Un patriota canario

José Rodríguez Ramírez (1925-2014) lo fue casi todo en los periódicos El Día y Jornada Deportiva, de cuya edición se hizo cargo siguiendo los pasos de sus tíos Leoncio (fundador del precursor La Prensa en 1910) y Domingo (que lanzó Jornada como rotativo deportivo en 1953). Tan denostado como felicitado por su particular visión de las Islas respecto de España y la organización política que deseaba para el Archipiélago, antes llevó a El Día (del que fue director desde 1981) a un histórico liderato regional en audiencia mientras ampliaba su grupo de comunicación a la radio, la televisión e internet.

José Rodríguez Ramírez (Santa Cruz de Tenerife, 1925-2014) pasará a la historia como el editor, director y presidente del Grupo de Comunicación EL DÍA en su etapa de mayor crecimiento y liderazgo. Asumió la dirección del periódico en 1981 y, en apenas 25 años, lo convirtió por primera vez en su historia en líder de la prensa en Canarias, fundó el primer grupo de comunicación multimedia del Archipiélago (EL DÍA, ElDía.es, Radio y Televisión) y llevó hasta el límite su anhelo de independencia empresarial y política. En diciembre de 2012 expresó su deseo de ser recordado como “un luchador por la libertad de la Isla y como un hombre honrado, cabal y útil”. Siempre, y por encima de todo, será evocado como un editor libre, que llevó sus convicciones hasta las últimas consecuencias.

José Rodríguez nació en el barrio de El Toscal, en la capital chicharrera, el día 2 de septiembre de 1925, el lugar donde residió la mayor parte de su vida. Desde que tenía 15 años ejerció como mantenedor de su familia y aquella responsabilidad, tras la prematura muerte de su padre, le impidió terminar una carrera universitaria, una de sus grandes frustraciones. En diciembre de 2012, recordaba esa espina clavada en el orgullo: “No hice servicio militar ni pude hacer una carrera. Ya de mayor, obtuve dos títulos de enseñanza media, con sus correspondientes reválidas: perito mercantil y graduado social. Cuando quise hacer la carrera superior que me gustaba tenía 40 años, me faltaba tiempo, me fallaba la memoria para el estudio, que no la vital, y tropecé con el latín y el griego”. En 1975 inició los estudios de Filología Francesa en la UNED, pero no los concluyó. Su carrera fue liderar la empresa ubicada en el número 71 de la avenida de Buenos Aires, de la capital tinerfeña.

Su formación periodística la adquirió junto a su tío, el recordado fundador de La Prensa en el año 1910, Leoncio Rodríguez. De él aprendió redacción y sobriedad en el estilo periodístico. La gramática y la ortografía las perfeccionó gracias a su tía María Rodríguez, hermana de Leoncio.

Con apenas 17 años, José Rodríguez Ramírez publica uno de sus primeros artículos en la revista nacional Acción Católica. Continuó sus colaboraciones en la revista Criterio y otros medios, en los que muchas veces escribió sin firma o bajo seudónimo. Sin alejarse nunca de la vocación periodística, en la madurez vio cumplido su principal sueño vital: liderar EL DÍA. Lo logró y se convirtió en propietario mayoritario, junto a sus hijos, María Mercedes y José Esteban Rodríguez Rodríguez, y su nieta Adriana de Lorenzo-Cáceres Rodríguez. Antes, desde el año 1957, fue editor de EL DÍA, y desde 1975, editor de Jornada Deportiva. Y director de EL DÍA desde 1981 hasta su muerte. Un total de 34 años de dirección, y 57 como editor, en los que EL DÍA creció y se modernizó.

Entre sus referentes periodísticos, su tío Leoncio Rodríguez, Emilio Romero, Leopoldo Alas Clarín, Antonio Izquierdo, Domingo Rodríguez, Álvarez Cruz, Nijota o Pimentel.

Casado con Mercedes Rodríguez Díaz, junto a ella vivió uno de los peores momentos de su vida, el fallecimiento de su tercer hijo, afectado por una cardiopatía congénita. Enviudó en diciembre de 2003 y, desde entonces, se volcó, aún más si cabe, en la expansión de EL DÍA y su grupo de comunicación.

Hombre celoso de su intimidad, José Rodríguez Ramírez no se prodigó en entrevistas. La última, publicada en EL DÍA en diciembre de 2012, revela la faceta más personal del editor, director y empresario que, pese a las críticas, deja en herencia el principal periódico de Canarias, el de mayor número de lectores desde 2006, según el Estudio General de Medios. Entonces confesaba que no le sorprendió ese liderazgo tan duradero “porque hacemos un periódico que, por sí y por el esfuerzo de los trabajadores, lo merece”.

En su haber quedará también el convenio colectivo de Editorial Leoncio Rodríguez, un ejemplo para el sector en España, y un sueño para los empleados de las empresas de comunicación que con más saña han criticado a José Rodríguez en los últimos años.

Su lucha por la independencia de Canarias, que llevó a la línea editorial de EL DÍA a partir de 2006, fue, según sus propias palabras, “una reacción ante la permisividad de los políticos tinerfeños ante la grandeza de la falsa Gran Canaria, apoyada por España. Eso me hizo dar un cambio de conducta, más que de pensamiento, que siempre fue guanche. El punto de inflexión fue esa permisividad a los desafueros de Las Palmas. Por eso propugno que Canarias sea libre e independiente por derecho natural, divino, político y geográfico”.

En su última entrevista en EL DÍA, el editor confesaba también su apuesta por “el orden y los principios cristianos” y agradecía a Dios: “Haberme dado la cabeza y la lucidez que tengo, mi amor por la familia y las personas que me rodean y las que hacen bien a los canarios y a la humanidad”. Su profunda religiosidad quedó patente siempre en sus intervenciones públicas.

Con motivo de la concesión de una calle con su nombre en Los Realejos, en febrero de 2012, José Rodríguez se definió como “un conservador, un popular del pueblo; un conservador, pero no político militante, porque no me he dedicado a tal actividad, pero sí un conservador de buenas costumbres, moral y patriotismo. Por patria, historia, tierra y gente”.

Durante su trayectoria recibió innumerables reconocimientos de instituciones públicas, colectivos y asociaciones. Sin embargo, no escogió el abrigo del poder en su última etapa, quizá la más dura, tanto por la crisis económica general como por la específica del sector de la prensa. Crisis a las que se unió el pulso que mantuvo hasta el último día con los poderosos enemigos de su grupo de comunicación. Empresa de la que siempre subrayó que es “totalmente familiar” y que “no dominan los constructores, ni los plataneros ni ciertos comerciantes. Estamos al servicio del pueblo”.

Ayer falleció a los 88 años de edad en su Santa Cruz de Tenerife natal, donde fue incinerado.

En febrero del año 2012, este editor libre e independiente se despedía así de las personas que asistieron a la inauguración de la calle realejera que lleva su nombre, unas palabras que valen también como epílogo: “Acabo expresando en el latín de mi espíritu y mi memoria, Gloria in excelsis Deo, et in terra pax hominibus bonae voluntatis, lo que siento profundamente en mi corazón maltrecho y en mi alma de patriota: gloria a Dios en las alturas, y en la Tierra paz a los hombres de buena voluntad”.

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