Bermúdez: de las dudas al ‘efecto Bankia’

El 11 de junio de 2011 será un día marcado en la vida política de José Manuel Bermúdez Esparza. Después de veinte años desempeñando distintas funciones como consejero del Cabildo Insular de Tenerife, lograba una de sus mayores ilusiones: ser alcalde de Santa Cruz de Tenerife. Y lo consiguió de la manera más extraña, pero que se ha puesto muy de moda: gobernar sin ganar las elecciones.

Por primera vez en su historia, Coalición Canaria no ganó las elecciones municipales en su ciudad-símbolo: Santa Cruz de Tenerife. Cristina Tavío, candidata del Partido Popular, lideró en las elecciones municipales de mayo de 2011 la fuerza política más votada. Pero su victoria no fue suficiente para que se convirtiera en la primera mujer alcaldesa de la ciudad. Y es que el futuro del nuevo alcalde ya lo habían escrito Paulino Rivero y José Miguel Pérez en una reunión que mantuvieron en casa del empresario Martín García Garzón, dueño de Montesano, en la que se pactó la unión de CC y el PSOE en esta nueva legislatura. Allí se acordó un pacto en cascada y que recogía que la alcaldía de Santa Cruz no se movería de las manos de los nacionalistas. Cosas de la política. Con este acuerdo y con sus peores resultados electorales, el PSC-PSOE pasaría a tener más poder que nunca en las administraciones canarias.

Pero el camino de Bermúdez no fue fácil. Las declaraciones públicas iniciales del candidato socialista Julio Pérez, y que luego se tuvo que comer, sobre su intención de pactar con el PP y descabalgar a CC de la alcaldía hicieron temblar los cimientos de CC, que veía en ese movimiento el comienzo del fin de tantos años de poder. La situación se tensó de tal manera que hasta se llegó a barajar la idea de que la alcaldía chicharrera fuera por el sistema de time sharing, dos años para uno y los otros dos años para el otro. Una idea descabellada que ya se ha visto en otros municipios de la isla que no ha funcionado.

Pasado el primer escollo, Bermúdez tomó posesión de una alcaldía bajo la sombra de Miguel Zerolo y todos los escándalos que le persiguieron en sus últimos años. Una sombra que le ha costado mucho quitarse de encima y que ha sido uno de sus principales objetivos en estos dos años que lleva de alcalde. Desde luego que su andadura no ha sido fácil y ha tenido que lidiar con toros muy bravos, entre ellos la inclusión en su equipo de concejales como Hilario Rodríguez y Ángela Mena, el primero impuesto por Zerolo y la segunda por Paulino Rivero. Esos dos nombres eran de obligada inclusión dentro de los diez primeros de la lista, si no quería tener ningún problema dentro del seno del comité local de Santa Cruz.

Pero donde Bermúdez ha tenido más apoyo ha sido en dos personas que en un principio no eran sus aliados, Julio Pérez y José Ángel Martín. Del primero ya hemos dado sus razones y del segundo estamos hablando de la persona que le plantó cara y denunció a Zerolo por el famoso caso de las Teresitas. Quién iba a pensar que la persona que denunció el escándalo más grave que ha tenido Miguel Zerolo se haría cargo años después de la Concejalía de Urbanismo. Ni que decir tiene que su nombramiento sentó muy mal a los zerolistas y al propio Zerolo.

Desde luego, no está siendo un mandato fácil, con un Ayuntamiento anquilosado en el pasado y arrastrando unas deudas millonarias de la nefasta gestión de sus últimos años. Bermúdez ha perdido más tiempo en apagar todos los fuegos que tiene el Ayuntamiento que en poder sacar adelante proyectos para la ciudad, entre otras razones porque no hay un sólo euro. Lo que hay es para Capítulo 1 (pago del personal) y poco más. De todas formas, han habido dos momentos que han marcado estos dos primeros años de Bermúdez en la Alcaldía y uno de ellos ha significado una inflexión en su mandato.

El primero fue la dimisión de Julio Pérez, por motivos profesionales dice él, y que todo el mundo sabía menos el propio Bermúdez, quien no se enteró hasta que el propio Pérez se lo comunicara un lunes entrando en su despacho. Julio Pérez nunca ha terminado una legislatura entera y esta no iba ser menos. Se iba junto con Mónica Molina, abogada del bufete de Pérez y que la había fichado para llevar la concejalía de Deportes. En público, Bermúdez agradeció a Pérez su labor estos años como socio, pero en privado no entendía su decisión, que lo dejaba prácticamente tirado y con una mayoría muy justa para seguir gobernando en Santa Cruz.

Pero, sin duda, la decisión que ha dado el espaldarazo a Bermúdez fue la de plantarle cara a Bankia después de que una vecina de Santa Cruz se plantara en una de las sucursales de esta entidad bancaria y se pusiera en huelga de hambre, saliendo en todos los medios de comunicación a nivel nacional. Y ahí tendrá que estarle siempre agradecido Bermúdez a Alberto Bernabé. Y es que de Bernabé salió la idea de retirar todo el dinero que tenía el ayuntamiento en Bankia si no resolvían los problemas que tenían con los desahucios. Esta medida, sin duda, ha sido un punto de inflexión en el mandato de Bermúdez y un espaldarazo a su gestión.

Quedan casi dos años más de legislatura y son muchos los objetivos y proyectos que se han marcado desde el Ayuntamiento de Santa Cruz. Entre ellos, quizás el más importante sea sacar del ostracismo a una ciudad que desde hace años está muerta comercialmente debido a la dejadez de sus dirigentes.

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