Entre la gloria y la desilusión

La temporada 2014/15 quedará en la historia como una de las más grandes del baloncesto canario. Un hito con un claro protagonista: el Herbalife Gran Canaria, que acarició la gloria al ser subcampeón de la Eurocup. Tras un torneo casi inmaculado, la racha del grupo dirigido por Aíto García Reneses sólo se truncó cuando se topó en la final con el todopoderoso Khimki ruso. No obstante, queda un logro para enmarcar.

El subcampeonato europeo del Gran Canaria es el contrapunto de una temporada en el que el rendimiento en las competiciones locales, por debajo de lo esperado inicialmente, impidió que el año fuera redondo. Tampoco lo fue para el Iberostar Tenerife, que en su tercera temporada seguida en la élite cumplió de sobra el expediente, aunque le faltó el último impulso para poderse meter en la Copa del Rey primero y pelear por los playoff por el título después.

Una mayor inversión económica, las ansias de crecimiento por parte de los dueños del club, el fichaje para el banquillo de Aíto García Reneses y la celebración de la Copa del Rey en el Gran Canaria Arena eran sólo algunos argumentos para pensar que el Herbalife estaba en disposición, en el curso 14/15, de hacer algo grande. De tocar a la puerta del club selecto de poderosos del baloncesto español y llegar lo más lejos posible en Liga y Copa.

En una senda paralela se encontraba la Eurocup, a la que regresaban los claretianos tras haber renunciado el año anterior por limitaciones monetarias. Y de hecho la segunda competición continental en importancia empezó siendo más obligación que otra cosa a causa de los largos y continuos desplazamientos que podían mermar a la plantilla amarilla de cara a la competición nacional… pero el Granca se fue sintiendo cada vez más cómodo en sus partidos entre semana.

De esta manera salvó sin un solo error la primera fase, solo cedió en uno de los seis encuentros que disputó en el Last 32 y mantuvo su dinámica ganadora en los cruces, salvando con solvencia los octavos (Cedevita Zagreb), los cuartos (Pinar Karsiyaka) y las semifinales (Unics Kazan). Casi sin darse cuenta, estaban a las puertas de ganar un título europeo, algo impensable hace unos años. Un sueño del que despertó el Herbalife con los dos golpes asestados por el Khimki de Moscú.

El conjunto ruso, que ya entonces tenía el potencial suficiente como para estar entre los mejores en la Euroliga, le infligió dos derrotas en la final que impidieron al Granca entrar en el Olimpo de los escogidos, pero que no empañan una competición casi redonda. Aunque quizá por ese sobreesfuerzo de jugar dos partidos por semana el Herbalife no terminó de arrancar en la Liga Endesa. Un salto de calidad que sin embargo no se antojaba tan perentorio toda vez que los claretianos, 25 años después volvían a organizar una Copa del Rey.

Debía ser la presentación en sociedad definitiva, y más cuando el sorteo quiso ser benévolo, sobre el papel, con los de Aíto, toda vez que los emparejó en cuartos con un Joventut que en esas fechas había entrado en barrena. Parecía todo predestinado a que el Granca llegara de nuevo a semifinales. Como mínimo… Pero a los claretianos les pudo el miedo escénico y en un constante querer y no poder vieron como la Penya acababa enmudeciendo el Gran Canaria Arena.

Fue un mazazo con verdugo propio, Taph Savané, otrora hijo pródigo del club, y que tras el partido no pudo contener las lágrimas sabedor del golpe mortal que había asestado a la que fue (y volvió a ser más tarde) algo más que su familia baloncestística. A medio digerir el traspié copero, y todavía divididas las fuerzas para atender una cada vez más exigente Eurocup, el Herbalife fue al tran tran en la segunda vuelta de la Liga Endesa.

Lograron los de Aíto que equipos como el Barça y el Valencia hincaran la rodilla en el Gran Canaria Arena, pero tropiezos fuera del guión condenaron a los isleños a una octava plaza en la fase regular y el consiguiente cruce con un Real Madrid que ese curso no entendía de sorpresas. Fue, seguramente, el escalón que le faltó subir a un Granca de mucho mérito y cada vez más consolidado en el grupo noble del basket nacional.

Despedidas sentidas

Fue también el adiós de dos ídolos de la afición, Tomás Bellas y Edy Tavares, en un curso que desembocaría, igualmente, en un cambio en la presidencia, a la que llegó Miguelo Betancor para sustituir a Joaquín Costa en el enésimo cambio de fichas con tintes políticos que en estos tiempos ha venido rodeando a la entidad claretiana. Solo así, en medio de esos capítulos convulsos, y con sus pros y sus contras, se entiende el reciente y constante crecimiento de este club.

Mientras, en Tenerife, el Iberostar también se quedó en tierra de nadie. Eso sí, la exigencia del club lagunero nada tenía que ver con la de sus vecinos grancanarios. Los de Alejandro Martínez siempre anduvieron en una zona tranquila. Sin que peligrara nunca su permanencia, pero sin el suficiente punch para meter la cabeza en el grupo de los punteros. Situación que vivieron de lleno los laguneros en dos ocasiones.

La primera fue al término de la primera vuelta, cuando más de uno elucubró incluso con un duelo frente al Granca en la Copa. Sueño frustrado por las cuatro derrotas seguidas de los aurinegros que los apartaron de la cita del Gran Canaria Arena. Pero lejos de descolgarse, los canaristas siguieron fieles a su estilo liderados por Luke Sikma, dejando destellos de espectacularidad por parte de Nico Richotti… e incluso recuperando para el baloncesto profesional al ex del Granca Xavi Rey.

Solo así se entienden la paliza al Laboral Kutxa (91-56), la exhibición ofensiva en la cancha del Bilbao, entonces cuarto clasificado (83-101) o la demostración de raza para llevarse un derbi que se le había puesto casi imposible (71-68), y en el que Richotti hizo 11 puntos en los últimos dos minutos. De nuevo estaban los de Martínez en disposición de colarse por primera vez en casi tres décadas en las eliminatorias por el título.

Pero como ocurriera algunos meses atrás, a los del Santiago Martín solo les dio la gasolina para acabar la fase regular en una desconcertante undécima plaza. Una posición que quizá pudiera saber a poco, pero que realmente sirve para consolidar a los tinerfeños dentro de la denominada segunda liga más potente del mundo.

Más allá de la élite masculina, el Gran Canaria 2014 se tuvo que conformar con ser décimo en la Liga Femenina, mientras que un división más abajo el recién creado Clarinos Ciudad de los Adelantados salvaba los muebles gracias a una ampliación de la categoría en la que entró por méritos propios el incipiente Adareva Tenerife.

Ya en la Liga EBA, el RC Náutico (que mantiene su condición de vinculado con el CB Canarias), tras quedarse un año antes a un suspiro del ascenso, pasó a lograr la permanencia en la última jornada. Lo hizo a costa del CB Santa Cruz, descendido y cuyo hueco fue cubierto por el filial del Gran Canaria, que ahora recupera la oportunidad de foguear a sus promesas en un torneo más exigente que la Primera Autonómica.

Sergio Rodríguez o la costumbre de los títulos

El baloncesto canario también tuvo, por encima del resto, un nombre propio en la temporada 14/15: Sergio Rodríguez. El base tinerfeño del Real Madrid ya había protagonizado un curso de ensueño en el ejercicio 13/14, estado de gracia que prolongaría en el tiempo con actuaciones sobresalientes; y lo que es más importante, con títulos. Y es que El Chacho ganó todas las competiciones en las que participó. Hasta en seis ocasiones se subió a lo más alto del podio el de El Ortigal en apenas un año natural. La racha comenzó con la Supercopa Endesa, siguió en febrero en Gran Canaria con la Copa del Rey, tuvo uno de sus momentos culminantes con la consecución de la ansiada Euroliga por parte del Real Madrid, que solo semanas después también se hizo con la Liga Endesa. Casi sin tiempo para el asueto, Sergio celebró su paternidad con el oro del Eurobasket, cita en la que además fue incluido en el quinteto ideal. El círculo se cerró en Brasil con la Copa Intercontinental. Para el tinerfeño ganar títulos, durante un año, fue casi una rutina.

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