El año en que se encendió la luz roja

¿Regresaremos este año en Canarias a los 12 millones de visitantes? Parece que así será y, según los parámetros dominantes en el discurso de los gestores públicos, también parece que éste es el principal reto del año en curso, después de las amarguras recientes y de la pobreza alcanzada en número de turistas totales recibidos en destinos de las Islas, en especial durante el año 2009 y la primera mitad de 2010. Pero no, ése no debe ser el discurso.

La cantidad no debe ser el eje del discurso y, si fuera así, claro está que debe acompañarse de otras cosas muy importantes mencionadas de forma leve en reiteradas ocasiones, aunque hoy carentes del apoyo adecuado para llevarlas a cabo y conseguir que ello se haga con éxito. Hacerlo de esta manera es lo serio, y también lo consecuente. Pero aún no se ha conseguido nada de nada. ¿Qué tuvimos en 2009 y parte de 2010 y qué nos espera para 2011 y años venideros en el sector turístico de Canarias? Antes de seguir por esta línea, conviene decir una obviedad: que conocemos bastante bien el balance de la historia turística más reciente y que sólo podemos aproximarnos algo al futuro más cercano, pero lo que ocurra a medio o largo plazo, de un año en adelante, como jamás gusta analizar a los expertos financieros, está por ver, sobre todo porque la cosa está que arde; está que arde en los destinos competidores de la parte meridional de la cuenca del Mediterráneo y está que arde en las economías de la Unión Europea, el espacio que casi en exclusiva provee de turistas a las áreas canarias.

Dicho esto, y para no retrasar mucho más una de las ideas vector de este artículo, sostengo que Canarias desde 2003, por poner como punto de referencia la aprobación de la Ley de Directrices (las generales y las de ordenación del turismo), no ha hecho nada por cambiar las tendencias y apostar por otro modelo. De esas incapacidades derivan los actuales lamentos. En 2009 y 2010, Canarias se comportó como un destino agotado, sin ideas y muy vulnerable, más de lo debido, y siempre al dictado de las coyunturas existentes en los espacios que producen nuestros visitantes. Esto se notó de manera aguda en aquellos ejercicios. Falló Alemania, su economía, y esa tos generó una auténtica neumonía en las Islas. Es lo que tiene recibir cuatro millones al año de alemanes, más del 30% del total canario. El mismo efecto se puede describir para Reino Unido. Y para de contar…

Ah, y el mercado peninsular, que éste entró directamente por urgencias y hoy sigue en la UVI, sin cuidados que permitan activar parte del negocio perdido. Y claro que contamos con que la cosa está muy mal en España; eso sí, casi igual de mal que las ideas de Canarias destinadas a modificar la tendencia y a conseguir remontar el vuelo con gente de esa procedencia, que, y esto hay que tenerlo claro, no se puede crecer o bien mantenerse en la cifra de los 12 millones de visitantes al año sólo a base de crisis internas de otros países, con las rebeliones en el norte de África y con la vuelta al orden económico en Alemania y Reino Unido. Y es que esta mesa llamada turismo se mantiene en Canarias a duras penas con sólo dos patas: falta al menos una tercera, para que la estabilidad sea plena. Es justo esto lo que parece que no se entiende y en lo que no se incide con suficiencia desde las instituciones públicas que ordenan y actúan en estas actividades desde las Islas, a veces en alianza con instancias del Estado.

Pero ¿qué paso en 2009 y en parte de 2010? Pues algo muy sencillo: que la gente que suele tirar para Canarias, sobre todo trabajadores y clase media baja de los países desarrollados de Europa, no tenía un duro, y el poco dinero que había estaba en la caja fuerte, como medio de generar tranquilidad ante el futuro incierto que domina el ambiente. Con esta situación económica y financiera en la UE, las Islas tuvieron que tragar carretas y carretones, y confiar en el deterioro de la oferta, por la vía de los precios, para captar algo más, para tener pobladores en recintos turísticos en algunos casos desangelados. Tras las recuperaciones aún débiles de los países más potentes de la UE, en especial Alemania, se inicia otro rumbo y la escalada impulsada por este país empieza a sumar tanto como la coyuntura de inseguridad y de guerra que se activa en países del norte de África y de Oriente Próximo, destinos más baratos, más exóticos y en algunos casos más cercanos a las residencias de los turistas.

Así que la suma de esas dos cosas, más otras de las que hablaremos más adelante, permite que se produzca el vuelco, y en él estamos ahora. Éste es el vuelco que permite la vuelta, con juego de palabras incluido, a nuestros históricos 12 millones de turistas, que no está mal, pero que tampoco está bien ni debe ser el único ni el más relevante de los objetivos aún por alcanzar. Y resulta propio indicar además que, aparte de los factores externos que nos han ayudado a ser lo que éramos antes de 2009 (otra vez los 12 millones), siempre factores externos (los que activan y desactivan otros, un volante que no maneja Canarias), algo han contribuido al nuevo boom las medidas propuestas, negociadas y conseguidas por el Gobierno de Canarias (CC) a través de pactos con el PSOE, a cambio de prestar apoyo a esta formación política nacional (muy debilitada) en el Congreso de los Diputados y desde los escaños de CC.

Bonificaciones fijas

Y en este capítulo, importante, que no relevante (la valoración es muy diferente de la que calca Paulino Rivero día tras día), hay que meter, y de esto no hay duda, el instrumento de las bonificaciones de las tasas aéreas, apartado que sobre todo ha beneficiado a compañías de bajo coste (low cost), más que ninguna a Ryanair. Esta acción se puso en marcha en el segundo semestre de 2010, y se ha mantenido durante 2011, con la misma intención pero con cambios notables entre el modelo pasado y el hoy aplicado. En este capítulo, el presidente en funciones del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, siempre ha manifestado tenerlo claro. Y ha venido a decir que el objetivo de los gestores públicos en las Islas es que esta situación se prorrogue en 2012 y que a la larga pase de ser un fenómeno coyuntural a convertirse en algo estructural, con encaje legal pleno en la Ley del Régimen Económico y Fiscal (REF).

Y no hay más herramientas vitales nacidas e impulsadas desde Canarias. Pocas más. Bueno, están las clásicas acciones de promoción, a veces una repetición bochornosa, y cuestiones básicas, vulgares y de poca incidencia que sólo se venden en notas de prensa de bajo impacto. Y de lo de verdad, ¿qué? O, y de lo mío, ¿qué? Pues de lo suyo, de la rehabilitación y de la reconversión de los espacios turísticos, nada de nada, o casi nada, para no ser radicales. Sí es cierto que algún avance ha habido: la constitución de los consorcios de rehabilitación urbanística de San Bartolomé de Tirajana, en el sur de Gran Canaria, y de Puerto de la Cruz, en el norte de Tenerife, y las actuaciones, unas más desarrolladas que otras, canalizadas bajo el paraguas, entre otras normas, de la Ley de Medidas Urgentes, en cuyo lote debemos meter espacios deteriorados, muy deteriorados, de Lanzarote (Puerto del Carmen y Teguise), de Fuerteventura (Corralejo y Morro Jable), de Gran Canaria (Playa del Inglés), de Tenerife (Los Cristianos y Santiago del Teide) y de La Palma (Puerto Naos).

Estas iniciativas son meras previsiones, salvo la acción ya avanzada en Puerto del Carmen y alguna otra que parece que camina de verdad. Lo demás está por ver, y ya se tarda demasiado en darle un vuelco a esta cuestión, un cambio que debe propiciarse desde actuaciones estructurales dirigidas a configurar nuevos espacios integrales, nuevos usos y nuevos entornos que atrapen a los visitantes, que los hagan repetir y que se conviertan en verdaderos focos de generación de negocio turístico desde la innovación, la mejora de la calidad, la diversificación…, para, con la suma de todo esto y de los llamados intangibles, lograr la fidelización. Y en esto, al menos diez años después de concebido el análisis integral y desarrollada la ley que decía cuál era el camino y cuáles eran los instrumentos, hoy aún andamos, anclados, muy anclados, trabados; sin poder elevar el ancla para iniciar la nueva travesía. El momento fue en 2003, con el instrumento de la Ley de Directrices de Ordenación del Turismo, no desarrollada y guardada en el cajón de los recuerdos.

Fernando Senante lo dijo con mucha claridad en su intervención en la I Jornada sobre el Modelo Turístico de Canarias, organizada por Diario de Avisos y celebrada a mediados de mayo de 2011 en la sede central de CajaCanarias. Senante, que es arquitecto urbanista de reconocido prestigio y además gerente del Consorcio de Rehabilitación Urbanística de Puerto de la Cruz, fue muy claro: “Lo que tenemos que hacer ya se sabe y está en el BOC; lo que no se entiende es que aún no hayamos hecho nada”. O sea, que sabemos lo que hay que hacer pero, hasta ayer, para los políticos no era una prioridad. Hoy parece que esto ya no es así, pero las pruebas aún no son suficientes para asegurarlo con todas las de ganar. En fin, que queda todo por hacer si queremos tener mejor futuro, que no hay otro para las Islas que no esté vinculado al turismo, y que hay que pasar a la acción si no queremos que nuestra industria principal siga dependiendo en exclusiva de coyunturas externas, de dinámicas ajenas y de lo que pase en nuestro querido mundo desarrollado.

Así que a seguir cruzando los dedos, por lo malo que pueda llegar, y a ponerse a trabajar, que ya se sabe en qué, para conseguir que la sartén también la tenga algo cogida por el mango la misma Canarias; al menos un poquito, que ya toca casi diez años después de cuando debió pasarse a la acción.

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