El título del Aguere, un receso en la caída

El título de Superliga Femenina cosechado por el Jamper Aguere en la temporada 09/10 ha significado el brote de una flor sobre un campo, el del voleibol canario, cada vez más estéril y alejado de la bonanza de la que gozó no hace muchas temporadas. Desapariciones de equipos emblemáticos de las Islas, dimisiones de presidentes y plantillas más modestas han cobrado ahora protagonismo para dibujar un panorama desalentador.

La crisis económica que rodea al deporte canario, y a toda Canarias, obliga a recalcar el gran mérito contraído por toda la familia del Aguere. El club que dirige y preside Ambrosio González obtuvo el mejor fruto del trabajo, la constancia y la fe en un proyecto que no ha cumplido aún su segunda década de existencia. En menos de dos lustros entre las grandes escuadras del país ya ha conseguido el máximo entorchado nacional. Además, lo hizo con cierta autoridad, al imponerse en la última ronda del play off por el título al Menorca (3-1). Antes, las aurinegras habían apeado de la pugna por el campeonato al Ribeira Sacra en cuartos de final y al todopoderoso Murcia 2005 en semifinales.

No obstante, si el éxito del conjunto lagunero ha significado la noticia más agradable en 2010, la desaparición del equipo femenino del CV Las Palmas, denominado en su última etapa Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria Cantur, ha supuesto el hecho más desafortunado. El equipo identificado siempre por su auténtico alma mater, Sergio Miguel Camarero, no fue capaz de soportar la soga económica que le oprimía desde hacía varias temporadas ni tampoco de superar deportivamente una campaña que finalmente lo condenó al descenso. Ahí tocó fondo un club que había conseguido adjudicarse el título liguero siete años atrás y que hasta había llegado a disputar la final de una competición continental, la Copa CEV.

Por si fuera poco, el comienzo del 2011 ha sido testigo de la evanescencia de otra entidad señera de esta disciplina, incluso en el ámbito nacional. Se trata del CV Tenerife Sur. El cuadro aronero sobrevivió a un descenso que no llegó a consumarse gracias a la invitación cursada por la Real Federación Española de Voleibol para que continuara compitiendo en la élite. Fue entonces cuando el infatigable Jaime Fernández Barros debió explotar sus enormes conocimientos y recursos para formar una plantilla en tiempo récord; eso sí, de escasas garantías de éxito, como luego se confirmó al ocupar de nuevo una de las dos plazas que indican el camino hacia la Liga FEV. Una vez más, Fernández Barros intentó por todos los medios sacar adelante un proyecto que nació de la nada y que año tras año fue granjeándose, a través de sus destacados méritos, el reconocimiento y respeto de todos los clubes españoles.

Sin embargo, hastiado de tener que sortear continuos problemas financieros, el profesional asturiano ha decidido arrojar la toalla. Por el camino también cayó Eulogio Hernández, presidente de la entidad del sur de Tenerife, que dimitió después de 14 años al frente de un proyecto por el que luchó con el propósito de consolidarlo en la Superliga Masculina pese a las dificultades que siempre encontró. En los últimos años, los medios de comunicación sirvieron de soporte a las llamadas de auxilio de una entidad amenazada por la desaparición que milagrosamente terminaba encontrando alguna ayuda que le permitía mantenerse vivo. Definitivamente, su resistencia se ha agotado sin que nadie acudiera a la salvación de un club del que han emergido jugadores internacionales de la talla de Fran Rodríguez, ahora en el FC Barcelona y asiduo de las convocatorias de la selección española absoluta.

Por tanto, para el curso competitivo 2011-2012 se presenta un panorama menos halagüeño, con solo un representante canario en la Superliga Masculina: el Club Voleibol 7 Islas Vecindario. Mientras, Jamper Aguere, Tenerife Fígaro Peluqueros y Las Palmas de Gran Canaria 2016 son los equipos femeninos del Archipiélago en la máxima categoría, que intentarán aspirar a lo máximo que le permitan las plantillas que sean capaces de conformar en función de sus cada vez más escasos recursos pecuniarios. La crisis económica, unida a la coincidencia de hasta cinco escuadras femeninas del Archipiélago en una Superliga Femenina de 12 participantes, propició que al término de la campaña 09-10 las tres últimas posiciones fueran ocupadas por el CV Tenerife Fígaro Peluqueros, Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria Cantur y Traysesa Santa Cruz.

El potencial de rotaciones como la del otrora denominado Tenerife Marichal se ha visto tan mermada que, principalmente, el entusiasmo y buen hacer de su presidenta Zoraida Lorenzo -viuda de Quico Cabrera, uno de los mandatarios más brillantes que ha dado el volei nacional- ha conseguido mantener vivo al club que en 2004 protagonizó una de las gestas más destacadas del deporte canario, su victoria en la Liga de Campeones europea. Pero esos eran otros tiempos, en los que el contexto económico era bien diferente al que castiga actualmente a nuestra sociedad. Y lo cierto es que ahora han quedado al descubierto los frágiles cimientos financieros en los que se apoyaban la mayoría de clubes.

La dependencia de las subvenciones recibidas de las instituciones públicas se ha hecho más patente al tener que recortar éstas sus aportes y al comprobar cómo se resentían por este motivo los presupuestos de los equipos. Todo ello, al margen de que también las empresas privadas, en algunos casos, han reducido de manera considerable su contribución y, en otros, han retirado por completo el patrocinio. De igual manera, la decadencia en el ámbito institucional dentro del voleibol en las Islas se ha trasladado al parqué. Así, el nivel de juego al que hoy en día tiene acceso el aficionado isleño ya no es el mismo del que disfrutaba hace menos de un lustro.

Durante el apogeo, sobre todo del CV Tenerife, algunas de las estrellas que más brillaban en el panorama internacional miraban a los clubes de Gran Canaria y Tenerife como posibles destinos profesionales, de ahí que deportistas del prestigio de Magaly Carvajal, Elena Godina, Virgine de Carne, Neslihan Darnel o la mediática Maurizia Cacciatori pasaran a formar parte alguna vez del club blanquiazul. Ya no se ven jugadoras de ese caché en nuestras canchas, a no ser que vengan enroladas en las plantillas de los rivales que visitan las islas. Por consiguiente, el efecto dominó que irremediablemente produce todo esto ha terminado por ahuyentar al aficionado de los pabellones insulares, lo que hace menguar todavía más las arcas de los equipos.

La duda ahora estriba en si el desvanecimiento del voleibol canario es pasajero o definitivo; y si es parcial o total. La tradición de esta modalidad deportiva en las Islas invita a soñar con una recuperación futura. Lo que no parece tan probable, por el momento, es que se vuelvan a alcanzar las cotas de éxito de antaño. Tampoco se estima como lógico que se repita la coincidencia de tantos equipos de esta comunidad autónoma en la máxima categoría del voleibol nacional. Y es que la fórmula que proponen las principales instituciones administrativas de Canarias es la de la fusión; es decir, la creación de un equipo representativo en cada provincia o isla que aglutine las subvenciones y las contraprestaciones publicitarias.

Ahora, sólo el tiempo y los futuros acontecimientos determinarán si Canarias recuperará su lugar entre las principales potencias del voleibol nacional o si, por el contrario, dentro de unos años se recordará con nostalgia aquella época en la que las Islas fueron referencia de este deporte en España.

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