Mucho ha dado que hablar el proceso de convergencia del baloncesto en Tenerife, fundamentalmente por las particularidades que presenta esta disciplina desde su génesis y desarrollo hasta hoy. Y también por la permanente fragmentación en una dualidad Santa Cruz/La Laguna que ha hipotecado desde siempre la posibilidad de existencia de un solo club asentado y con garantías de competir en la máxima categoría del baloncesto nacional.
El Cabildo de Tenerife, con la sana intención de terminar de una vez por todas con la fragmentación del baloncesto insular -y mirándose por enésima vez en el espejo de ciudades como Málaga, que con décadas de antelación fueron capaces de ver que era imposible pelear entre dos clubes con la misma ubicación geográfica por una misma franquicia ACB- y en el marco de la crisis económica que ahoga a gran parte de nuestro equipos, instó a los dos representativos en el mundo de la canasta, Tenerife Baloncesto y CB Cantera Base 1939 Canarias, a un proceso de convergencia que desembocara en un solo club en el plazo aproximado de un año.
Este proceso se diferencia del ya (fallido) llevado a cabo a mediados de la década de los 90 en que en esta ocasión no hay ninguna fusión de dos clubes para quedar en uno, sino que técnicamente el CB Cantera Base 1939 Canarias (en adelante CB Canarias) adquiriría el paquete mayoritario de acciones del Tenerife Baloncesto SAD, provenientes de la fundación del baloncesto de Tenerife. De esta forma, el CB Canarias seguiría existiendo como club (aunque sólo podría competir en categorías de base) y su asamblea de socios marcaría las directrices a la junta directiva, que a su vez las llevaría a cabo en el consejo de administración de la SAD.
En consecuencia con lo expuesto, en la élite sólo quedaría un gran club, con el CIF actual de la SAD, y que pasaría a denominarse Isla de Tenerife Canarias, con un consejo de administración en el que la junta directiva del CB Canarias tendría la mayoría accionarial. Por tanto, en ningún caso hablaríamos de una fusión entre un club deportivo y una Sociedad Anónima Deportiva, sino de una convergencia de dos clubes que siguen existiendo, pero que posibilita la presencia de un solo club en una competición profesional, que dispondrá de un conjunto filial, con el objetivo de la formación de jóvenes jugadores de nuestra Isla.
Este proceso de convergencia, según se estipula en el acuerdo firmado entre las tres partes (los dos clubes y el Cabildo de Tenerife) debería llevarse a cabo en dos fases. Una primera, que se corresponde a la temporada deportiva 2010-2011 en la que ambos clubes competirán por separado, con el Canarias en la categoría LEB Oro y el Tenerife Baloncesto en la liga EBA, con el mismo nombre comercial de Isla de Tenerife Canarias. En esta fase transitoria, el Tenerife Baloncesto debería sanear su deuda de aproximadamente 850000 euros, como conditio sine qua non, para pasar a la siguiente fase, gracias al adelanto de las subvenciones que el Cabildo otorgaría al club en los próximos cinco años, en caso de que hubiera seguido existiendo como tal. En caso de no llegar a un saneamiento total, esta primera fase se prolongaría una temporada más. En una segunda fase, pensada inicialmente para la temporada 2011-2012, con la SAD ya saneada, habría un solo equipo en la competición profesional de la LEB Oro, bajo la denominación de Isla de Tenerife Canarias. Y por tanto, un solo club representativo en la élite.
Lo pactado… y la realidad
Hasta aquí lo firmado, lo pactado sobre el papel, con un apretón de manos que parecía histórico dejando una imagen que en principio resolvía los problemas de una isla que divisaba con sana envidia deportiva los éxitos del vecino amarillo entre los grandes del baloncesto español. Pero casi nueve meses después, ¿qué ha ocurrido? ¿Cuántos obstáculos se han encontrado los protagonistas en primera persona? En el momento de escribir este artículo (mayo de 2011), hay tantas posibilidades de que el proceso culmine con éxito como que de que se hunda para continuar con el statu quo preexistente. En primer lugar, hay que manifestar que el convenio de convergencia ha contado desde el principio con el rechazo frontal de la práctica totalidad de los accionistas del Tenerife Baloncesto y de un sector importante e influyente de la masa social del CB Canarias.
Este ha sido un gran obstáculo de entrada. Aunque, cronológicamente, el primer punto en discordia fue el nombre comercial que en esta primera fase de transición debía llevar el Tenerife Baloncesto, que en el convenio se especifica que debe ser el mismo para los dos equipos, el de Isla de Tenerife Canarias, como ya hemos comentado. Los rectores blanquiazules, han argumentado un informe contrario de la Federación Española de Baloncesto, que se oponía a que dos clubes pudieran llevar el mismo nombre comercial, con lo que el equipo ha continuado denominándose, en esta primera fase, Tenerife Baloncesto. Pero el punto clave de esta primera fase de desarrollo del convenio está en que la SAD quede totalmente saneada.
La deuda de la misma está en torno a las 850.000 euros y entre las subvenciones adelantadas y otros conceptos, el Tenerife Baloncesto ha llegado a unos 700.000 euros de reducción, aproximadamente. Significa esto que el consejo de administración debe negociar quitas con los acreedores por un valor aproximado de 150.000 euros si quiere llegar a junio con la SAD totalmente saneada y con deuda cero, objetivo que como ya hemos señalado se recoge en el convenio como condición indispensable para continuar adelante con la convergencia. Este es, sin lugar a dudas, el gran obstáculo ahora mismo.
Sin embargo, la interpretación de alguna de las cláusulas estipuladas y, sobre todo, del espíritu del convenio, ha sido fruto de enfrentamiento entre las partes hasta el punto de llevar en la recta final del curso 10/11 al CB Canarias a emitir un comunicado público en el que se planteaba la posibilidad de romper el acuerdo, ante “la nula implicación” por parte del Tenerife Baloncesto. La realidad nos indica que en esta primera temporada, y posiblemente guiados por la presión continua de su masa social y el entorno de ex presidentes, el Tenerife Baloncesto ha diseñado una plantilla alejada de los parámetros de formación que se le presupone a un equipo que en la segunda fase debe ser el filial de la liga EBA.
Además, sus dirigentes y su cuerpo técnico han hablado públicamente y sin complejos de ascenso a la categoría inmediatamente superior, la LEB Plata, alegando que el convenio no se los prohíbe, ya que éste recoge, que no podrán jugar en la misma categoría que el CB Canarias… pero no se señala nada en torno a esta categoría intermedia de la LEB Plata, objetivo que no han logrado deportivamente, pero que podría llegar por vía administrativa. Finalmente, un último factor parece favorecer muy poco el buen final del proceso: los comicios electorales del 22 mayo han provocado el cambio en la Consejería de Deportes del Cabildo de Tenerife y la salida, hacia el Ayuntamiento de Santa Cruz, del hombre que más ha peleado por que el convenio llegue a buen fin, Dámaso Arteaga.
Con todo lo expuesto, se plantean serias interrogantes de cara a los meses estivales. ¿Será capaz el Tenerife Baloncesto de dejar su deuda a cero? ¿Tienen verdadera voluntad los miembros del consejo de administración del Tenerife Baloncesto de rubricar el proceso de convergencia? ¿Se aferrarán a la presunta existencia de un informe del Consejo Superior de Deportes que alega que el proceso vulnera la normativa existente? En caso de no salir adelante la convergencia, ¿devolverá el Tenerife Baloncesto el dinero del plan de saneamiento al Cabildo Insular, tal y como recoge el convenio firmado? ¿Romperá el acuerdo el CB Canarias ante lo que entienden en La Laguna como “nula implicación” del Tenerife Baloncesto?
La solución, en los próximos meses.