La Unión Deportiva Las Palmas sigue fiel a su historia contemporánea. El año 2010 trajo apuros, dramas, vértigo, taquicardias en la grada. La tranquilidad en el césped sigue siendo la asignatura pendiente de Miguel Ángel Ramírez, porque se suceden los proyectos y persisten incertidumbres lastimosas. Salvaciones en la última jornada, ruleta interminable en el banquillo, fichajes que no cuajan. Castigo excesivo para un consejo de administración ortodoxo.
El consejo que preside Ramírez, es justo reconocerlo, salvó a la entidad de la ruina y ahora la gestiona con rectitud ejemplar. No hay nóminas atrasadas y cada euro fluye en dirección correcta. La grada valora un modelo de administración magistral. Pero demanda un paso más en la parcela competitiva. De momento, por ahí no carbura esta Unión Deportiva que, paradójicamente, sí se ha asentado en etapa de transición sobre una base generacional de garantías: Jonathan Viera, Vitolo, Aythami o Vicente encabezaron una irrupción magistral de gente de la casa, con ADN forjado en Barranco Seco. Al inicio las dudas fueron superlativas. Años, y muchos, se amontonaban con virajes fallidos y estrenos testimoniales.
Después del destronamiento de Sergio Kresic, a mitad de abril, la llegada de Paco Jémez y una permanencia sobre la bocina ante el Nastic, como no podía ser menos, en la sede de Pío XII se decidió mirar hacia adentro y lustrar el escudo a base de cantera. Así, subieron con mando en plaza en la primera plantilla una remesa mayoritaria de platanitos de la base. “Moriremos con la cantera”, avanzó Miguel Ángel Ramírez, cuyo alegato decidido acabó calando en el personal. El jerarca, cansado de inversiones ruinosas, optó por un volantazo, una limpia de ilustres (fuera Marcos Márquez y Siro Darino, entre otros) y que se tradujo en hechos.
Baste la referencia de la primera jornada del campeonato 2010-11. Un total de ocho grancanarios intervinieron en el partido inaugural, también frente al Nástic: Aythami, David García, David González, Vitolo, Jonathan Viera, Ruymán, Pollo y Armiche. La media se ha mantenido siempre. En la Segunda Divisíón, unicamente el Barcelona B puede presumir de mayor cuantía de pedigrí sobre la mesa. Consolidado el modelo, falló lo de siempre: el técnico. Con Paco Jémez se metieron en los inicios más de veinte mil personas en el Estadio de Gran Canaria, que levitaron, literalmente, con el fútbol que se vio. “Lo nunca visto”, llegó a titularse en los medios de comunicación.
Pero cayó Vitolo, que se destrozó la rodilla, y los resultados fueron menguando. Con dolorosas goleadas de aliño, palizas infames que convirtieron a la Unión Deportiva en el más castigado en este apartado de la categoría. Y así se engancharon doce jornadas huérfanas de victorias, lo que hizo que se dilapidara la ventaja obtenida sobre la parte baja de la clasificación y lo que le costó el puesto a Jémez. Tampoco acompañaron decisiones estratégicas como la venta de Cejudo a Osasuna (obligatoria porque acababa contrato y ya tenía su futuro en Pamplona, lo que inducía a hacer caja en enero) o el bajón general sufrido por jugadores antes estelares y con flojera de piernas en fases de exigencia.
El efecto Rodríguez
La recuperación de un equipo que apuntaba a la Segunda División B vino con un viejo conocido: Juan Manuel Rodríguez. En paro desde 2008, precisamente cuando le tocó salir por la puerta de atrás, Juan Manuel acudió al rescate a finales de febrero, tras un 5-2 ante un Granada en inferioridad numérica que dinamitó la paciencia blindada que se prometía a Jémez. Le costó arrancar (empezó con un punto de los primeros seis en juego), pero, como en su etapa anterior, dio con la tecla. Planteamientos menos alegres, líneas muy juntas, agresividad y orgullo al poder. Mérito aparejado, también, fue la reconciliación con el aficionado, que se veía otra vez jugando derbis menores en Segunda División B y, al final, recuperó el buen gusto, con una permanencia que se prevé sufrida, pero muy probable, a la hora de escribir estas líneas
Y además, con un andamiaje sólido en la plantilla para un futuro más luminoso. La aparición feliz de Viera, que llegó a estrenar internacionalidad con el combinado sub-21, los indicios mostrado por Vitolo antes de su lesión, el empaque de Vicente en la zona ancha, el resurgir de Ruymán, al fin consolidado tras varios años de cesiones, Aythami y su polivalencia… “Vienen más detrás”, advierte Tonono, el jefe de la cantera, quien aventura más protagonistas de este corte. Mientras el Tenerife se metía en el cementerio con nóminas llenas de cero, la Unión Deportiva, al calor de un modelo meritorio, ha demostrado que se puede sobrevivir dando carrete a la cantera.
La semilla comienza a germinar. Primer paso para regresar a Primera División.