Canarias exporta a 43 países africanos, siendo el de más peso Senegal, que concentró la mayor parte de las operaciones en 2017.
Tras dos décadas en las que Canarias ha transitado por un catálogo de programas institucionales para rentabilizar su ubicación geográfica respecto al desarrollo, innegable, de los países de África Occidental, resulta pertinente recapitular en lo conseguido y valorar si se aprovecharon finalmente los cuantiosos esfuerzos económicos de cohesión y vecindad de la Unión Europea puestos en juego para reforzar ese objetivo.
Como punto de partida podríamos establecer un arco de conveniencia en torno a un puñado de países que, tras diversos avatares políticos, sociales o económicos, han quedado reducidos básicamente a cuatro: Marruecos, Mauritania, Senegal y Cabo Verde. Otros como Malí, Burkina Faso, Gambia, Costa de Marfil o Guinea Ecuatorial, quedaron rezagados, con especial atención a Togo, que en estos dos últimos ejercicios demarra en ese pelotón de cola con sorprendente energía.
No obstante, hay que señalar que caminamos sobre un escenario movedizo en el que surgen siempre ciertas ambigüedades, como el cómputo de las operaciones en las que las partidas de combustibles ocupa más del 63% del total del comercio realizado (un valor relativo en atención a los entresijos de sus capitales multinacionales) y otros datos que podrían estar maquillados debido, por una parte, a la estrategia de las administraciones públicas para justificar su acción exterior y, de otra, por la discreción del empresario real que opera con África por múltiples motivos, desde fiscales y aduaneros a políticos.
También como prólogo a cualquier análisis, y para ser lo más realista posible, es necesario poner los números de Canarias sobre la mesa, una región de 2.164.344 habitantes (2017), con una extensión de 7.447 kilómetros cuadrados y un Producto Interior Bruto (PIB) de 42.607 millones de euros (2016). El factor capaz de explicar su creciente densidad poblacional en los últimos años resulta sobrevenido: su industria turística; un cuasi monocultivo, al que dedica la región buena parte de su razón de ser económica, derivado de sus características geográficas, políticas y climáticas. La otra cara de la moneda es su escasa industrialización, solo el 7% de su PIB, frenada por esas mismas circunstancias de ubicación ultramarina y fragilidad territorial.
Una débil posición de partida
Por lo tanto, es constatable que el Archipiélago parte de una posición bastante débil para dar cuerpo a sus exportaciones, como es la ausencia de generación propia de productos manufacturados, que sí poseen otras regiones españolas, y debe concentrarse en el sector servicios, es decir el conocimiento de gerencia y gestión, sobre todo, en cuanto a su gran especialización, de nuevo, el turismo; la formación, con una dificultad casi insalvable, los idiomas, en déficit histórico en la Comunidad Autónoma; las nuevas tecnologías, con el mismo problema que el apartado anterior; las energías renovables, en las que existe mucha oferta de nivel internacional, y, por último, las consultorías, también con factores adversos, como los idiomas y la competencia.
Tampoco Canarias parece haber ganado la partida en sus expectativas como hub de transportes con la costa occidental de África debido, entre otras cosas, a que la vecina Marruecos ha apostado muy fuerte por esa alternativa con solventes puertos y aeropuertos y por la competencia poderosa de las navieras y terminales europeas y sus tránsitos regulares, bordeando el Atlántico o el Mediterráneo, sin necesidad de escalar en las Islas. Es por ello probablemente que no pocos empresarios canarios han optado, ya sin ningún rubor, por exportar directamente desde la Península tanto por mar como por tierra, convirtiéndose así en distribuidores o intermediarios, para rentabilizar su trabajo e inversiones, con lo cual sus operaciones no computan ya en las aduanas canarias.
Como datos de referencia que figuran en informes de Proexca, DataComex e ICEX, podemos subrayar algunos generales: de las 1.500 empresas españolas con presencia en África, un 10% son de procedencia canaria; de los flujos de inversión internacional desde o hacia Canarias hasta 2009, el continente africano figuraba en el último lugar tras el resto de continentes del mundo; de todas las transacciones internacionales comerciales canarias, las exportaciones a África supusieron en 2015 un 9,52% del total y las importaciones, un 1,28%; el valor de las exportaciones realizadas por Canarias a los países africanos en 2017 ascendió a 335.336,96 euros, que representa un 0,80% del total de las españolas a África, mientras que las importaciones contabilizaron 214.553,41 euros, un 0,65% de las registradas en España ese mismo año. Ni Las Palmas de Gran Canaria ni Santa Cruz de Tenerife figuran entre las diez principales provincias españolas que operan con el continente vecino.
Datos de exportación
Canarias exporta a 43 países africanos, siendo el de más peso Senegal, que concentró la mayor parte de las operaciones en 2017, con una facturación de 173.140,59 euros, seguido de Marruecos 51.690,51 euros; Mauritania, 35.767,72 euros, y Cabo Verde, 18.662,96 euros. En cuanto a las importaciones, los mayores proveedores de las Islas fueron, por este orden, Argelia, 71.450,60 euros; Mauritania, 45.923,37 euros; Marruecos, 36.176,07 euros, y Egipto, 15.009,93 euros. No obstante, como dato positivo, según Proexca, las exportaciones globales de Canarias a África aumentaron un 53,82% entre 2016 y 2017.
Si antes hablábamos de los números de Canarias y los comparamos con los de los países objetivo, está claro que el mercado más importante es el de Marruecos, con un PIB de 222.643 millones de euros, es decir, 5,2 veces el de las Islas; una población de 35 millones de habitantes; una vigorosa industrialización agrícola, pesquera, multisectorial y tecnológica; un nivel de construcción y ejecución de obra pública acorde a su condición de Índice de Desarrollo Humano Medio (en el resto de esos países objetivo, Mauritania, Senegal y Cabo Verde, es bajo); quinto receptor de IED de África; unos buenos ratios en cuanto a seguridad jurídica y repatriación de capitales; estabilidad política, ventajosas alianzas internacionales y una apuesta decidida por las energías renovables que lo sitúa como uno de los países de más rápido crecimiento del sector en el continente.
Cabo Verde, por su parte, posee una cuarta parte de la población de Canarias, 524.833 habitantes (2015), un PIB de 2.959 millones de euros, una catorceava porción del de las Islas, y una economía sustentada casi de forma total en los sectores del turismo, que parece ralentizarse, y servicios, además de las remesas de sus emigrantes, quienes suman un porcentaje parecido al de la población local, y conciertos con instituciones multilaterales y países donantes.
La población de Mauritania es de algo más de cuatro millones de habitantes, históricamente comunidades y tribus nómadas del desierto que comenzaron a migrar hacia sus ciudades más importantes, Nuakchot y Nuadibú, a partir de la independencia del país en 1960. Su PIB es 13.551 millones de euros, una tercera parte del de Canarias, y su economía está basada fundamentalmente en la pesca y en la minería, con importantes yacimientos de hierro, oro y otros minerales.
Senegal posee una población de 15,5 millones de habitantes y su PIB alcanza los 35.137 millones de euros, casi una cuarta parte menor que el de Canarias, con una economía basada en la pesca, la producción de químicos, algodón, textiles, cacahuete y algunos minerales.
Estas pinceladas numéricas y estadísticas hablan por sí solas del mayor o menor éxito de Canarias en África, aunque queda al menos un asunto relevante pendiente de dilucidar, la rehabilitación de la vía marítima regular entre Fuerteventura y Tarfaya (Marruecos), no solo por representar una puerta abierta directa hacia el continente, también porque las ricas industrias agrarias y pesqueras de ese país cercano, a escasos 100 kilómetros, podrían aliviar con mucho la cesta de la compra en Canarias, dado que sus productos se venden en torno a un tercio de sus precios en las Islas.