Aquí tampoco están todos los que son. El imposible inventario de los héroes cotidianos hace que el año fronterizo número 10 sea el de Pedro y Silva, campeones del mundo, y, por tanto, iconos de una juventud mayoritariamente en paro. Fiebre y balón. Acaso el tema inspire a Martín & Sicilia, revelación en Arco 2007…
El cronista deportivo estuvo sembrado al poner este pie bajo la instantánea de un equipo de fútbol: “y ya fuera de la foto, el entrenador fulanito de tal”. Aquí tampoco están todos los que son. El imposible inventario de los héroes cotidianos hace que el año fronterizo número 10 sea el de Pedro y Silva, campeones del mundo, y, por tanto, iconos de una juventud mayoritariamente en paro. Fiebre y balón, carne de museo, como cuando llevaron al cine a Zidane en el MOMA. Acaso el tema inspire a nuestros Gilbert & George, la pareja canaria Martín & Sicilia (revelación en Arco 2007). Admirable el despegue de este dúo de artistas desinhibidos, como el del arquitecto Fernando Menis levantando un auditorio en la ciudad polaca de Torun, apeada de la carrera por la capitalidad europea de la cultura, en la que permanece Las Palmas de Gran Canaria.
El volcán existe. Saramago, en los cuadernos de Lanzarote, acudía a fundirse con su rostro. Ha sido un año de ebullición de cultura insular, tras un bienio de agitprop que, por fin, cunde en el exterior. De pronto, artistas, escritores, cineastas, actores, bailarines, diseñadores, músicos o poetas, en torno a 2.000 nombres, circundan el mundo en un septenio: Canarias exporta talentos atlánticos, en la acepción de Benito Cabrera, que empuñó la escopetarra o, en su caso, el coltimple en el Carnegie Hall, un año antes, en son de paz. El año de la onu de las islas del citado programa cultural, nos eleva el orgullo patrio estevaniano. De tal modo que Carlos Belda, discípulo de Robert Lepage, representaría Islands (Teatro Tamaska) en Chipre, ida y vuelta; o 2RC Teatro (tras el éxito de El cerco de Leningrado) llevó fuera -y entre islas- sus mares habitados.
Nuestra escena está hecha de hazañas, como Delirum Teatro (con 2RC en la élite de las nominaciones de los premios Max); o el Festival Sur-Encuentro Teatral Tres Continentes, de Agüimes; o la veterana Escuela de Actores de Canarias, que vi nacer en La Laguna en los años grises. La danza contemporánea articuló un cruce de conceptos (Tenerifedanzalab, Sysphe Heureux y CATI), alentado desde el Auditorio de Tenerife (más tarde Adán Martín), Lost & Founds, de gira por Canarias, Francia y Turquía. Hay vacas sagradas, retoños y arte póstumo (el rescate de Pedro Garhel tras su muerte acaecida en 2005): pintura, fotografías, o instalaciones en museos y galerías como TEA, CAAM, Regenta…
Las comisarias Miriam Durango y Shelby Graham, canaria y californiana, intercambiaron sendas colectivas entre las islas y EEUU. Otra coelaboración -fue un año de duetos-, la de Orlando Brito y Nilo Palenzuela, alumbró Horizontes insulares, una visita literaria y artística a once territorios rodeados de mar: Canarias, Azores, Madeira, Cabo Verde, Cuba, República Dominicana, Guayana, Puerto Rico, Guadalupe, La Reunión y Martinica. Aquí asomó una colada de novelistas con vocación generacional. Canarias invoca desde los 70 un nuevo Rimbaud que sustituya al malogrado Félix Francisco Casanova, el diarista, poeta y novelista rabioso (El don de Vorace) que reedita Demipage. Y, a su vez, el Ministerio de Cultura concedía el Premio Nacional de Literatura (Poesía) al recordado José María Millares Sall (editorial Calambur).
Los editores canarios desafiaron a la crisis: desde Idea a Baile del Sol, pasando por Artemisa, con la Biblioteca Premios Canarias de Literatura. Sabas Martín y Luis León Barreto fueron traducidos a varios idiomas. Autores no necesariamente consanguíneos sacaron libros: Juan Cruz, Armas Marcelo, Víctor Ramírez, Víctor Álamo, Pablo Martín Carbajal, Domingo-Luis Hernández…, y el incombustible Alberto Vázquez Figueroa, premio de novela histórica Alfonso X El Sabio con Garoé. En este bosque prendió un recetario oral, Canaritapa, del cocinero Rogelio Quintero y el fotógrafo Roberto de Armas, acreedores al eco internacional de su obra. Y el historiador Nicolás Lemus dio a la imprenta su reconstrucción detectivesca de la visita de tres de los Beatles -antes de su deificación- a Tenerife en los años 60.
Carlos Cólogan nos regaló una impagable biografía de su apellido irlandés y Rafael Zurita recorrió el siglo XX del Puerto de Santa Cruz de Tenerife a través de la prensa. Una insólita joya del género mili (novela del soldado enamorado de la isla), Tenerife y las palabras, de Luis Otaduy, fue desempolvada medio siglo después de escrita. Mientras, la crisis se cebó con el cine. Dunia Ayaso y Félix Sabroso estrenaron La isla interior; Fresnadillo regresó al cine de terror; Elio Quiroga, Caldas, Guillermo Ríos…; Mateo Gil rodó en Bolivia un western con Sam Shepard. Y el bel canto celebra la tríada de tenores made in Canary Islands: Jorge de León, Celso Albelo y Francisco Corujo, tras la estela de Kraus. Otra leyenda se cuece en el world music en torno al proteico y fulminante canario El Guincho, que se ratifica con su tercer álbum, Pop negro…