Ni precoz, ni explosiva, ni atípica

Hace 25 años se publicaba en El País el artículo titulado Precoz, explosiva y atípica en el que sus autores, entre los que me encontraba, pretendíamos abrir una línea en el análisis del comportamiento de la macroeconomía canaria, mediante su comparación cíclica con las variables a nivel nacional. La idea de rescatar dicho artículo tenía como objetivo retomar ese análisis y contrastarlo con la actual situación del ciclo.

El 2 de octubre de 1990 se publicaba en las páginas de economía del diario El País un artículo titulado Precoz, explosiva y atípica. José Carlos Francisco, Miguel Becerra, David Cova y el que suscribe pretendíamos abrir una línea en el análisis del comportamiento de la macroeconomía canaria, mediante su comparación cíclica con las variables a nivel nacional. Decíamos demostrar “cómo la economía canaria refleja con antelación, y hasta con más virulencia, la situación económica general de la nación, de manera que cuando el crecimiento a nivel global es expansivo, lo es más en el Archipiélago, y viceversa”. Con atípica adjetivamos el comportamiento heterodoxo de variables relacionadas, como PIB y precios, o paro y PIB. De ahí el título de la pieza.

La idea de rescatar dicho artículo tenía como objetivo el retomar ese análisis y tratar de contrastarlo en una situación del ciclo, como han sido los últimos ocho años, especialmente apropiada a estos efectos. Y hacerlo de manera homogénea, es decir, con las mismas variables. Y escribo en pasado, “tenía”, porque su misma lectura me ha suscitado otras reflexiones, quizás más interesantes que la inicialmente pretendida. Y esas, si hay espacio, las rescataré al final. Para tratar de repetir el análisis de entonces, he recopilado las series de PIB (tasas de evolución anual, a precios de mercado y no reales como en su momento), de IPC (tasas de crecimiento interanual, a diciembre) y las tasas de paro (diciembre de cada año, todas las edades y sexo). Todas las variables, para el total nacional (incluida Canarias) y para nuestra comunidad autónoma.

Los resultados, en forma de gráficos, comparables entre 2003 y 2014, parecen evidentes. En términos de producto interior, hay una casi sincronía en la tendencia, salvo las anomalías entre 2011 y 2003. Lo remarcable es la inversión del orden de los valores entre 2009 y 2010. Entre 2004 y 2009, las tasas de crecimiento del PIB fueron siempre mayores que las de Canarias y a partir del 2010 fue nuestra comunidad autónoma la que evoluciona a ritmos mayores. El comportamiento de los precios (de nuevo en tasas de crecimiento), es igualmente síncrono y con un diferencial Nacional-Canarias casi estable y de igual signo en el tiempo, con una nueva excepción. Los precios en Canarias año a año han crecido o disminuido siempre menos que el conjunto nacional, excepto en el periodo 2007-2008, con tasas casi iguales o levemente superiores en Canarias. Y otros dos años de comportamiento contrario: el 2009 y 2013. En estos dos últimos casos se puede considerar que, por la gran estabilidad de precios, Canarias y el Estado tuvieron una tasa cero de evolución del IPC.

El empleo, medido a través de la tasa de paro, tampoco revela un comportamiento heterodoxo, con menor diferencial entre el 2003 y el 2007, ampliándose éste en el periodo de crisis 2007-2014. En definitiva, y a la luz de estos datos, las variables, medidas anualmente, muestran comportamientos de correlación entre la totalidad nacional y Canarias. Tanto en sentido, como en el tiempo. Sus movimientos, con las poco demostrativas excepciones, no denotan picos o movimientos de marcado diferencial en momentos puntuales entre los dos ámbitos sociogeográficos.

Las tasas de paro y las de crecimiento del PIB, en líneas generales se comportan también de manera ortodoxa. Disparándose las primeras a partir del 2008, a la vez que decae el PIB. La forma de la evolución de las tasas de paro, sin embargo, denotan una escasa elasticidad frente a las reacciones por la creación de rentas. Pero ese comportamiento es similar para Canarias y España en su conjunto. Los precios también se comportan como cabe esperar, hasta el 2013-2014, momento en el que dejan de crecer, a pesar de la recuperación del PIB. Comportamiento que, de nuevo, no es distinto entre el total nacional y el Archipiélago.

Es decir, en los doce años revisados de datos homogéneos para las tres variables, no se puede deducir que la economía canaria, descrita a través de esas tres variables, haya sido ni precoz, ni explosiva, ni atípica, en un plazo largo, en los términos que en 1990 usamos. Si los datos y esta interpretación es correcta, las conclusiones de aquel momento, que tantas veces hemos aludido y recordado a la hora de caracterizar el comportamiento de la economía canaria en estos 25 años, no son ahora de aplicación. Al menos en ciclos largos. O quizás, sencillamente, aquella fue una interpretación apresurada que carecía de base suficiente para ser cierta.

Y eso me permite rescatar las reflexiones que aparté inicialmente, y que me fueron asaltando a medida que rescataba los detalles del texto del susodicho artículo. La primera fue la extrañeza de utilizar tan sólo datos de dos años (1988 y 1989, y alguno de 1987) para realizar aquél análisis. Visto en la distancia, resulta obviamente pretencioso, escaso y de una rigurosidad metodológica al menos dudosa. En ese momento, y a raíz de rescatar de la memoria las penurias que pasamos para obtener cinco o seis datos, oficiales y tratados correctamente (homogeneización, desestacionalización…) recordé la dificultad en el aprovisionamiento de fuentes para hacer aquéllos análisis. Sobre todo en el ámbito regional; casi sin Contabilidad Regional pública y actualizada (CRE), y resto de datos inexistentes, difícilmente accesibles, y con un retardo que casi impedían hacer análisis de coyuntura; tan sólo estructurales, y a duras penas. Todo en papel, boletines o revistas, traídas de la Península. Incluso tuvimos que pedirla a amigos en Madrid, que nos ayudaron fotocopiando dichas fuentes, para recibirlas por fax.

Han pasado 25 años de evolución estadística, tecnológica… pero ¿y analítica? ¿Hemos progresado en la misma manera en la capacidad, la creatividad, los resultados y la aplicabilidad, por ejemplo en el diseño y ejecución de políticas económicas o propuestas concretas? Dudo de que así sea. Y alguno dirá –con razón– que así nos ha ido en estos últimos tiempos.

Un segundo detalle en los datos, probablemente muy vinculado con la dificultad descrita en el párrafo anterior, fue el uso casi exclusivo de datos de evolución. Tasas. Incrementos de un número índice, para los precios, de incremento en volumen para el PIB, y un ratio de proporcionalidad de demandantes de empleo (INEM, pues no existía la EPA) sobre la población en edad laboral. Es mucho menos engorroso y fácil de interpretar un dato en cifras absolutas que en tasas de evolución. Al menos para este tipo de análisis, incluso siendo básicamente comparativo entre dos ámbitos territoriales (donde, por cierto, uno incluye al otro, y debería haberse restado del nacional, pero de nuevo los datos disponibles no lo permitían), es más sencillo listar y poner en un gráfico el índice de precios o el volumen en euros del PIB, en bruto, directamente. Y ver su evolución. Lo que hicimos, he reproducido ahora, y es relativamente habitual, es usar tasas. De incremento o decremento, respecto a datos anteriores. Algo lógico para análisis a corto plazo y de tendencias inmediatas. Pero no para el largo. Por eso los gráficos pueden llevar a falsas conclusiones en este caso. No vemos evolucionar los valores de las variables, sino las tasas de evolución de esas variables, y eso no es algo tan obvio.

En definitiva, tenemos un análisis de 25 años atrás que hoy se debería hacer de manera diferente pero que en el fondo no parece poder ser ratificado en sus conclusiones. Al menos, ha servido para recordar con cierta añoranza, los métodos de trabajo de antaño, la buena compañía, el candor juvenil… y las facilidades que la era del Big Data ofrece, sospechando que tanto árbol nos va a hacer difícil ver que le pasa al bosque.

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