Recesión amarilla

El año 2008 ha tenido dos vertientes distintas para la Unión Deportiva Las Palmas. Después del penoso comienzo del campeonato liguero 07/08, se acabó de manera brillante la competición. Las esperanzas para el ejercicio siguiente eran las mejores. Si la primera mitad del año había sido buena, ¿por qué no se podía seguir en la misma línea si se conservaba el mismo bloque? Pero lo que parecía una operación aparentemente fácil, no ha salido bien.

La UD Las Palmas se fue desmembrando durante el verano, de tal forma que Juan Manuel Rodríguez tuvo que iniciar el acoplamiento de un equipo casi nuevo. Los números del equipo amarillo en la segunda vuelta de la competición pasada fueron, prácticamente, de ascenso. Las jornadas se sucedían y el equipo se mantenía sin perder una tras otra; era impensable para un conjunto que en la décima jornada de la liga casi olía a césped sintético, a descenso, a Segunda División B.

El esfuerzo de Juan Manuel Rodríguez y de los jugadores por sacar aquello adelante se convirtió en una heroicidad que los aficionados de la UD Las Palmas valoraban sobremanera. Se abrían nuevos y esperanzadores horizontes para la campaña siguiente, pero el panorama cambió por completo junto con la dinámica de trabajo de la entidad amarilla: no se hizo mucho para retener a Roberto Trashorras, uno de los jugadores más brillantes del equipo, y Adrián Colunga fue traspasado para satisfacer las necesidades económicas de la entidad y el deseo del propio futbolista de jugar en Primera División.

En contrapartida, los recambios buscados por la dirección técnica no parecen tener el mismo peso específico de los que se habían ido. Amaral es un chico brasileño sin experiencia, Rondón es un diamante por pulir aún, Saúl no tiene la solvencia de Adrián y Gerardo comenzó tarde porque debió operarse en plena pretemporada. Dani López (Salamanca) y la contratación definitiva de Samuel (cedido por el Racing la temporada anterior) parecían los fichajes de mayor aplomo para el nuevo ejercicio, además del regreso de Jorge Larena, que en estos primeros meses de competición no ha dado todo lo que de él se espera.

El acoplamiento y la imposición de la filosofía futbolística de Juan Manuel Rodríguez no caminaron juntos en los últimos meses de 2008, primeros de la temporada actual: lesiones, jugadores que no encuentran su sitio, dificultades del técnico para finiquitar el engranaje… Todos ellos son factores que han propiciado un comienzo gris, pero también acorde al de un equipo con potencial limitado, que va de pobre a la hora de hacer fichajes, que posiblemente malgasta en muchos en lugar de invertir mucho en pocos.

Las dudas siempre se acumulan alrededor del entrenador y así ocurrió en este caso. La lógica apuntaba que si Juan Manuel Rodríguez fue capaz de salvar al equipo la campaña anterior, era indudable que no se le había podido olvidar todo lo que sabía en pocos meses. Quizá en la configuración de la plantilla esté la clave. Pero tras dos derrotas consecutivas ante Tenerife y Huesca, la propia plantilla fue la que decidió echarle un pulso al entrenador. Ganaron los jugadores… con el beneplácito del presidente, que optó por destituir a Rodríguez.

Hay recesión futbolística, está claro, pero, pese a todo, se mantiene la esperanza al alza en cualquier momento.

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