Maestro de maestros

César Fernández Trujillo de Armas (1937-2012), nombrado Hijo Ilustre de Tenerife por el Cabildo Insular, trabajó en Radio Juventud y Radio Popular (COPE), donde brilló como narrador deportivo o al frente de programas de investigación. También trabajó en Radio Isla, donde se jubió en junio de 2011. La calidez de su voz y sus aptitudes personales como comunicador le convirtieron en presentador de multitud de veladas de arte, galas de Carnaval y acontecimientos sociales o políticos relevantes de Tenerife.

César Fernández-Trujillo. Maestro de maestros. De insuperable señorío. De excelsa elegancia ante el micrófono. Ejemplo para todos los que tuvimos la ocasión de escucharle y, por lo tanto, de aprender de un profesional excepcional. Un locutor irrepetible. Nunca tuve el placer de trabajar a su lado, pero siempre fui uno de sus numerosos seguidores. Los amantes de la radio deportiva lo recuerdan con cariño. En mi caso, además con respeto y gigantesca admiración. Insisto, el mejor maestro para los periodistas de mi generación. Pulcro narrador, pausado, vivaz, con el punto exacto de emoción en el momento apropiado, certero en los adjetivos, respetuoso con el futbolista y con el oyente que nunca tuvieron que soportar la estridencia que jamás formó parte de su particular manual de estilo. Era un recital radiofónico.

La mejor escuela para los que tuvimos una vocación precoz. Voz cálida, singular, distinta, envolvente, cautivadora. Inimitable. Profesional versátil, capaz de lidiar cualquier eventualidad con gran desparpajo y, faltaría más, con enorme capacidad de convicción. Un periodista creíble. El periodista modelo. Un señor. No le conozco enemigos. No creo que existan. César se dejaba querer. Irradiaba amabilidad. Brindó cariño y recibió respeto. Suele pasar.

César también nos deja una herencia de valor incalculable. La mejor herencia que puede dejar un padre. Un hijo. El otro César Fernández-Trujillo, una excelente prolongación de su padre. Sobran comentarios. Es la mejor carta de presentación. Alumno aventajado. Además tuvo suerte, al profesor lo tenía en casa. Sus compañeros tenemos el placer de compartir el día a día con él. He disfrutado a su lado más de veinte años. Veinte años dan para mucho. Conoce de sobra la estima que le profeso. Un gran trabajador. Un compañero divertido. Silencioso y respetuoso, claro, como su padre. César padre también deja una hija. No he tenido el gusto de conocerla en profundidad pero no me resulta difícil suponer que se trata de una gran mujer.

César, gracias. Muchas gracias por todo.

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