El triunfo de Pedro Rodríguez y David Silva en el Mundial de Sudáfrica fue por unanimidad la gesta más significativa del deporte canario en 2010, durante un año otra vez marcado por la crisis económica. La misma crisis que acrecentó los destrozos de la campaña anterior entre los divisionarios y desnudó a los gestores mediocres. Fue un año exigente y difícil que condenó los pecados de soberbia, con el CD Tenerife a la cabeza, y encumbró a los más sensatos.
La consagración de Pedro y Silva, dos antidivos con duende que han hecho de la normalidad y la constancia dos de sus mejores virtudes, fue uno de los mayores motivos de orgullo para el deporte canario durante el 2010, un año donde el talento tuvo que abrirse camino entre la crisis. En un ámbito, el del deporte, donde nada ocurre por casualidad, no fue cuestión de azar que la capacidad para sobrevivir de los más sensatos obtuviera su recompensa entre las dificultades económicas.
El triunfo de la sensatez. La crisis deparó varias lecturas. Una, por ejemplo, que hacer más con menos no supuso un trauma, ni siquiera una sorpresa, para los más modestos, acostumbrados a desenvolverse en el fango. Pero sí hizo mella entre los que llevaban años dependiendo casi exclusivamente del dinero público. Y otra, que el tejido empresarial de las Islas, o no acaba de apostar de lleno por el deporte o elige a menudo mal sus inversiones. La crisis no fue pues el Apocalipsis para deportistas con la cabeza bien amueblada y adecuadamente asesorados, caso del regatista Javier Hernández, al que no le duelen prendas para ejercer de corresponsal tras pasar más de medio día en alta mar, escribir unas líneas y vender su producto al tiempo que suma méritos para llevarse la Copa del Mundo. Y tampoco fue obstáculo para clubes como el Jamper Aguere, que aprovechó los destrozos que hizo la crisis entre los habituales trasatlánticos del voleibol nacional para armar un bloque sólido y ganar la Superliga femenina.
Divisionarios en apuros. La reducción drástica de subvenciones ocasionó lo que hacía tiempo que ya se barruntaba. El fútbol sala, el voleibol, el balonmano o el baloncesto fueron los primeras víctimas del overbooking de equipos en categorías nacionales en que se había convertido el deporte canario, lo que, unido a los tiempos de crisis, acabó por desquebrajar esa burbuja casi insostenible desde el punto de vista económico y social. La unificación de recursos en torno a proyectos más aglutinadores, caso del balonmano masculino o la inevitable irrupción de convergencias, caso del Canarias y el Tenerife en baloncesto, fueron sólo un botón de muestra, mientras que otros las pasaron canutas para mantener su plaza en la élite. Tanto que, conforme avanzó 2010, no hicieron más que acercarse a una muerte anunciada, caso del CV Arona, o sobrevivir como buenamente pudieron entre nubarrones de desaparición: Patín Tenerife, Martiánez…
Alegrías a pesar de todo. Pese a todo, hubo quien triunfó entre las estrecheces financieras y digirió bien las nuevas circunstancias. Fue el caso del cuarto puesto del Canarias en la Adecco Oro, la octava posición de La Caja de Canarias en la Liga Femenina, la clasificación del Uni Tenerife para la fase de ascenso o la nueva incursión del Granca en las series por el título de la ACB el día después de la marcha de Lisandro Hernández. Tras veinte años de mandato en los que convirtió un club de colegio (el Claret) en sociedad anónima para erigirle en uno de los principales animadores de la ACB, el arquitecto grancanario daba un paso al costado y era relevado por Agustín Medina, quien accedía al cargo con la difícil tarea de alcanzar una mayor autosuficiencia económica, lejos del abrigo del Cabildo. El retorno a España, tras su periplo NBA, de Sergio Rodríguez, flamante fichaje del Real Madrid, y la reedición del milagro anual del Granca, que cerraba 2010 con otra clasificación para la Copa del Rey encarrilada, marcaron el año cestista.
Las sombras del fútbol. Entretanto, la crisis generó secuelas dispares en el deporte rey. Unos, los amarillos, escarmentados por errores de un pasado no muy lejano, recurrieron a la cantera antes de reavivar las cenizas de sus incendios económicos. Y otros, los blanquiazules, aún cegados tras el duro golpe que supuso el descenso a Segunda División después de un fugaz paso de sólo un año en la élite, prefirieron llenarse la boca con campañas que hablaban de un inmediato regreso a la gloria, declaraciones inoportunas sobre pasillos de honor del eterno rival y fichajes supuestamente rutilantes y a la postre de cartón piedra. Los primeros cerraron el 2010 en pleno tiovivo. Un inicio fulgurante y una posterior crisis de resultados, que acabaría desembocando en el cese de Paco Jémez, permitieron por el camino descubrir a una nueva hornada de futbolistas talentosos, fieles representantes de la fina escuela canaria de toda la vida, caso de Jonathan Viera o Vitolo. Y los segundos, acabarían pagando su falta de humildad para ingresar en un torbellino de despropósitos y entrenadores despedidos (hasta tres antes de la llegada de David Amaral, ya en 2011), que tiró por el sumidero las ilusiones del tinerfeñismo.
Las luces del polideportivo. Más allá de los disgustos del verde, el deporte canario volvió a presumir de figuras en su siempre fértil mosaico polideportivo. En el año I después del adiós al tatami de Gloria Casanova, Carmen Vicente y compañía prolongaron los éxitos internacionales en el kárate; mientras que Rosanna Simón, enrachada desde la irrupción de los petos electrónicos, hacía lo propio en el taekwondo, acompañada de los hermanos García Hemme; al tiempo que María del Mar Rodríguez seguía coleccionando triunfos entre las 16 cuerdas en full contact, kick bocking y K1. Más de lo mismo ocurrió en el windsurf, donde las hermanas Ruano alcanzaban la veintena de títulos mundiales al cierre de una década prodigiosa para ellas. En natación, donde Enhamed Enhamed se proclamaba tetracampeón del Mundo en Eindhoven. O en la sincronizada, donde Thais Henríquez se colgó dos platas en el Europeo de Budapest. Y en la vela, donde al brillante triunfo de Javier Hernández en el ranking final de las nuevas series mundiales se sumaron medallas parciales en distintas citas del circuito, como la plata de Tara Pacheco en el campo de regatas de Londres 2012, en Weymouth; el también segundo puesto de Alicia Cebrián en Miami o los bronces de Susana Romero y la pareja Sarmiento-Barreiros en Mallorca.
Lo que viene. La aparición de nuevos regatistas canarios en competiciones de máxima exigencia internacional (Laura Capdevila, Rayco Tabares, Gonzalo Morales…) no fue sólo mérito exclusivo de la vela. Es más, otras disciplinas vivieron la consagración o la aparición de nuevos talentos que han roto definitivamente el cascarón camino de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 o Río de Janeiro 2016. Fue el caso de la confirmación de Simón Siverio y Daniel Molowny en atletismo, disciplina que también vivió la irrupción de Jonay Jordán para sumarse a los habituales Mario Pestano, Germán Millán y compañía. Y fue sobre todo el caso del gran año vivido por el triatlón canario, modalidad que vive un auténtico boom en las Islas y que en 2010 alumbró una media docena de internacionales que han seguido la estela de Patricia Díaz. El tinerfeño Vicente Hernández, campeón de Europa júnior, los hermanos Naranjo, Ankara Ramos o Ricardo Hernández, entre otros, darán mucho de qué hablar a corto plazo.
Los habituales. También dieron que hablar durante 2010 los golfistas Rafael y Emma Cabrera-Bello en el circuito europeo, los tenistas Carla Suárez y David Marrero en la ATP o Marta Mangué y Eli Chávez con la selección de balonmano, undécima en el Europeo. Todos ellos fueron motivos de orgullo, igual que sin salir del mundo del balonmano lo fueron Daniel Sarmiento, en el FC Barcelona Borges, y el técnico conejero Ambros Martín al frente de ese milagro llamado Itxako, gran animador de la Champions femenina 2010/2011. Un rico crisol de alegrías, el del polideportivo canario, con un denominador común: el talento por bandera y el esfuerzo como receta. Y con una guinda irrepetible: la presencia de dos futbolistas de nuestra tierra, Pedro y Silva, Silva y Pedro, en la selección que hizo enloquecer a todo un país en aquel verano de 2010.
La vergüenza: Fuentes y el ‘caso kárate’
El 2010 también fue un año para sonrojarse. El caso kárate puso en tela de juicio la reputación de uno de los gimnasios de mayor prestigio de Las Palmas, hasta no hace mucho fábrica de internacionales, coincidiendo con la imputación de varios de sus responsables en un affaire masivo de abusos sexuales y corrupción de menores. E igual de desagradable resultó la implicación de Eufemiano Fuentes en la operación Galgo, el mayor escándalo de dopaje en la historia de deporte español. El caso involucró a varias figuras internacionales del atletismo patrio y volvió a señalar al doctor grancanario, también imputado en su día en la operación Puerto, como uno de los principales cerebros de una trama fea e indignante.