La élite deportiva

Un análisis de la situación actual de la élite deportiva en Canarias, del marco normativo que la regula, incluyendo singularidades como la lejanía, la insularidad o los factores económicos, nos permite concluir que existe un gran margen de mejora que invita a reflexionar sobre el mejor uso del dinero público y preguntarse si las necesidades del deportista o del club deportivo son monetarias o materiales.

Antes de adentrarnos en el desarrollo de la situación actual de la élite deportiva en Canarias, conviene concretar bajo qué criterios nos hemos permitido delimitar los lindes de un término tan ambiguo como el que da título a este capítulo. Así, nos centraremos tanto en el estado de las sociedades anónimas deportivas –que compiten en las categorías que la legislación nacional reconoce como “profesionales”–, como en el de los clubes y deportistas que desarrollan su actividad en categorías o entornos de “deporte de alto nivel”.

Marco normativo. El Estatuto de Autonomía de Canarias, en su artículo 30.20 reconoce a la Comunidad Autónoma “competencia exclusiva” en materia de deporte. En el ejercicio de la misma, se aprobó por parte del Parlamento la Ley Canaria del Deporte. En el marco que nos atañe, se debe reconocer que el legislador no se mostró generoso en la regulación del “deporte de alto nivel” ni del “profesional”. Si bien establece en su artículo 8.h) como “función de la Administración pública de la Comunidad Autónoma de Canarias” el “fomento del deporte de alto nivel”, luego apenas se encuentra sustento alguno al mismo en su articulado. La única referencia se halla en el artículo 16, que establece que se: “(…) apoyará, tutelará y promoverá el deporte de alto rendimiento, ayudando a los deportistas que merezcan tal calificación (…) elaborará un censo de deportistas canarios de alto rendimiento (…) establecerán reglamentariamente los criterios y procedimientos de calificación de deportista de alto rendimiento, sin perjuicio de la calificación estatal de deportista de alto nivel”. Este escaso marco normativo en relación al deporte de élite contrasta con la línea de las comunidades autónomas que mayor relevancia prestan a este área, en las que incluso llegamos a encontrar promulgados decretos específicos sobre el Deporte de Alto nivel (véase, por ejemplo, el Decreto 203/2010 del Deporte de Alto Nivel de la Comunidad Autónoma del País Vasco).

Tampoco a través de otras herramientas legislativas –como, por ejemplo, el Régimen Económico y Fiscal (REF) de Canarias– se ha considerado al deporte de élite como un sector de suficiente importante estratégica como para dotarlo de algún tipo de beneficio fiscal, ni por la vía de posibles exenciones al Impuesto General Indirecto Canario (IGIC), ni con los suficientes incentivos en forma de deducciones para sus patrocinadores.

Singularidades. Resulta imposible asomarse a la situación del deporte de alto nivel en Canarias sin obligatoriamente repasar, siquiera de forma somera, las singularidades que lo caracterizan. La insularidad, la distancia o el modelo económico de la región tienen una serie de consecuencias tan lógicas como trascendentes dada su influencia en la competitividad de nuestros clubes.

La distancia. Respecto de sus competidores peninsulares, los equipos canarios de élite acusan un importante déficit por múltiples factores, a saber: a) Los gastos por desplazamiento y alojamiento son mayores. Y si bien están parcialmente subvencionados, obligan a una capacidad financiera o de endeudamiento considerable. b) La competitividad en sus partidos como visitantes se ve mermada por la cantidad y dificultad de la mayoría de los viajes, en los que, además, muchas veces hay que priorizar la reducción de costes sobre la planificación deportiva. c) Los ingresos por taquilla de afición rival son prácticamente inexistentes. d) La contratación de jugadores se complica tanto en el acceso al mercado como en costes al tener que pagar el factor distancia al deportista para que le compense trasladarse fuera de la Península.

Esta lista de factores, agravada además por la progresiva reducción de enlaces aéreos Canarias—Península, dificultan –en lo económico y en lo deportivo– la participación en idénticas condiciones en los torneos de alto nivel. Y todo esto se acentúa incluso más en los casos de los clubes de las islas no capitalinas (doble insularidad).

La economía. Las peculiaridades de la economía de nuestro Archipiélago tampoco ayudan a la generación de recursos que permitan una implantación estable del deporte de élite. Si tenemos en cuenta que más del 75% del PIB procede del sector servicios y que éste, históricamente, no se ha involucrado con el deporte canario desde la órbita privada —salvo contadas excepciones como actualmente la cadena Iberostar, bien es verdad que motivada porque cuenta con la concesión pública de gestión de un hotel en Santa Cruz de Tenerife—, el panorama no es muy alentador. La industria, que en 2013 sólo alcanzaba el 8% del PIB en la Comunidad, ha visto cómo muchos de sus referentes más reconocidos (por ejemplo la refinería de petróleos de Santa Cruz de Tenerife o las multinacionales del sector tabaquero), por unos motivos u otros (evolución del sector, restricciones legales a la publicidad…), han ido alejando sus estrategias promocionales del mundo del deporte.

Si a este escenario tan frágil le sumamos factores económico/sociales al ser Canarias una de las tres comunidades con mayor tasa de desempleo de España, cualquier otra situación que en el ámbito nacional pueda haber generado dificultades para el deporte de élite, en Canarias ha supuesto problemas insalvables. Sirva como otro ejemplo más la reestructuración del sistema financiero español, que trajo consigo la desaparición de las dos principales cajas de ahorro de capital canario, lo que supuso un nuevo estrago a la hora de posibles fuentes de patrocinio.

SAD. Las cuatro principales sociedades anónimas deportivas canarias (CD Tenerife y UD Palmas en el fútbol y CB Gran Canaria y CB Canarias en el baloncesto) tienen un origen y composición accionarial muy diferente. Sin embargo, comparten múltiples síntomas a la hora de analizar sus diagnósticos actuales. Por ejemplo, ambos clubes de fútbol —el tinerfeño con un accionariado muy fragmentado en más de 30.000 personas y el grancanario mucho más concentrado— sufren los rigores del régimen de autocontrol económico de la Liga Nacional de Fútbol Profesional (LFP) y han de destinar buena parte de sus ingresos al pago de excesos anteriores. En el caso de Las Palmas, tras superar un largo concurso de acreedores.

Esta situación de recortes ha sido más significada en el CD Tenerife, que pasó dos de los últimos cinco años en una categoría deficitaria —y semiprofesional— como la Segunda División B y, lógicamente, menos en la UD Las Palmas merced a su reciente regreso a la Primera División. Tanto uno como otro tienen en los ingresos procedentes por derechos televisivos su principal sostén económico, pero también en un imponente y millonario apoyo de su masa social.

En el baloncesto, el CB Canarias consiguió regresar a la Liga ACB merced a un importante movimiento social de captación de capital que sirvió para cumplir con el capital mínimo exigido por el Consejo Superior de Deportes (CSD). El CB Gran Canaria, por su parte, presenta una figura de Sociedad Anónima Deportiva Unipersonal, ya que es propiedad del Cabildo Insular de Gran Canaria, que, a través de la Fundación Canaria del Deporte nombra al Consejo de Administración. En las tres últimas temporadas ambos han conseguido maximizar su rendimiento deportivo, merced a su capacidad para cautivar a un público fiel, a unas políticas deportivas de gran estabilidad y de recabar apoyo institucional, hecho éste en dosis menos relevantes en el conjunto tinerfeño que en el grancanario.

En cualquier caso, las cuatro SAD acusan todos los condicionantes indicados a la hora de mejorar su posición competitiva. Ellos son la punta de la pirámide del deporte de élite en las islas y muchos de sus problemas coinciden con los del resto de clubes y deportistas.

Clubes de alto nivel. A lo largo de la historia reciente de nuestro deporte ha sido habitual contar con clubes canarios participando en categorías nacionales en casi todas las modalidades de equipo y, no en pocos casos, en competiciones europeas. La mayoría de ellos sustentados por esfuerzos –casi siempre individuales– de incansables directivos, por ayudas públicas o por el respaldo de mecenas privados (en gran parte procedentes del mundo de la construcción o de las extinguidas las cajas de ahorros). La realidad actual es que todos aquellos que han perdido al menos dos de esos tres pilares se vieron forzados a desaparecer o su capacidad competitiva llegó a un punto mínimo.

Toda vez que la crisis se llevó por delante las ayudas del sector de la construcción y de la banca –salvo honrosas excepciones como el relevante patrocinio de la Fundación CajaCanarias al Club Atletismo Tenerife– y que la mayoría de estos clubes se han sentido en los últimos años abandonados en igual medida por el Gobierno de Canarias, uno de los factores que ha determinado la composición del mapa de clubes de alto nivel en nuestra Comunidad han sido los diferentes criterios de concesión de ayudas según el municipio de residencia de cada cual.

El caso más claro se puede encontrar en la isla de Tenerife, en los dos términos de más población y que lindan geográficamente entre sí. San Cristóbal de La Laguna –uno de nuestros primeros municipios en objetivar las líneas de subvenciones al deporte de alto nivel– protegió sus planes de ayuda (directas e indirectas) a este tipo de clubes, incluso en el peor tramo del periodo de crisis. Por su parte, Santa Cruz de Tenerife sólo ha planteado este mismo año la aprobación de un programa de subvenciones con baremos objetivos. Si plasmamos la cantidad de equipos de estos municipios que en la temporada 15/16 participarán en las dos máximas categorías nacionales, el resultado habla a las claras de la importancia de este factor (ver cuadro). Si bien merece un análisis más detallado y concreto, este cuadro también viene a significar algunos aspectos posiblemente perniciosos de estas políticas municipales, como puede llegar a ser una acumulación antinatural de equipos de la misma ciudad en la misma modalidad deportiva en las máximas categorías.

En este tipo de clubes es donde más se sufren las consecuencias de las singularidades de nuestro territorio que anteriormente reseñábamos, especialmente la fragmentación y distancia con la Península. Prueba de ello es que en las islas no capitalinas casi no ha sobrevivido a la crisis ninguno de los clubes que antes participaron en competiciones de ámbito estrictamente nacional. Y otro de los aspectos a valorar a la hora de diagnosticar la situación de nuestro deporte de élite es el estado de las infraestructuras deportivas.

Deportistas individuales. Si bien es razonable pensar que un deportista de alto nivel en el resto del territorio nacional puede encontrarse con dificultades para ejercer su actividad, para los canarios resulta prácticamente imposible hacerlo. Pero no solo en el punto de su carrera en el que ya puede ser considerado de alto nivel, sino también desde el inicio de su desarrollo deportivo. Aun considerando que en determinados deportes las condiciones de entrenamiento durante esta etapa de formación puedan ser idóneas para la progresión del joven deportista, la imposibilidad de competir regularmente en torneos o eventos de alto nivel en nuestro territorio termina obligando a una inversión mayor que a los jóvenes de otras autonomías si se quiere avanzar.

Conclusiones. La principal es que existe un gran margen de mejora. El marco normativo pide a gritos una revisión que responda a la atención que merece y los caminos ya recorridos por otras autonomías más avanzadas en este sector deben servirnos como referencia.Igualmente, la innegable relevancia del deporte de alto nivel y su rol deben tener reflejo, en su justa medida, en los presupuestos municipales e insulares, ya que queda demostrado que quien más y mejor cuida a sus clubes, deportistas e instalaciones, más y mejores resultados obtiene.

En la misma necesidad de buen uso del dinero público, valdría la pena hacer la reflexión sobre si las verdaderas necesidades del deportista o del club deportivo son monetarias o materiales> puede que el erario sería mejor empleado si en algunos casos el destino finalista no fuera la caja particular de una entidad, sino una prestación que facilitara la preparación o la competencia de sus deportistas.

El mejor ejemplo, en ese sentido, es el de las subvenciones al desplazamiento, en el que en mayor o menor medida intervienen el Gobierno de Canarias (mediante transferencias del CSD), los cabildos y los ayuntamientos. ¿No sería más rentable que la administración regional actuara como central de compras —con lo que conlleva de obtención de mejores precios— facilitando un billete que pudiera terminar de sufragarse con la ayuda de los gobiernos insulares y locales mediante un sistema de compensación presupuestaria? Y en el mismo sentido, ¿es inconcebible obtener las cadenas hoteleras nacionales con actividad en las Islas un acuerdo global de patrocinio con un pago en especie que permitiría la estancia de nuestros deportistas en la inmensa mayoría de los destinos peninsulares o baleares en los que compiten?

Capítulo aparte, no tratado en este artículo porque merecería por su importancia potencial uno propio, es el papel de las dos universidades canarias para fomentar el deporte de alto nivel adecuando sus cargas lectivas –o facilitando el alojamiento y manutención en sus colegios mayores y residencias– a aquellos alumnos que justo llegados a la enseñanza superior encuentran no pocas dificultades –y ningún incentivo– para conciliar su formación con la práctica del deporte de alto nivel. Existen vías más cercanas para descubrir en el territorio peninsular casos de cierto éxito (la Universidad del País Vasco puede que el más notable) para acercar la universidad al deporte de élite.

Y para acabar, esos clubes no deberán cejar en su empeño de profesionalizar en la medida de lo posible sus estructuras e incidir en la especialización y formación de sus dirigentes, ni olvidar que uno de sus fines tendrá que ser aumentar y fidelizar su cuota de seguidores. Como dice una de las máximas de la búsqueda de generación de recursos “eres tan grande como a tantos importes”.

Facebook
Twitter
LinkedIn
COrreo-e
Imprimir

Patrocinadores

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver
Privacidad