El año de la quiebra

Acostumbrado a las intrigas palaciegas, el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Jerónimo Saavedra, compareció en su única entrevista televisiva del año 2008 visiblemente molesto. La irritación mostrada a mediados de diciembre en el programa ’59 segundos’ era el fruto de los “chismes y filtraciones” que, en su opinión, distraían a los concejales de su grupo y lastraban los méritos de su gestión al frente de la mayor ciudad de Canarias.

Jerónimo Saavedra reflejó en su única entrevista televisada de 2008 el estado de ánimo después de un año cargado de sinsabores; el año en que el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria perdió primero la paciencia, y más tarde, hasta el sueño. Todavía no está demostrado que 2008 fuera el peor año de su mandato como alcalde. Lo cierto es que tampoco fue el mejor año para la capital grancanaria; sólo el aumento de cruceros que frecuentan el Puerto de la Luz alumbra las sombras que invadieron la economía urbana en este periodo, pero fue un producto ajeno a la gestión pública de la ciudad. No bastó la mayoría absoluta obtenida por el PSOE en las elecciones municipales de 2007, reforzada además con la incorporación a las tareas de gobierno de los dos concejales de Compromiso.

El pequeño grupo donde se moldean las ambiciones de Nardy Barrios se incrustó en el equipo de Saavedra por expresa decisión del alcalde, de modo que la oposición en la corporación municipal la ejerce en exclusiva el Partido Popular (PP), saliente de un ciclo de 12 años al frente de la institución. Con las rémoras que este cambio conlleva. Eso sí, conviene advertir que el primer condicionante en la dinámica municipal de la ciudad es la propia figura del alcalde, y no necesariamente a su pesar. Porque a la vuelta de su largo recorrido político, la simple presencia, e incluso las ausencias, de Saavedra desbordan las fronteras de las mundanas exigencias vecinales, y le sitúan en el centro de no pocas operaciones ajenas al cargo.

Basta señalar, a modo de ejemplo, la manifiesta rebeldía hacia la dirección regional del PSOE aún siendo presidente del partido, que condicionó no sólo el proceso del congreso de esta formación celebrado a principios de noviembre, sino las estrategias de relación con el Gobierno regional en notoria discordancia con las pautas diseñadas por Juan Fernando López Aguilar, en su ejercicio como secretario general de los socialistas canarios. Nunca ocultó Saavedra su voluntad de ejercer influencias en la dirección opuesta a la marcada por su pupilo de antaño, al abrigo del manto que le proporciona la Alcaldía. Esas diferencias de procedimiento convirtieron la ciudad en la única referencia de paso entre el Ejecutivo regional gestionado por CC y PP y los alejados pasillos del Estado gobernado por el PSOE, un escenario donde se expresan plenamente las reconocidas habilidades florentinas de Saavedra. Y un papel que eleva al alcalde como principal conseguidor de las urgencias de sus adversarios, centro de muchas de conexiones en la telaraña nacional.

Sin embargo, tanta influencia no aporta mayores avances al municipio, al menos por ahora. La única oposición municipal que ejerce el PP se afana en señalar las múltiples ausencias de Saavedra como ejemplo de que el poder está distraído, y con él, se distraen los servicios de la ciudad. El año 2008 no servirá para rebatir tales argumentos, porque en términos políticos, el balance de la mayoría reforzada no es precisamente brillante. El propio López Aguilar, tan poco dispuesto a mostrar en público las broncas internas, llegó a recomendar al alcalde que se esforzara más en atender los problemas de sus vecinos. Y no lo dijo por gusto.

Grupo principiante. El primer factor que debilita el poder urbano del PSOE se refleja en la misma composición de la estructura de mando definida en el ayuntamiento de la capital grancanaria. Un grupo de concejales que nunca antes habían ejercido tareas de gobierno, sin experiencia ni compromiso previo en la gestión de la ciudad, optó por rodearse de un amplio elenco de asesores con desigual fortuna y escasa capacidad de trabajo en equipo. El primer trauma de la aventura municipal de Saavedra se produjo con la renuncia del reconocido arquitecto y jurista Carmelo Padrón, que apenas aguantó seis meses como director de gobierno de Urbanismo. El abandono de Padrón se soslayó con la incorporación de Carolina Darias al cargo, pero la suerte resultó efímera. Apenas cuatro meses después, en mayo, emprendía Darias un vuelo sin retorno al ser designada delegada del Gobierno, momento que el alcalde aprovechó para recomponer las líneas de un equipo maltrecho, el primer ajuste ante la evidencia de que la nave de la gestión encallaba en el charco de su éxito electoral.

Algunos errores ya no tenían remedio por entonces. El primer presupuesto elaborado por la flamante mayoría tropezó con la bisoñez de los nuevos gestores; un par de defectos formales retrasaron su entrada en vigor hasta después de los carnavales, y convirtieron el cuaderno de bitácora del nuevo rumbo en material de desgaste. Consuelo menor, si se tiene en cuenta que el año siguiente termina sin previsión alguna que delimite los márgenes financieros de 2009, lo que obliga a una nueva muestra de debilidad con la prórroga del presupuesto, en un escenario de severos recortes en los ingresos públicos.

Tampoco fue 2008 el mejor año en la gestión urbanística del municipio más poblado del Archipiélago. El cambio de gobierno se tradujo en un severo recorte de la obra pública municipal, y especialmente en el segundo semestre, se dejó sentir la caída de la construcción al disminuir de manera sustancial la recaudación por licencias de obras, un síntoma de enfriamiento económico que se oculta bajo el enorme resfriado del sector en todo el país. En medio del gripaje nacional, el grupo de gobierno atribuyó sus escasos resultados sobre el terreno a dos factores: el bloqueo del planeamiento dictado al no cumplirse en tiempo y forma las nuevas exigencias de leyes como las Directrices de ordenación del Territorio, y el aluvión de condenas dictadas por los tribunales en litigios heredados de los anteriores gobernantes, con el lastre económico que implica.

La única muestra de agilidad que podía permitirse en ese contexto nunca llegó. La adaptación del Plan General de Ordenación que se prometía elaborar en pocos meses, ni siquiera está completada al terminar el año. Los quejidos por las sentencias expresan además cierto desconocimiento previo del estado real del municipio; el enojo del contribuyente con los anteriores gestores era manifiesto en los tribunales.

Sueños rotos. El modelo de gestión que abandera el PSOE podrá apreciarse en los próximos meses, cuando defina su respuesta a dos elementos sustanciales en la vida de cualquier ciudad, como son el transporte público de viajeros y la gestión del agua. Si Saavedra llegó a perder la paciencia con su equipo en mayo, pocos meses después perdió hasta el sueño cuando se percató de que los trabajadores de Guaguas Municipales no cobrarían sus salarios si no se aportaban recursos financieros extraordinarios a la empresa de transporte colectivo. El conato de revuelta, que llevó a los trabajadores a dormir una noche de septiembre a las puertas del ayuntamiento, parece sólo el preludio de los profundos cambios que se avecinan, si el alcalde cumple su objetivo de sustituir la quiebra actual del servicio por un modelo eficiente. La controvertida apuesta por incorporar capital privado y ceder la gestión de Guaguas a terceros aún está pendiente de concretar, pero en todo caso será en los primeros meses de 2009 cuando tengan que ponerse los carriles del nuevo sistema. La deuda acumulada supera los 33 millones de euros, por lo que el PP tampoco parece capaz de liderar alternativas a las ofertas que finalmente se formulen.

Más revueltas que el transporte están las aguas municipales, a cuenta de una sentencia que obliga a corregir el proceso de venta de Emalsa, la empresa suministradora de aguas de la ciudad. La resolución judicial, que resuelve un viejo pleito iniciado en 1993, precisa que la adjudicación de acciones vulneró el baremo establecido, por lo que expresamente indica que la titularidad del servicio debe otorgarse a la demandante, la empresa Canaragua, en detrimento de los actuales socios, filiales de los dinosaurios Saur y Sacyr. Al terminar el año 2008 aún se están calibrando los posibles recursos ante el Tribunal Supremo, pero el propio alcalde se ha encargado de airear sus gestiones en busca de un acuerdo entre las partes, de momento con escaso éxito. A riesgo de verse atrapado entre las dos orillas, y de ahogarse en el intento.

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