Los años de las dudas y las certezas

Los años en los que la economía de las Islas comienza a crecer, tras el durísimo período que comenzó en el verano de 2007 y que se reforzó a partir de 2008, son desconcertantes para muchas personas. Mientras las cifras macroeconómicas mejoran, y los políticos y economistas incluyen en sus razonamientos este diagnóstico, una parte de la población que ha sido vulnerable siente que su vida no ha cambiado.

Las cifras macroeconómicas mejoran, pero existe una parte de la población que siente cómo sus expectativas se siguen deteriorando. Esta parte de la población se pregunta si se trata de un engaño o si la mala fortuna les ha dejado en la cuneta del crecimiento mientras el resto de la población vuelve al bienestar. El problema es sencillo y al tiempo difícil de integrar en la vida cotidiana. Una parte de la población ha sufrido los efectos de la mayor recesión económica desde la Guerra Civil española y la inmediata posguerra, el resto ha podido capear los malos tiempos con algún ajuste en el gasto y algún freno en los proyectos futuros. Así que la crisis no es igual para toda la población. Y la recuperación también va por barrios.

Así, mientras una parte de la población ya ha recuperado el tono de sus expectativas de 2007, otra parte sigue inmersa en los problemas de antes. No olvidemos también que los más jóvenes, ni tenían conciencia de lo bueno de antes , ni de lo malo de ahora, ni tienen conciencia de la recuperación y su significado. Por esto hemos repetido una y otra vez que la expresión tan empleada “salida de la crisis” no tiene sentido. Y es que las personas viven de forma bien diferente los acontecimientos macroeconómicos. Un parte, por ejemplo, no vive la crisis simplemente porque antes no vivió la prosperidad. Su situación no ha cambiado.

¿En qué punto estamos? Canarias ha producido bienes y servicios en 2014 aproximadamente con el mismo valor en precios constantes que en 2006; eso sí, con 106.000 empleos menos que entonces. Queda pues un largo recorrido para recuperar los niveles de producción de principios de la crisis, mucho más para recuperar el nivel de empleo por mucho que los salarios y las condiciones de trabajo se hayan deteriorado. Si de lo que se trata es de hacer una evaluación de los efectos de la crisis sobre el hipotético asunto del cambio de modelo productivo, como era de esperar, la recuperación se está produciendo por la vía de las actividades económicas que ya existían antes de 2007.

Los que sostuvieron que la crisis era la crisis de “un modelo” y que el crecimiento económico dependía del “cambio de modelo”, se habrán dado cuenta de lo fantasioso del planteamiento: el crecimiento se produce bajo los mismos fundamentos económicos que dominan la evolución de la economía de Canarias desde los años sesenta del pasado siglo. La razón es muy simple. No hay un modelo económico, ni hay ningún modelo económico que cambiar. El término “modelo económico” no quiere decir nada, es un remedo de las famosas frases sin sentido del admirado Mariano Ozores. Otra cosa es que tal asunto queda inteligente en una conversación pretendidamente culta. La cosa es seria, tan serio es el poder de las palabras, que un gobierno no hace mucho llegó a promulgar una ley para cambiar “el modelo productivo”. Somos prisioneros de esa fantasía que da por pensar que la realidad económica se construye/destruye como si fuera un mecano.

Por esto, la recuperación se produce sobre las actividades económicas que existen con un alto grado de especialización o sobre las que ya tienen un núcleo inicial sólido capaz de dar el impulso hacia el crecimiento. Los primeros están firmemente asentados desde los años sesenta. Los segundos están definidos y detectados en diferentes documentos tanto de la Comisión Europea como del Gobierno de Canarias. En general, están asociados a las ventajosas condiciones de la geografía física y a la dotación de capital humano que poco a poco se ha ido acumulando en los centros de investigación en Canarias. El año 2014 comenzamos a recorrer este camino que nos llevará hasta el 2020 junto a las demás regiones de la Unión Europea. El problema es que esas actividades crean poco empleo, tanto en términos absolutos como relativo a la inversión de capital humano y material.

Es cierto también que el futuro no es la sombra del pasado. El futuro es un país raro. Las tendencias fuertes del presente puede que formen parte de las realidades de los próximos años, pero no todas las tendencias, ni siquiera las que vistas con los ojos del presente gozan de certeza. Hay un hueco para la incertidumbre, para lo desconocido, o para acontecimientos hoy improbables que puede tener trascendencia en nuestras vidas futuras. No confundamos ciencia con religión, no creamos que somos capaces de predecir el futuro. Así hay que entender lo que en este artículo se expresa.

En el año 2014, y al calor de este crecimiento económico, creció el empleo. Unos catorce mil empleos equivalentes a tiempo completo sobre el año anterior. El crecimiento económico tira del empleo mucho en Canarias. Cuando hay expansión económica, se crea empleo intensamente. Cuando hay decrecimiento económico, se destruye empleo intensamente. Ahora toca crear empleo, aproximadamente, un 1% de la población ocupada por cada punto porcentual de crecimiento del PIB. A este ritmo, revertir la tasa de paro hasta cerca del pleno empleo es otra historia de más largo plazo. Y no le demos más vueltas, el empleo en general es de menor calidad y para muchos años. Será así en el futuro puesto que esta es una tendencia que viene de los años ochenta y, desde entonces, cada año se da una vuelta de tuerca a la desregulación de las relaciones laborales. En estos años han sido unas cuantas vueltas de tuerca.

Y también el crecimiento económico permite cierta relajación de las cuentas públicas y aflojar la presión sobre los servicios públicos que forman parte de lo que hemos llamado el Estado del Bienestar. El destrozo causado por estas políticas de austeridad ha sido muy de tener en cuenta. Incluso persistiendo en las políticas contra el despilfarro, cuestión esta que tendemos a olvidar y reproducir una vez que se han pasado las estrecheces, las cosas irán cambiando muy lentamente. Afortunadamente, Canarias ha conseguido mantener sus cuentas públicas dentro de niveles aceptables, tomando como referencia los límites decididos por el Estado.

Institucionalmente lo más destacado es la definitiva aprobación del REF fiscal. Un REF que mejora en muchos aspectos el anterior, pero que nos complica la vida con los controles de la Comisión y el Estado. Pero además, es un REF para una economía en velocidad de crucero, no para un período de recuperación y urgencias. De nuevo nos hemos quedado a mitad del camino y cada vez con menos fuerzas para el siguiente período de conversaciones.

Hasta aquí lo que dio en síntesis el año. Nuestras mentes deben ahora prepararse para una etapa de crecimiento en la que, al menos durante los próximos años, el empleo será una preocupación constante de las familias y las pautas de lo que consideramos hoy un buen empleo cambiarán decididamente.

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