Hemos perdido un avión… ¿o no?

A las tres de la tarde del jueves 27 de marzo el 112 recibió múltiples llamadas en las que se advertía de que un avión estaba en el mar, frente a la costa de Jinamar en Gran Canaria. En la cabeza del operario estaba el accidente que una semana atrás tuvo un helicóptero del Ejército del Aire en Fuerteventura, cuando se precipitó al mar; y el de Spanair de 2008. Todas las alertas se dispararon.

Aquel jueves 27 de marzo se activaron todas las alertas en el 112 y desde el aeropuerto de Gran Canaria confirmaron que sí, que había un aparato en el agua… aunque a los controladores no les faltaba ninguno. Eso les llevó a pensar que se debía tratar de alguna avioneta que, sin haber presentado su plan de vuelo, se hubiese caído al mar. Extrañados, pidieron a los pilotos que estaban en el aire que les ayudasen a encontrar a la aeronave perdida. Primero, un comandante de la aerolínea Vueling avisó de que, efectivamente, veía un aparato en el agua. Después se comentó que el bimotor era de color amarillo, lo que llevó a pensar se trataría de un reactor de la aerolínea TUI Fly; y después se dijo que sería un Boeing 737, con 150 personas a bordo…

Se produjo una nueva comunicación entre la torre de control y el 112, confirmando la existencia de un avión en el agua, el estado de alerta y el envío de ayuda a la zona. Todos estaban avisados, desde el SAR, que mandó un helicóptero, hasta Salvamento Marítimo, la Cruz Roja, el Servicio Canario de Salud, los bomberos, la policía que también confirmaba…. La aeronave del SAR fue la primera en desmentir los hechos y en confirmar desde la vertical que se trataba de un remolcador trasladando a una grúa de color amarillo. Afortunadamente, todo quedó en un gran susto. Esta vez, no se había perdido ningún aparato.

Lo que vino después fue un cruce de acusaciones, entre el 112 y AENA, por ver quien había lanzado la alerta. Circunstancialmente, la ministra de Fomento, Ana Pastor, se encontraba en Santa Cruz de Tenerife e iba a compartir almuerzo con el presidente del Gobierno canario, Paulino Rivero y los miembros de la Asociación de Periodistas Europeos en Tenerife. Justo cuando estaban en el aperitivo, el director de comunicación de AENA, Antonio San José, dio el aviso a la titular de Fomento de que podría haber un accidente aéreo, mientras que el consejero de Economía y Seguridad, Javier González Ortíz, advertía al jefe del Ejecutivo regional de la situación.

Dieciocho minutos más tarde, todo quedaba en un gran susto, aunque el 112 tenía que desmentir su propio tuit después de que hubiese dicho que: “Control Canarias confirma la caída de un avión a dos millas de la costa de Gran Canaria”.

En esta ocasión, hubo que ir a las cintas para ratificar las conversaciones y ver quién había dicho qué. Una vez aclarado, el 112 y AENA tuvieron que soportar las risas y burlas de muchos y la noticia cruzó las fronteras españolas. Entre otros, el periódico alemán Bild se hizo eco en su portada de la ilusión óptica que causó la alarma.

Iniciando el despegue

El año fue intenso para Fomento, que preparaba por enésima vez la privatización del gestor de los aeropuertos españoles, AENA, después de que se desligase de la parte de Navegación Aérea. Su plan inicial era privatizar por un lado los dos grandes aeropuertos de Madrid y Barcelona, y después el resto de la red; pero al final, se optó por sacar a bolsa el 49% de la red en su conjunto, para no fragmentar a la compañía. Desde el primer momento, Canarias se opuso a esta salida a bolsa y llegó a solicitar el traspaso de los aeropuertos, que son considerados la puerta de entrada al Archipiélago. A esta guerra también se sumaron otras administraciones como el Cabildo de Tenerife, a los que después se sumarían los demás cabildos, salvo el popular de Gran Canaria.

Todos temían que con la privatización, los nuevos propietarios encareciesen aún más las tasas aeroportuarias y esto provocase un descenso en el número de turistas que llegan a las Islas. Paulino Rivero denunció que el Gobierno central pretendía hacer caja con la privatización de AENA, pasando por encima del interés general. Por el contrario, el ministro de Industria, el canario José Manuel Soria, dijo que la cotización en el parqué madrileño no supondría una pérdida de conectividad y servicios para las Islas si no hay beneficios. Rivero llegó a recordar que el artículo 33 del Estatuto de Autonomía establece que corresponderá a la Comunidad Autónoma la competencia de ejecución de “puertos y aeropuertos con calificación de interés general, cuando el Estado no se reserve su gestión directa”. Acto seguido añadió que los aeropuertos de Tenerife Sur, Gran Canaria y Lanzarote eran rentables.

El Gobierno autonómico reclamó los aeropuertos, pero desde Madrid no respondieron, por lo que el Ejecutivo canario presentó un recurso contencioso administrativo y advirtió a los posibles inversores de que Canarias no iba a renunciar a sus aeropuertos. Incluso, se convocó la Comisión Mixta de Transferencias Canarias-Estado. Sin embargo, todo esto no impidió que las acciones de AENA salieran a bolsa el 11 de febrero de 2015 y que haya sido uno de los títulos que hayan cosechado una de las mejores revalorizaciones durante el año.

Por su parte, el senador Domingo Fuentes sorprendió a todos presentando una curiosa proposición de ley para que las aeronaves abandonadas en los aeropuertos se pudiesen donar a centros de estudios o emplear en prácticas por parte de los bomberos. AENA reconoció que tenía casi 100 aviones abandonados en sus instalaciones, por unas deudas cercanas a los 2,8 millones de euros.

Adiós tricontinentalidad

Canarias dijó adiós a la tricontinentalidad aérea en 2014. Durante muchos años, el Archipiélago era una parada para muchos aviones que desde Europa partían a Sudamérica. En sus buenos tiempos, Iberia tenía conexiones a Brasil y Venezuela desde Tenerife Norte y ya hacía tiempo que había abandonado estas escalas, obligando a los canarios a subir para volver a bajar. Tan sólo la venezolana Santa Barbara cubría la ruta Tenerife-Caracas, pero a principios de 2014 suspendió temporalmente el enlace, sin que se haya recuperado.

En 2014, las compañías canarias mantuvieronsu énfasis en África. Binter expandió sus actividades a Cabo Verde y reforzó sus conexiones a Senegal desde Tenerife. Además, la compañía ha reforzado sus lazos con la aerolínea ecuatogineana Ceiba Internacional. Su división de handling ha logrado rescatar un destarlado avión de transporte regional (ATR), similar a los que emplea en Canarias, y ponerlo nuevamente en funcionamiento.

Por su parte, la segunda compañía canaria, Canaryfly, celebró su 20 aniversario y siguió aumentando su flota de manera discreta. Igual porque no quiere darse mucho a conocer, no sea que le pase como a Islas Airways. Esta compañía, que surgió de la escisión de TopFly, ha concentrado sus operaciones en las rutas más rentables del Archipiélago y en cubrir el Sáhara y Mauritania.

Peor suerte tuvo Calima de Aviación, una compañía con sede social en Gran Canaria aunque tenía su base en Palma. Inició el año anunciando que volaría desde Canarias a Galicia y Asturias, pero la prueba no duró más que dos semanas. El mayorista Hi travel, que estaba detrás de la operación, canceló el contrato con Calima y recurrió a otra aerolínea por los pocos billetes que vendía. Por si fuera poco, un conflicto de intereses hizo que perdiese su Boeing 737, el único avión que explotaba, mientras estaba en mantenimiento en Belgrado; y por si fuera poco, no consiguió renovar su AOC en octubre.

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