El descalabro del PSOE a nivel estatal tras las elecciones generales de 2011 tuvo radicales consecuencias en la formación de gobiernos tanto en el plano autonómico como en el insular y local en las Islas. Sin embargo, en Canarias la debilidad se manifestó desde hace ya algunos años. No sólo es una crisis de resultados electorales, tras cosechar sus mejores cifras en los comicios de 2007.
El PSC-PSOE logró excelentes resultados en las islas durante las elecciones de 2007, con 26 diputados electos en el Parlamento de Canarias. Pero ya entonces se larvaba una crisis que se plasmó en 2013 con la constitución de una serie de mayorías con el PP en varios municipios de todas las Islas. Se trata de una deriva que, por el carácter personalista de algunos de sus representantes electos —da igual en la institución que fuera—, ha puesto en peligro no sólo la estabilidad de las referidas instituciones, sino que les ha supuesto un abismo cercano a la desaparición en La Palma y graves consecuencias en El Hierro, La Gomera, Gran Canaria y en los más conocidos casos de El Tanque y Tacoronte en Tenerife.
Pero como todo lo que sucede tiene sus raíces en un pasado no muy lejano, bueno sería entender y poner en la balanza el escasísimo apoyo que cosechó el ahora secretario general de los socialistas en el Archipiélago, José Miguel Pérez, que con sólo un 54% de los apoyos salió elegido como máximo dirigente del PSC-PSOE en las islas y no logró, ni mucho menos, cerrar las heridas abiertas y rechazar las culpas por el deterioro del apoyo social de sus electores en Canarias, que pasaron de los 26 diputados de 2007 a los 15 cosechados cuatro años después.
Su errática política, más ligada que nunca a las decisiones de Ferraz con la intención de no perder el control y tratar de cerrar la crisis interna por las bravas, ha supuesto una auténtica losa para desarrollar estrategias que consoliden una táctica pegada al suelo de las Islas. Sólo así es comprensible los vaivenes y configuraciones de mayorías contranatura establecidas el pasado año con el PP en instituciones locales e insulares, por el simple hecho de tocar más poder, que han puesto en peligro la estabilidad del Gobierno de Canarias y los pactos en las principales localidades de las Islas.
Sin embargo, desde la época de Jerónimo Saavedra al frente del Ejecutivo autonómico, nunca antes como ahora, en esta legislatura, el Partido Socialista Canario había conseguido cogobernar en más instituciones locales. Por el número de votos obtenidos, podría colegirse, sin mucho espacio para la duda, que han sabido rentabilizar muy bien la bajada del número de sufragios si se observa su representación en los diferentes gobiernos locales e insulares, además, claro está, de la Vicepresidencia del Gobierno de Canarias.
En La Palma, por ejemplo, los socialistas gobiernan con los populares en nueve de los 14 municipios de la Isla, además de en el Cabildo, una auténtica grieta que aún no se ha cerrado pese a los intentos del propio Gaspar Zarrías, enviado desde Ferraz para tratar de imponer orden y que se fue sin conseguir nada más que avivar aún más las diferencias entre los seguidores del actual pacto con el PP y el solitario Manuel Marcos Pérez, al que, tras las expulsiones del partido de los seis consejeros insulares, no le quedó otra que presidir una comisión gestora tras el evidente peligro de la desaparición de su formación política en la isla.
De hecho, toda la escenografía de la refriega interna se ha entendido y comentado en los diferentes medios de comunicación como la venganza de los críticos con el sector oficialista de José Miguel Pérez, a quien nunca apoyaron, pues no están entre ese 54 por ciento de partidarios que lo eligió como secretario general de los socialistas en Canarias. De aquellos polvos, estos lodos. El tiempo dirá si los palmeros vieron bien acabar con 17 años de gobierno nacionalista (Coalición Canaria) en la institución insular.
Algo similar ocurrió en el municipio tinerfeño de El Tanque, donde los cuatro concejales de los socialistas se unieron a los dos del Partido Popular para arrebatar la alcaldía a los nacionalistas de CC. Siendo una de las primeras grietas entre socialistas y nacionalistas en Tenerife, y dado que se barruntaba una caída en cascada de los pactos en toda la isla, e incluso en Canarias, la realidad del mantenimiento de intereses comunes no ha permitido que esto ocurriera.
Así, en pactos no exentos de temblores, como en Santa Cruz de Tenerife, el PSOE ha otorgado tal carta de naturaleza emprendedora a Coalición Canaria, que su acontecer político no puede entenderse en la actualidad al margen o lejos de las posiciones y del estilo de gobierno de los nacionalistas, hasta tal punto que se funden discursos y, salvo matices o alguna que otra pelea perdida en el tiempo de los tiempos de Zerolo, nada ocurre ni nada solivianta a las huestes de José Ángel Martín en el consistorio del edificio de la calle de Viera y Clavijo de la capital chicharrera.
Y llegados a este punto, al que le podemos unir otros ejemplos no menos sangrantes, como el de Tacoronte, donde fue rechazada la moción de censura propuesta por los disidentes del PSOE y los populares y repuesto el alcalde nacionalista, el socialismo en Canarias no deja de sorprender, en este caso más a propios que a extraños. La consigna de no importa con quién se pacte con tal de acariciar poder se ha revelado insuficiente como plataforma desde donde los socialistas pudieran recomponerse de la larga crisis que los acogota desde hace demasiados años. Cuando mejor les van las cosas, más se agudizan y sangran las heridas internas no cerradas a tiempo.
Al parecer, la fórmula de la aplicación de los estatutos y los reglamentos internos, sin discusión política y usando siempre la imposición vía Ferraz, no ha hecho más que reabrir simas profundas que en muchos casos no responden a la estrategia del PSC sino a sus rivales políticos (CC-PP) en las Islas, por lo que algunas de las discusiones no se establecen por motivos ideológicos o de estrategia socialista propia, sino como resultado de la actividad de los que debieran ser considerados por el PSOE como rivales y no como meros aliados para alcanzar el poder en las diversas instituciones.
La tozudez de la realidad sitúa ahora al PSC en un discurso que pocos se creen, incluso los propios, y dificulta enormemente la elaboración de un programa que le dé identidad, más allá de los prometidos cambios internos, a los que la ciudadanía ni apoya ni deja de apoyar, máxime cuando la voz socialista ha quedado muda o amordazada por otros intereses ajenos que se han defendido, a veces con demasiada pasión, como si fueran propios. Me parece que están en el momento de establecer diferencias programáticas de calado si lo que se pretende es volver a disponer de aquel apoyo ciudadano que aprovechando la ola del Zapatero, la misma que luego los ahogó, le permitió disponer nada menos que de 26 diputados en el Parlamento de Canarias.
Mucho me temo que no están ahora ni en las mismas condiciones, ni por supuesto con las mismas mujeres y hombres. Algunas y algunos han sido borrados de la escena política por el inexorable paso del tiempo, otros por sus personalismos carentes de mesura y finalmente —y la mayoría de ellos— condenados a aceptar matrimonios de conveniencia muy poco recomendables para su estabilidad ideológica.