La UD y el éxito del nuevo estilo

Ilusión. Con esa esperanza terminó el año 2012 la UD Las Palmas. 14 partidos seguidos sin perder entre Liga y Copa situaron al equipo cerca del objetivo planteado por el presidente Miguel Ángel Ramírez a principios de curso: intentar jugar las eliminatorias por el ascenso. Una meta diferente a la del curso pasado, con la permanencia como palabra clave en el discurso de jugadores y cuerpo técnico.

En la temporada 11-12, con la permanencia como meta en el discurso de jugadores y cuerpo técnico, todos se olvidaron de que, una vez salvada la categoría, había tiempo para luchar por algo más. Jonathan Viera se marchó al Valencia, Vitolo se quedó, se fue Juan Manuel Rodríguez y llegó al banquillo Sergio Lobera, el nombre que corea el estadio de Gran Canaria porque con él ha llegado un estilo de fútbol que gusta más a la afición. Y en esas está el equipo. Con el apoyo de la gente, con el aval de los resultados y con la ilusión inamovible. Y eso que el año comenzó convulso. En enero el club llegó a un acuerdo con el Granada para el traspaso del considerado mejor jugador del equipo, Jonathan Viera, por tres millones de euros. Las prisas del club por venderlo a mitad de temporada respondían a que el jugador terminaba contrato en junio de 2013 y no confiaba en venderlo por una cantidad mayor en verano. Jonathan Viera rechazó la oferta y al final ganó él. El de La Feria acabó firmando por un club de mayor nivel, el Valencia. Las Palmas recibió menos dinero, dos millones y medio de euros. Más allá de la cuestión económica, la intención del club de venderlo en enero dejaba claro que la directiva consideraba que la permanencia se podía conseguir sin Viera, pero también que luchar por los puestos de promoción no era prioritario.

Y en esa disyuntiva entre mirar hacia abajo o hacia arriba en la clasificación se mantuvo el equipo hasta final de temporada: en tierra de nadie. La intrascendencia de la Liga, con triunfos que hacían volar la imaginación y derrotas de vuelta a la realidad, creó inestabilidad en el vestuario y en el club. En un entrenamiento en Maspalomas a finales de abril, Mariano Barbosa estalló y aseguró estar “muy caliente” por “la actitud de pasotas” de algunos compañeros tras perder contra el Xerez y no crear ninguna oportunidad de gol. Ese mismo día, media hora después, David González contradijo a su compañero al decir que no notaba ninguna falta de actitud en el equipo. La mayor llegó a principios de mayo en la despedida de Jonathan Viera en el estadio de Gran Canaria. Las Palmas perdió contra el Cartagena y el público abroncó no sólo a los que estaban en el césped y en la pista de atletismo, sino también al palco presidencial. La reacción de Miguel Ángel Ramírez una vez concluido el encuentro fue la de amenazar a los jugadores: no seguiría en el club quien no sintiera los colores de la camiseta como es debido.

Todo el mundo sabía que Juan Manuel Rodríguez no seguiría como entrenador. En la rueda de prensa de despedida, el técnico que había cumplido su misión de mantener al equipo en la categoría dejó claro que el objetivo que le planteó el club era la permanencia y no la promoción de ascenso, como había asegurado el presidente en los momentos en que el equipo estaba más cerca de esos puestos. Agradeció a Tonono su labor con la cantera, aseguró que volvería a entrenar al equipo pero no con la actual dirección técnica (en referencia a Toni Cruz y a Juanito) y se marchó agradeciendo el cariño de la afición. Con la marcha de Juan Manuel Rodríguez, la directiva buscó un nuevo proyecto con otro objetivo: intentar jugar la promoción, estar en la lucha, cerca de esos puestos. El mensaje del presidente fue muy claro y por eso trajo a un entrenador con otra filosofía de fútbol, más de ataque, más de juego bonito como se conoce en el argot futbolístico. Pero un desconocido a fin al cabo. De Sergio Lobera sólo se conocía que se había formado en el Fútbol Club Barcelona, pero eso era ya una garantía de estilo.

Dos jugadores son la bandera de esta nueva aventura: Nauzet Alemán, que desde enero se había convertido en el primer fichaje al confirmar que no renovaba su contrato con el Valladolid y que por tanto venía a coste cero, y Vitolo, el jugador más brillante de la plantilla y por el que el club rechazó una oferta de más de dos millones de euros del Real Madrid. Además de Nauzet, llegaron Deivid, Murillo, Crisantus y Thievy, fichajes que están dando resultados. El último en llegar fue el lateral izquierdo Atouba, que se lesionó en los primeros entrenamientos y no pudo debutar en 2012. La Liga empezó bien con un triunfo en Santander pero el equipo tocó fondo en la décima jornada. Pese a los malos resultados, Lobera pretendió tranquilizar a la gente con un discurso de paciencia, que no todo era tan malo como parecía, que hacía falta un poco de tiempo para que los jugadores asimilaran conceptos de su forma de jugar, que había que corregir errores como encajar demasiados goles a balón parado o fallar tantas oportunidades de gol. La desconfianza de la grada era total e incluso de la directiva, que llegó a cuestionarse la continuidad del entrenador. Finalmente se optó por la paciencia y el equipo encadenó una racha de 14 partidos sin perder entre Liga y Copa que le permitieron cerrar el año muy cerca del objetivo.

En medio de esa magnífica racha, el club se encontró a finales de noviembre con una demanda de embargo del expresidente Manuel García Navarro, que pide cuatro millones de euros al club, cantidad que asegura le corresponde según el concurso de acreedores. En esa guerra todavía están Ramírez y García Navarro, que intentan llegar a un acuerdo sin pasar por los tribunales. Con los problemas económicos siempre presentes, la Unión Deportiva Las Palmas cerró el año 2012 con la esperanza de conseguir algo grande en junio de 2013. Las premisas se están cumpliendo. Fichajes que funcionan, una plantilla unida que cree en el modelo y un entrenador que ha venido con ideas que se identifican con el estilo que gusta a la gente, y con un espíritu autocrítico de permanente inconformismo. Todo el mundo cree en Lobera y en los jugadores. Así, 2012 se cerró con el objetivo encaminado, y sobre todo, con el deseo permanente de la afición de que la Unión Deportiva Las Palmas, más de una década después, regrese a la Primera División.

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