Tomás Correa Mora nació el 3 de agosto 1951 y falleció el 4 de enero de 2011. A lo largo de su trayectoria profesional fue técnico de sonido en Radio Juventud de Canarias, de REM-CAR, de Radiocadena Española y de Radio Nacional de España (en realidad la misma empresa, aunque con distintas denominaciones, debido a sucesivas fusiones). Asimismo fue Jefe de Programas y Emisiones en las dos últimas emisoras.
Comienzos de la década de los 70, siglo pasado. Radio Juventud de Canarias no tenía unas grandes instalaciones y para grabar los programas un único espacio, que hacía las veces de locutorio, grabación, discoteca y lugar de reunión para los que acababan de grabar, los que estaban grabando y los que iban a grabar a continuación. En aquel lugar, justo a la entrada, había un cartel que ponía CALLE DE LA AMNISTÍA. Todo con mayúsculas. Allí nació, bajo el manto protector del director de la emisora, José Agustín Gómez, la denominada radio de participación que unos años después sería reconocida con un Premio Ondas.
Y uno de los primeros integrantes, uno de los primeros hijos de aquella radio tan especial, tan cercana y tan amiga, fue Tomás Correa. Y otros muchos, tanto como locutores, como periodistas o como técnicos de radio. En el caso de Tomás su actividad se centró en la técnica más que en hablar delante de un micrófono. Estaba muy a gusto “delante de la pecera” compartiendo satisfacciones con quienes estábamos “dentro de la pecera”. Pero siempre aportando ideas.
Sus amplísimos conocimientos musicales, de cine, de TV y de comics (hasta entonces más conocidos como tebeos o colorines) le convirtieron en el mejor consultor para encontrar ese tema que el locutor/periodista piensa que es el ideal para acompañar su reportaje, su crónica, su entrevista. En muchísimas ocasiones, y en aquellos tiempos de más penuria que las de ahora, cuando en la discoteca no estaba lo que quería, él mismo se encargaba de comprar discos (lo del CD, DVD, los ordenadores y las copias piratas llegarían mucho después) para enriquecer aquel texto o aquella idea que tenías sin concluir. Cada día llegaba con una bolsa cargada de material que, lógicamente, todos devorábamos antes de llegar la noche.
Tomás sabía aderezar como nadie los intervalos en cualquier programa y era amante de colocar una cortina musical de fondo allí donde se pudiera. Era como un actual DJ… pero para todo: para entrevistas, informativos, musicales, programas en directo, grabaciones, cuñas publicitarias o anuncios. Como a otros tantos (yo mismo) esa afición tan intensa, esa “radio de participación”, se fue convirtiendo con el paso del tiempo en algo más. Con amor y cariño dio paso a la auténtica actividad profesional.
Fueron momentos de una gran creatividad que la radio nos permitió explotar. Pero no fueron fuegos artificiales, sino atronadores éxitos que permitieron la expansión de aquellas enseñanzas más allá de Radio Juventud de Canarias, emisora-escuela en la que Tomás fue, sin saberlo ni pretenderlo, uno de sus profesores-maestros en su especialidad. Por eso, el recuerdo del fallecido Tomás Correa es, también, el homenaje a una faceta muy importante en el periodismo radiofónico, a tantos y tantos que han contribuido, colaborado, apoyado y enriquecido la labor de un locutor y/o periodista ante un micrófono. Y de manera muy concreta a contemporáneos en sus albores como técnico: Fernando Rojas, David Rodríguez, Norberto Yanes e Isidoro González; y también, el entonces colaborador Jesús Infante.
Si hiciéramos una oración periodística radiofónica con la noticia como sujeto y el verbo del informador, con seguridad, Tomás sería el complemento… perfecto. Como amante y periodista, sobre todo de radio, agradezco a Tomás Correa y a otros como él la grandeza por saber decir las cosas a tiempo, por corregirme sin molestar, por ayudarme sin entorpecer, por hacerme comprender que se puede hacer periodismo en equipo. Sin egos. Sin insultos. Como lo hacía Tomás.