El sentimiento de la ciudadanía es el termómetro de la actualidad. Su pensamiento, su anhelo, su presente, su percepción, su alma, su actividad, su preocupación, y mucho más, perfilan la realidad, la triste realidad, una realidad que deben atender quienes nos gobiernan, quienes administran los dineros públicos, quienes ocupan sus sillones por encargo de un pueblo que espera de ellos soluciones. No es posible de otra manera. El termómetro se puede graduar e interpretar, como es lógico, y eso es lo que hace el Consejo Económico y Social de Canarias (CES) cada año con dos encuestas a la población del Archipiélago que tienen como fin conocer las preocupaciones de los canarios nacidos en la tierra y de los canarios que han escogido las Islas para vivir; es decir, de todos los canarios. La segunda oleada del Barómetro de 2008 apunta claramente que el paro y los problemas económicos son las principales angustias en nuestro devenir diario, sin olvidar la inmigración y la sanidad. Es así como se tacta lo que sucede a nuestro alrededor.
- El paro preocupa a la sociedad y es lógico. Finalizamos el año con más de 200.000 desempleados y con horribles perspectivas de futuro porque numerosas empresas han cerrado y otras, las más fuertes, se han visto abocadas a reducir personal para equilibrar las cuentas. El Gobierno de Canarias inició 2008 con aspiraciones de lograr el pleno empleo en el año 2013 y lo cierra con un 18 por ciento de parados sobre la población activa. En el camino, el Gabinete de Paulino Rivero aprobó la denominada Estrategia Canaria de Empleo, rechazada frontalmente por los sindicatos por primar la contratación de residentes, lo cual es discriminatorio en una Europa sin fronteras, y por la escasa mentalidad del plan. Nos lo vendió el consejero del ramo, Jorge Rodríguez, asegurando que 140.000 canarios se adentrarían en el mercado laboral, pero el tiempo ha dado la razón a quienes no confiaban en el manuscrito. La realidad, otra vez la triste realidad, señala que más de 200.000 canarios pasan Los lunes al sol, como Bardem, pero esta vez de verdad, soñando con un futuro que nunca llega. Y eso que se invirtieron, sólo el primer año, 222 millones de euros. No nos extrañe, por tanto, que, según la encuesta del CES, la mitad de los canarios rechacen todas las medidas propuestas para contener el incremento del desempleo.
- Los problemas económicos son la segunda preocupación. ¿Será porque el 65 por ciento de los canarios carece de capacidad de ahorro y ha de dedicar un cinco por ciento más a los gastos del hogar, lo que obliga a reducir el consumo general, o porque el 20 por ciento de la población es pobre, o porque cobramos los terceros salarios más bajos del país, o porque las entidades financieras se están quedando con las viviendas por imposibilidad de pago? ¿Por qué? ¿Por qué el Gobierno estatal admite que ha agotado sus márgenes para combatir la crisis?
- La sanidad. El sentir popular es sabio y los encuestados salvan con un aprobado el trato y la amabilidad del personal sanitario, así como su cualificación y formación, pero suspenden rotundamente la longitud de las listas de espera y la enrevesada burocracia. La sanidad, igual que la vivienda y la educación, es una de las tres áreas en las que el Gobierno de Canarias debería invertir de forma prioritaria, según el Barómetro. Pero la realidad, ora vez la triste realidad, es muy diferente. ¿Por eso los contribuyentes se sienten tan alejados de los poderes públicos?
- La inmigración también es un problema para los canarios, pero no por culpa de los inmigrantes, que dejan sus países en busca de un futuro que su propia tierra les niega, sino por la insensibilidad de las más altas instituciones y organismos. No es de recibo, por ejemplo, que la mayoría de los países de la Unión Europea se niegue a colaborar con el Frontex y haya sido obligada a una aportación. O que ciertas comunidades autónomas españolas hayan sido tan insolidarias como para negar la acogida de menores no acompañados. El problema es genérico, sobre todo de los protagonistas, muchos de los cuales mueren en el trayecto en cayuco o patera, y sólo en conjunto lo podemos solventar.
Estos son los problemas reales de los canarios, los que ellos mismos –nosotros– expresan. No lo son el Estatuto de Autonomía, ni la Policía Autonómica, ni las teles. A Canarias le preocupan estos puntos y le gusta la salud, la familia y el trabajo. Pero hay una epidemia de ceguera impertinente.