Uno más entre los grandes

Por si existía algún tipo de duda, el CB Gran Canaria aprovechó 2010 para confirmar que su austeridad económica y la humildad de un proyecto limitado no son óbice para codearse, una vez más, y otra también, entre los grandes del baloncesto nacional. Los claretianos han convertido casi en costumbre el pelear por estar presente en la Copa del Rey y colarse finalmente en los play off por el título de la Liga ACB. Y por descubrir figuras donde otros sólo ven saldos.

El enésimo milagro amarillo tuvo su penúltimo capítulo en la temporada 09/10, cuando bajo la dirección técnica de Pedro Martínez, el Granca concluía la fase regular con 17 victorias y otras tantas derrotas, un balance que le permitió colarse como octavo en las eliminatorias por el título, y olvidar así el mal sabor de boca que le produjo el no estar en la Copa del Rey sólo por un peor basket average que otros aspirantes. Ya en cuartos de final, los isleños caerían por 2-0 ante un FC Barcelona que logró sacudirse, por fin, el infierno en el que se había convertido para el grupo azulgrana el Centro Insular de Deportes.

Fue el año del descubrimiento de Jaycee Carroll. El escolta norteamericano demostró que tras su inocente rostro se oculta un instinto casi asesino para anotar. El nuevo descubrimiento del buscador de tesoros Himar Ojeda (director deportivo de la entidad amarilla) había resultado todo un hallazgo. Máximo anotador de la campaña 09/10, este mormón de apenas 1,88 seguía la estela de otros grandes anotadores que en su día vistieron la camiseta amarilla, caso de John Morton en los 90 o, más recientemente, Carl English.

Ya en el curso 10/11, Carroll agrandó su prestigio con actuaciones memorables, una capacidad de liderazgo descomunal y un nuevo entorchado de killer de la canasta, con casi veinte puntos de media por encuentro. La historia se repite y el Granca, tras hacer el esfuerzo de retenerlo al menos por una segunda campaña, ve como emigra otro diamante ya pulido en busca de otros retos en un club de mayor pedigrí. A Jaycee le espera un grande de Europa, el último escalón que le falta subir y demostrar que únicamente por sus escasos 188 centímetros no engrosa ahora las filas de alguna de las franquicias de la NBA.

Pero el CB Gran Canaria no acaba en Carroll. El pundonor debajo de los aros de Xavi Rey, la clase de CJ Wallace y el arrojo de Javier Beirán son únicamente algunos de los exponentes de una plantilla que además ha tenido el mérito superlativo de saber sobreponerse a las lesiones de hombres tan decisivos como Taurean Green y Sitapha Savané. Con todo, los isleños llegaron al Top16 dentro de la Eurocup, mientras que en la ACB se metieron, de forma más holgada que nunca, en la pelea, por el título. Y acabaron quintos la liga regular antes de caer ante el Caja Laboral.

Por resultados, filosofía y sentimiento, el Granca ha logrado que el Centro Insular de los Deportes se quede pequeño en cada partido. Y la afición pide ya a gritos la mudanza. Será un traslado al futuro Palacio Multiusos, obra cuya ejecución se ha retrasado debido a una millonaria financiación que no terminaba de completarse. Un recinto que será sede del Mundial de Baloncesto de 2014, repitiendo así el hito del que disfrutó Tenerife en la edición de 1986.

La Adecco Oro y la ‘fusión’

Algo más abajo, en la Adecco Oro, la vida tampoco experimentó en 2010 demasiadas variaciones. La campaña 09/10 cerró sus puertas con un Tenerife Baloncesto que escapó de la quema deportiva (la llegada de hombres como Lou Roe y Gustavo Ayón permitió a los de Iván Déniz no caer en descenso), pero no así administrativa. Y es que las miserias económicas de los blanquiazules, heredadas y acrecentadas con el paso de los años, les obligaron a dar un paso al costado (para militar en la Liga EBA) y ceder definitivamente la hegemonía local a un pujante CB Canarias, más sano tanto en materia deportiva como presupuestaria.

Los aurinegros ya fueron cuartos en la fase regular de la temporada 09/10 con 21 triunfos y solo 13 derrotas, un balance que confirmaba su evidente crecimiento en pos de recuperar glorias pretéritas. Ya en los play off por el ascenso los laguneros pudieron con el León y a punto estuvieron de doblegar también al Menorca, pero una derrota en el quinto y definitivo encuentro les dejó a las puertas de la final. La esperada pero a la vez traumática marcha del buque insignia canarista, Jakim Donaldson, marcó un antes y un después en el devenir de la escuadra de San Benito. El pívot, indiscutible MVP de la Adecco Oro en el curso anterior, daba el salto a la ACB y cedía el bastón de mando a un Richi Guillén que asumió con total naturalidad su papel de líder.

Pero con Guillén solo no bastó. El pívot tinerfeño no fue suficiente para que el CB Canarias repitiera al menos el papel del curso pasado. Un sinfín de lesiones desde la misma pretemporada, un extracomunitario inmaduro (Rod Flemings), dos foráneos (Mike Gansey y Mac Koshwal) que no terminaron nunca de explotar, y la irregularidad de algunos de los nacionales condicionó sobremanera las aspiraciones de un plantel que al menos tuvo arrestos para meterse de nuevo entre los conjuntos que pelearían por el ascenso a la ACB. Ya en los cruces, los canaristas sucumbieron de forma cruel en cuartos de final ante el Girona.

Fue en el quinto y decisivo partido y con un triple en el último segundo de Levi Rost, exjugador aurinegro. Lo acaecido sobre la cancha favorecía el destino de un año llamado a ser de transición por aquello de favorecer una convergencia de la élite cestista tinerfeña, auspiciada por el Cabildo Insular. Cambio de pabellón, de nombre e incluso de colores. Tres lustros después, y en un nuevo intento de mezclar agua y aceite con el fin de hacer más llevaderas las penurias económicas del momento, el consejero de Deportes Dámaso Arteaga ha liderado una cruzada cargada de baches, trabas y peros, y cuya culminación, si se llega a producir, deberá esperar al menos otra temporada más.

Un capítulo aparte merece el UB La Palma, otro de esos clubes acostumbrados a subsistir con lo puesto y ya todo un clásico dentro de la Adecco Oro. Los palmeros acumulan dos temporadas consecutivas en las que se quedan a las puertas de las eliminatorias por el ascenso, todo un logro si se examina el potencial teórico de su plantilla. Esta pasada campaña la entidad presidida por Toni Acosta encontró en el Gran Canaria, en forma de club vinculado (jugadores cedidos que abarataron la plantilla), una tabla de salvación a la que agarrarse y poder mantenerse con vida dentro de la segunda división del baloncesto español. Entre Juan Palacios, Sebas Arrocha y compañía, el UB La Palma dio más de una campanada en lo que podría haber sido un canto de cisne para un club con un futuro muy incierto si no logra recabar los apoyos necesarios para su pervivencia más inmediata.

En féminas, poco o nada hay que contar que resulte novedoso. La Caja de Canarias ha encontrado en la media tabla de la Liga Femenina el hábitat perfecto para no sufrir ni verse obligado a luchar por cotas mayores. En una plantilla plagada de extranjeras, la veterana Rosi Sánchez pone la nota local a la espera de que en el semillero amarillo vuelvan a madurar esos valiosos frutos que ya han dejado algunas cosechas en temporadas anteriores. En Liga Femenina II, el Uni CajaCanarias repitió presencia, aunque sin éxito, en la fase de ascenso, una cita a la que le faltó un suspiro por alcanzar al Aguere Isla de Tenerife. Al igual que en el baloncesto masculino tinerfeño, la dispersión de recursos imposibilita que haya derbis en la máxima categoría.

El retorno a España de Sergio Rodríguez después de cuatro temporadas en la NBA marcadas por los altibajos, fue otro de los hechos destacados de 2010. Pese a haber recuperado en los New York Knicks las sensaciones positivas con las que casi nunca dio en los Blazers, el Chacho priorizó el volver a tener un papel principal y no de reparto. Por ello, el base tinerfeño, estudiantil de formación, recaló en el eterno rival, el Real Madrid. Su objetivo, ser uno de los estandartes en el proyecto blanco de Ettore Messina. Sin embargo, el jugador lagunero ha visto como su regreso a casa no ha sido todo lo deslumbrante que esperaba y deseaba, alternando no pocos partidos discretos con algunos de cierta brillantez.

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