La Unión Europea, un aliado esencial para el futuro de Canarias, será de los ciudadanos o no será posible.
2018 ha empezado intenso para el Archipiélago en materia europea y Canarias, que vive entre guiris, su principal fuente de ingresos, se enfrenta a una oportunidad única para cimentar su relación con la Unión Europea, de encuentros y desencuentros históricos, y medir sus necesidades de futuro. Es la hora de las negociaciones a cara de perro pero también de apelar, como tantas veces, a la cooperación común.
A todos los niveles parlamentarios, gubernamentales y organizativos, y acuciada por los problemas de índole social, Canarias está inmersa en numerosos debates para buscar soluciones apropiadas que tengan en cuenta el pasado, presente y futuro de las Islas en los preparativos de los presupuestos comunitarios post 2020, la política de cohesión -que cumple su 30 aniversario el 24 de junio-, y su rol primordial entre las Regiones Ultraperiféricas, que lidera el Gobierno de Canarias hasta noviembre de 2018.
A las regiones europeas en general, y a Canarias en particular, les preocupan los desafíos del empleo, el crecimiento económico sostenible de todos los espacios, incluidos los rurales, la inversión pública, la lucha contra la pobreza y la exclusión, la igualdad de derechos y oportunidades, el cambio climático, la seguridad y lucha contra el terrorismo y una respuesta global a la crisis de los refugiados, como se puso de manifiesto en la última declaración de la Conferencia de Asambleas Legislativas de Regiones Europeas (CALRE), de la que forma parte activa el Parlamento de Canarias.
Rechazo a la reducción de fondos
Como se sabe, la política de cohesión, orientada a reducir las disparidades entre territorios, ha contribuido de forma decisiva al desarrollo de las regiones europeas, entre ellas Canarias. Por ello hay un absoluto rechazo de las regiones a una amenaza que pende sobre ellas: la disminución de fondos para el próximo período presupuestario y la reducción de su peso relativo en el total de fondos de la UE, a lo que se añadirían las restricciones de aplicabilidad de la política de cohesión.
Las regiones europeas, unidas en variopintos órganos, claman por que el presupuesto de la Unión Europea después de 2020 (y para el próximo Marco Financiero Plurianual) vaya en la línea de una política de cohesión más fuerte, eficaz, y accesible para todas ellas.
Mientras las instituciones comunitarias hablan sin parar del futuro de Europa como un hecho incontestable, van haciendo raíces unas ramas espinosas que se preguntan si Europa es el futuro. Y empalidecen los logros, que no son pocos. Estas espinas no son sólo las del Brexit, ni las que votaron no a la Constitución Europea en países tan europeístas como Francia u Holanda, Estados fundadores.
Las primeras espinas quedaron sembradas cuando se dividió el corral europeo con la unión monetaria, o se malogró la Constitución Europea y hubo de ser sustituida por el Tratado de Lisboa, en diciembre de 2007, lo que obligó a abrir el paso a numerosas negociaciones con algunos países díscolos que desbrozaban con ahínco lo bueno y lo malo del proyecto general. El principal defecto de Europa es que sólo se escucha a los fuertes.
La amenaza del Brexit
A un año de las elecciones europeas, previstas para finales de mayo de 2019, Canarias mira con cierta inquietud los pasos del Brexit, que se va definiendo de forma inexorable, temiendo que la salida de Reino Unido sea un problema añadido, por el turismo y los intercambios comerciales. Hay que recordar que el Brexit es algo más que la acción de un cínico eurodiputado británico que dice no a la UE pero sigue en el Parlamento Europeo sirviéndose de sus beneficios. Del Brexit se pueden sacar más conclusiones, muchas de ellas de gran utilidad metodológica.
Los procedimientos que se llevan a cabo en las negociaciones celebradas entre la UE y el Reino Unido para el Brexit dieron lugar a un proyecto de Acuerdo de Retirada que refleja los progresos alcanzados, entre los que se encuentran las siguientes: derechos de los ciudadanos, liquidación financiera, periodo transitorio y cuestiones ligadas a la separación
Mirando los pasos y observando el lugar que ocupan en la lista, se podría decir que el procedimiento del Brexit marca el camino, no para salir sino para quedarse por parte de los centenares de regiones europeas, siempre que hagan escuchar su voz con la contundencia necesaria.
Muchos se preguntan si no es hora ya de reformular nuevamente las ideas, la legislación y las negociaciones. De volver a los valores iniciales de la Unión, como la democracia, la paz, la igualdad y la solidaridad en un plano de igualdad. Y no sólo eso. Se preguntan si no es el momento de mirar más allá de los países fuertes o débiles y sus condiciones especiales de admisión o permanencia: las negociaciones de hoy se llaman regiones y ciudadanía. El futuro de Europa no será posible sin tener en cuenta, entonces, a los verdaderos artífices de la Unión, sus habitantes.
El arma de la transparencia
Además de vivir, gozar y sufrir en Europa, los ciudadanos se han dotado de un arma invencible que se llama internet y nuevas tecnologías: la información. Ya sabemos, si nos interesa, lo que hace cada diputado europeo, cuánto cobra un comisario europeo, con quien se reúnen, a quienes favorecen, y qué consecuencias trae a cada hogar europeo cada una de sus decisiones. Las estadísticas nos muestran, incluso, las gigantescas contradicciones de cada decisión que se toma en Bruselas o Estrasburgo, y que se padece en Desde Atenas a Martinica, pasando por Canarias o Lisboa.
A los que sostienen el desafío europeo con sus impuestos no les faltan razones en sus quejas y escepticismo cuando se mira de frente lo que ocurre en Europa. Y habrá que observar esas razones para que no se condene al fracaso un proyecto que, si bien nació de la mano de la libertad económica, a los que se sumaron otros logros no menos importantes aunque no suficientes, sirvió y puede servir para dar bienestar e igualdad a cada ciudadano de los 508 millones que viven en la UE.
Europa es el futuro siempre que ocurran determinadas acciones y se impidan otras. Hoy en día en Europa se admite la intolerancia, los gobiernos implantados en la xenofobia, el encierro aquí y allá de las fronteras de los que intentan buscar refugio, la pobreza y la claudicación de los derechos bajo el epígrafe de la protección y seguridad.
Lo cierto es que mientras muchos trabajan para que Europa sea el futuro, otros entierran sus orígenes y convierten las grandes miras de los fundadores de esta unidad europea en una falacia.
Aprender del Brexit, de sus orígenes y de la respuesta de negociación, pero mirando a cada región y a cada ciudadano. Ese será el desafío: hacer que Europa sea de verdad el futuro de todos.