la empresa (OHL) que construyó los aparcamientos, conocidos como el mamotreto, en la cabecera de la playa, una obra totalmente parada. De fondo, la sospecha de que el proyecto del arquitecto francés Dominique Perrault no se haga nunca realidad por el conflicto de competencias y lindes entre Ayuntamiento de Santa Cruz y la Dirección General de Costas con el Gobierno de Canarias de invitado especial. Y, mientras tanto, la playa, el único espacio público habilitado para poderse bañar en 10 kilómetros de litoral chicharrero (anhelado Valleseco), se deteriora cada día más.