La UD Granadilla escribió en la temporada 14-15 una de las páginas más brillantes del deporte femenino en Canarias. El club liderado por Sergio Batista logró el objetivo para el que se fundó: el ascenso a Primera División. Para su actual presidente, no es solo el éxito del Granadilla, sino también el del resto de conjuntos femeninos que intentaron idéntico propósito –sin éxito– en campañas anteriores.
El ascenso a Primera División, que se había resistido tantas veces al fútbol femenino tinerfeño, se logró este año por méritos propios. Y con una factura brillante. “Estas chicas ya son historia y son leyenda de nuestro deporte”, esgrime el presidente Batista, orgulloso de ellas. En la hora de los reconocimientos es bueno recordar que el cuadro sureño se había fundado a instancias de Andrés Clavijo y que a su persistencia corresponde buena cuota de mérito en la gesta firmada en Sevilla, tras una eliminatoria inolvidable ante el Betis, que obliga a recordar otros partidos similares, firmados por el Tenerife ante idéntico rival y en circunstancias parecidas hace más de un cuarto de siglo.
Como entonces, el pistoletazo de salida de esta eliminatoria se dio en la Isla —el choque inaugural del duelo se disputó en El Médano— y el desenlace feliz llegó en Sevilla ante el Betis. Por eso dicen los dirigentes del representativo que existe cierto paralelismo con el ascenso logrado por el Tenerife en la misma ciudad y ante el mismo adversario, por cuanto también aquella proeza significó un antes y un después en la historia del equipo blanquiazul. Para el Granadilla, éste fue el segundo intento. Un año antes el Albacete había privado a las chicas de hacerse un hueco en la élite nacional y el trance había sido tan duro como doloroso. Llegado el momento del ascenso, revela Batista que tal vez se habría planteado desistir en caso de un nuevo fiasco.
No obstante, el Granadilla tenía todo a su favor: un grupo de futbolistas unidas y con el suficiente talento para subir, una masa social creciente, un respaldo económico imprescindible y unas bases sólidas para garantizar que, en caso de éxito, sería viable un proyecto en Primera División. Al vagón del éxito se sumó la determinación de la televisión pública canaria, que ofreció en directo la señal del último partido y dio color a una hazaña que, sin la presencia de las cámaras, quizás no tuviese tanto realce. El camino hacia la meta no fue nada fácil. Y por el camino hubo momentos complicados, como un relevo en el banquillo —Toni Ayala sustituyó a Ainhoa Meléndez— que resultó muy contestado y polémico.
El cruce final, eso sí, resultó apoteósico. En la ida, un 3-1 esperanzador convertía al Granadilla en favorito… aunque el gol en contra dejase aún la eliminatoria abierta. En la vuelta, con el respaldo en la grada de un buen puñado de entusiastas seguidores tinerfeños, se alcanzó un éxito que ya fue definitivo y otorgó al Granadilla el pasaporte para un sueño que la afición isleña ya disfruta. Lo siguiente fue ponerse a trabajar en el futuro, que ya es presente. Así, Batista asumió las riendas —antes ya era el alma máter de la institución, pero la presidía Eduardo Chinea— y se puso al frente de las operaciones.
En un principio surgió la duda para elegir sede. Fue difícil la decisión a este respecto: quedarse en el sur o mudarse a la capital. El apoyo y la firmeza del Ayuntamiento de Granadilla de Abona, que respaldó el proyecto sin fisuras, decantó la balanza a favor de la primera opción. Al tiempo, se iniciaron las gestiones para recibir las suficientes ayudas por parte de empresas y aficionados. La masa social del club respondió y la directiva se fijó el ambicioso objetivo de sumar 1.000 abonados. No tardaron en presentarse las equipaciones, de color blanco y azul por motivos obvios. Sin rivalizar con el Tenerife, también adquiría rango de representativo. Y añadiría entonces el nombre de la isla a su denominación oficial.
Adaptados a la élite
Los primeros pasos del equipo en Primera División han sido felices. El estreno, aunque sin triunfo, fue todo un acontecimiento con el todopoderoso Barça como primer visitante. Bajo la batuta de Toni Ayala, con un largo currículo en clubes masculinos, el grupo liderado en el campo por la talentosa María José Pérez se ha granjeado el respeto y la admiración de todos. Después de un inicio titubeante, los resultados avalan la apuesta por un grupo de futbolistas que ya aspira a la clasificación del plantel para la Copa del Rey, que jugarán los ocho mejores del curso. El mérito del Granadilla, más allá de resultados y alegrías pasajeras, es la reivindicación firme del deporte femenino.
Con su trayectoria alcista le ha dado la visibilidad y el mérito a la tenacidad de un sinfín de chicas que sueñan con ser algún día jugadoras profesionales. Ahora, este anhelo ya parece más cerca para las niñas que juegan en colegios e institutos. Y lo ha conseguido el club representativo en el mejor y más adecuado momento, ahora que el fútbol jugado por mujeres ha alcanzado una dimensión inusitada, con audiencias millonarias en varios países, llenos en los estadios de las grandes capitales y la conquista en España del sitio que las féminas merecían. No en vano, hasta se ha dado un paso al frente por parte de la Liga de Fútbol Profesional (LFP), que proyecta organizar también el campeonato que ahora está bajo auspicio de la Federación.
El éxito del Granadilla ha permitido y permitirá que pasen por la Isla los mejores equipos del país, pero sobre todo ha puesto en valor el nivel de las jugadoras canarias. La intención de Batista y su grupo de trabajo es aunar a las mejores futbolistas del Archipiélago bajo el paraguas del representativo, aunque no es siempre es posible —hay todavía algunas rencillas que resolver— y se hacen necesarios fichajes foráneos que han valido para acabar de dar forma a un plantel competitivo, combativo y poderoso. En todo caso, sobresale María José, prima de Ayoze Pérez, jugador tinerfeño del Newcastle, con quien mantiene no pocas similitudes. Es ella la crack y goleadora del equipo, un referente y también un símbolo.
“Sabíamos que había que ficharla y la tenemos con nosotros; difícil será, por mucho que tenga ofertas, que acepte ahora irse de la que es su casa”, apunta un Batista feliz, que ha visto cumplirse su sueño. Ahora el reto es mantenerlo y dar un paso más: consolidar al Granadilla en el mapamundi del fútbol femenino. Las bases son tan firmes que casi nadie duda de que lo conseguirá.