El año en que Canarias recuperó el pulso

El año en que Canarias recuperó el pulso. Ese fue 2014. Tras un largo periodo de crisis, todos los indicadores comenzaron a alinearse para consolidar un cambio de tendencia. La contracción llegó a su fin para dar paso a un crecimiento del PIB del 2,2%, liderando la recuperación entre las comunidades autónomas –segunda tras La Rioja– y tras remontar un descenso del •0,4% en 2013. Un crecimiento que posibilitó que los canarios recuperaran riqueza. Aun siendo todavía insuficiente dado el calado de la recesión, el PIB por habitante se aceleró alcanzado cifras solo superadas por los datos de 2008.

En esta remontada, el sector turístico fue un factor esencial gracias a los trece millones de visitantes por vía aérea, lo que que representó un incremento del 7%, además de los cerca de dos millones de turistas de cruceros, un 18% más. Y al gasto que realizaron, también con un aumento del 7%, y que motivó que el 88% de los empresarios del sector mejorara sus resultados, muchos de ellos con cifras de dos dígitos.

Con una línea ascendente en el resto de indicadores como la creación de empresas, el consumo interno o el comercio exterior, las Islas dejaron de destruir empleo. Según la EPA del último trimestre de 2014, nos situamos como la autonomía con mayor crecimiento de ocupados, un 4,8%, frente al 0,3% estatal. Hay que tener en cuenta que en este periodo se produce, en Canarias, un incremento en la incorporación de población activa, al contrario de lo que ocurre en el conjunto de la economía española.

Por su parte, el trabajo autónomo y el emprendimiento también giraron hacia el signo positivo. Canarias cerró el año con un aumento de 4.468 trabajadores autónomos, lo que supuso un incremento del 4%, la mayor subida de España. Aunque no hemos salvado todas las dificultades, 2014 fue el punto de inflexión, el despegue que inició un ciclo virtuoso que se afianza en 2015: continúa el crecimiento, se crea más empleo y las grandes cifras macroeconómicas comienzan paulatinamente a trasladarse a familias y empresas.

Lo que demuestra que somos un pueblo con capacidad de reacción a pesar de nuestros condicionantes derivados de la lejanía e insularidad; una capacidad acreditada en el ámbito privado y también en el ámbito público. Atravesando la más profunda crisis que hemos vivido en las Islas en esta etapa democrática, la gestión del Gobierno de Canarias contribuyó decididamente al empuje de la actividad productiva.

Con el esfuerzo de todos, desde la Consejería de Economía, Hacienda y Seguridad, aplicamos políticas económicas•financieras caracterizadas por el rigor, la solvencia y el compromiso con el control del gasto; aspectos que evitaron un mayor deterioro en el empleo, en el tejido productivo y en los servicios esenciales. No en vano, en 2014 nos situamos entre las cuatro únicas comunidades que cumplieron el objetivo de déficit, entre las menos endeudadas y entre las que rebajaron el periodo de pago a proveedores.

Unos activos que inyectaron más recursos al presupuesto social y productivo; dinamizaron la economía abonando en plazo las facturas a las empresas; y, sobre todo, salvaguardaron el estado del bienestar evitando la ruptura de la cohesión social y territorial de las Islas, nuestra máxima prioridad. Hechos que contradicen a aquellos que sentencian que de nada sirve cumplir con el déficit y contener la deuda. Argumentos que ocultan no sólo la obligación constitucional y prioritaria del pago financiero, sino que silencian que son las comunidades autónomas incumplidoras y las más endeudadas las que más han recortado el bienestar y más freno han puesto al crecimiento.

Ese rigor, ese compromiso con el control del gasto, nos permitió que en los presupuestos canarios que aprobamos para 2015 pudiéramos rebajar en un 48% el pago de intereses para aumentar en un 2,5% el peso del gasto social. Unos ahorros en el coste financiero que se trasladaron principalmente a sanidad, educación, servicios sociales, fomento del empleo, infraestructuras y el apoyo a nuestro sector primario. Y también a rebajar los impuestos. El año 2014, y gracias a unas cuentas saneadas, pudimos reducir el tramo autonómico del IRPF que entró en vigor el pasado enero para beneficiar a los que menos tienen e inyectar así recursos a la economía. La disminución fue del 20% para las rentas bajas, superior a la que hizo el Estado; y del 4% a las rentas medias, invirtiendo la tendencia en las altas elevándoles el tipo impositivo, con el objetivo de mejorar la justicia fiscal.

Son iniciativas en un escenario cargado de dificultades. La asfixia de ingresos estatales tanto por la vía de los presupuestos generales como por un sistema de financiación, que nos sigue dejando a la cola en recursos para la prestación de servicios básicos, nos obligó a grandes esfuerzos y a una férrea disciplina en el gasto. Con menos recursos, gestionamos de forma más eficiente, priorizamos actuaciones, sorteamos decisiones traumáticas y, en la medida que nos fue posible, contribuimos a un crecimiento que se inició en 2014 y que fue germen del que hoy se consolida.

Para empujar este nuevo ciclo, también fue el año de la reforma de los aspectos fiscales del REF. Un gran revulsivo para el crecimiento y el empleo con renovados instrumentos destinados a facilitar y estimular la actividad. Con el nuevo REF diseñamos y aprobamos una herramienta a disposición de empresas y emprendedores, auténticos motores del crecimiento, con la que Canarias inaugura una etapa expansiva.

Espero, confío y deseo que todos los esfuerzos realizados, tanto públicos como privados, hayan servido para que en las Islas clausuremos definitivamente estos años de escasez y de máximas dificultades.

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