La afición futbolística tinerfeña vive descreída en los proyectos. La hinchada ha sufrido demasiado en este siglo como para aplicarse en la paciencia. Necesita estímulos. Por eso no ha sido fácil para el CD Tenerife encontrar la comprensión del entorno en el proceso de reconstrucción del equipo, en su pretensión de culminar el camino de regreso a Primera División.
El CD Tenerife se marcó un plazo de tres años (proyecto), que su cumplen en junio próximo, para ascender a Primera División. Santiago Llorente ha puesto en marcha el último acto del asalto al gran objetivo. Alfonso Serrano, que lo fichó, y Llorente han coincidido en José Luis Oltra como el entrenador conveniente para hacer jugar bien al Tenerife y dotarle de identidad futbolística, un preciado bien que define a los clubes de éxito y que aquí se perdió hace ya muchos años.
El año 2008 deja el final de una temporada presidida por la mediocridad (el equipo acabó undécimo la Liga 07/08), pero también representa el despegue. Este ha sido un año básico para cimentar el proceso de una regeneración a la que el club se vio abocado tras admitir su mayor deuda histórica, de 50 millones de euros (en febrero de 2006), cuando se produjo el relevo directivo en la entidad.
Para transformar aquella posición ruinosa en esta realidad esperanzadora ha sido necesario ir amasando recursos, económicos y deportivos, desde la pobreza más absoluta; o sea, manejando miseria. El descenso de la deuda abrió un pequeño margen de maniobra, que será necesario replantear una vez se proceda a la fusión del club con la Sociedad promotora. El Tenerife sigue perdiendo dinero en cada ejercicio: en el último tuvo un déficit de dos millones de euros y su deuda ha crecido en casi un millón en relación al ejercicio anterior (06/07).
El cese de la Promotora es, en sí mismo, un fracaso. La empresa fue creada para suplantar legalmente a la entidad en la tarea de refinanciar la deuda a través de la solicitud del macrocrédito de 30 millones de euros, pero, en especial, para producir atípicos con los que el club iba a ir limando su deuda. No fue así. La Promotora dejará de existir en los próximos meses, porque la situación económica casi le condena. Ha cumplido sólo una parte de su razón de ser, pero no ha podido resistir el tiempo necesario para ayudar a sanear por completo al Tenerife.
El dinero que no llegó desde fuera lo consiguió el club con las quitas a acreedores, en una especie de milagro, que explica la eficacia de un cuadro de empleados profesionales que han devuelto a la estructura organizativa del club perspectivas realmente halagüeñas. El Tenerife ya paga y ha recobrado su credibilidad. Ahora, el club provoca un impacto positivo considerable entre la afición y su salud deportiva ha mejorado sensiblemente. De los 50 millones la deuda ha bajado hasta los 33,8 y la plantilla se ha capitalizado con futbolistas como Nino, el que más gana y el que mayor valoración tiene en la categoría, Juanlu Hens, un tapado (jugador de gran calidad llamado a demostrarla en esta plaza) de sólo 24 años, o como Ezequiel Luna, otra apuesta experimental que llega avalada por los antecedentes acertados de Santiago Llorente en el mercado argentino.
Precisamente Llorente, en otro alarde de los que ha estilado en sus dos etapas anteriores en el club, fichó el pasado verano, sin dinero, a los futbolistas necesarios para colocar al equipo en la carrera del ascenso y los fichajes-clave le han empezado a responder. El conjunto blanquiazul ya tiene la categoría de aspirante adjudicada por sus aficionados y admitida por sus rivales. Su potencial es indiscutible, aunque la opinión mayoritaria también coincide en señalar que estamos ante una plantilla mejorable en determinadas posiciones.
Dentro del ciclo parcial de esta temporada, no le ha resultado sencillo a José Luis Oltra dar con la fórmula. Arrancó la campaña reivindicando su idea de juego (con la que firmó una primera temporada mediocre), basada en un sistema táctico (4-1-4-1) que atrancaba al equipo en el medio. Luego reformó el dibujo y el equipo encontró una dinámica más coherente, pero desperdició su trabajo con una respuesta defensiva frágil, en la que la figura culposa del portero (Luis García) empezó a convertirse en un problema de estado para el tinerfeñismo.
Oltra dio el paso siguiente, devolviendo la portería a Sergio Aragoneses, cuya solvencia retrotrae la mente blanquiazul al último ascenso… Total, que el Tenerife ha recorrido en el terreno de juego su trayecto más pedregoso hasta alcanzar ahora un funcionamiento que alumbra su etiqueta de candidato a ser uno de los tres mejores al final de la campaña. Es, de alguna manera, la forma de orientar al club hacia la salida del trance que estuvo a punto de forzar su desintegración.
Los cálculos pasan por ascender en junio, firmar un nuevo contrato con un operador de televisión y aprovechar el flujo económico de la Primera División para rebajando aún más los números rojos. Una especie de huida hacia delante. Eso se hace ingresando todo lo posible y gastando lo mínimo en la confección de una plantilla que permita al club estabilizarse en la elite. Santiago Llorente ya sabe cómo conseguirlo.