El deporte de la canasta se ha consolidado en la Isla como la alternativa al fútbol.
Hace un par de años, la vida me dio la oportunidad de participar en la elaboración del libro 75 aniversario Federación Insular de Baloncesto de Tenerife (1941-2016). Apuntes para la historia. La FIBT, con acierto, quiso dejar constancia documental de lo que había dado de sí el baloncesto en la Isla. El presidente Rafael González tuvo la visión de documentar mínimamente el pasado, contribuyendo de esta manera a paliar el déficit de investigaciones sobre la historia del deporte en Canarias. Algo siempre menospreciado y que en el fondo solo defienden cuatro locos, entre los que se encuentran Luis Padilla y José Miguel Galarza, dos entusiastas de la causa que pusieron desde el primer día toda la ilusión en el proyecto de ese libro que les digo.
Le echaron cabeza y le echaron horas. Y es que este tipo de aventuras van más allá del afán de una empresa por cumplir con un cliente. El entusiasmo que se derrocha va más allá del afán por cobrar un sueldo a final de mes y cobrar una factura por un trabajo entregado. Mi aportación al proyecto fue la del colaborador necesario. Me tocó arrimar el hombro y lo hice con gusto. Cuando empecé a llamar a todos y cada uno de los clubes de la Isla me vino a la cabeza algo que había escuchado años atrás a Paco Apeles, el mayor loco por el baloncesto que he tenido el placer de conocer. Paco me dijo, hace ya décadas, que una de las mejores cosas que le habían pasado al baloncesto insular es que había un equipo en cada pueblo. Y un pabellón en cada una de esas localidades.
Nombres propios
Cuando empecé a dar tecla y descolgar el teléfono, corroboré que, en efecto, si algo había terminado por agrandar la vertiente social del baloncesto era que se había ganado un hueco en muchos rincones de nuestra geografía. La imagen de los pueblos y de los barrios tiene el patrón de una serie de lugares comunes. Siempre encontramos una iglesia y, junto a ella, una plaza y un polideportivo. Si tiene un campo de fútbol, es señal de más categoría. Y a ese conjunto se unió hace tiempo el pabellón cubierto, con sus aros para jugar al baloncesto y sus porterías para el fútbol sala.
Es conocido que el baloncesto en Tenerife entró de la mano de históricos como el Real Club Náutico, el Canarias o el Juventud Laguna, en escenarios como la cancha Anchieta, la Ciudad Juvenil o el Pabellón de la Avenida de Anaga, que fue además la primera instalación cubierta. Por ahí se hizo fuerte. Más adelante, los colegios jugaron un papel clave en la implantación. Y lo siguen jugando: La Salle, Hogar Escuela, Virgen del Mar, Hispano Británico, Hispano Inglés, Pureza de María, Nuryana, Colegio Tacoronte, Buen Consejo, Echeyde, Dominicas Laguna, Dominicas Vistabella, Escuelas Pías, Luther King, Ramiro de Maeztu… Pero la novedad en las últimas décadas llegó de la mano de los equipos de pueblo, tanto que hoy en el mapa del baloncesto insular encontramos clubes en los 31 municipios.
Claro que hubo adelantados a su tiempo, como el San Isidro en La Orotava o el Hércules en Icod de los Vinos, auténticos pioneros. Pero esa geografía plagada de clubes es más o menos reciente: Atenea de El Tanque, Arafo-Icocia, El Roque de Garachico, Guama de Santiago del Teide, Guancha, Güímar, La Victoria, La Matanza, Realejos, Santa Úrsula, Tacoronte, Tegueste, Teno Buenavista, Puerto Cruz, Vilaflor… Y equipos de barrio como el Arenas de El Charcón, Valle Sur Fátima del Valle San Lorenzo, Ihode de Arguayo, Las Galletas-Punta de Rasca, Muñeco de Nieve de El Sobradillo, Ofra, Ravelo de El Sauzal, Tacuense…
Todo ello explica el crecimiento en licencias. De las poco más de tres mil que había hace 20 años se ha pasado al doble en la actualidad. Dicho ello sin olvidar que Tenerife es de largo la isla con más federados, un 60% del total del Archipiélago. Además, el baloncesto es el segundo deporte en licencias en la Isla. Lejos del fútbol, pero con las otras disciplinas a su vez lejos del baloncesto.
Los éxitos del basket femenino
Y ahora que tanto se habla del papel de la mujer en la sociedad y en el deporte en particular, es de justicia reconocer que el baloncesto ha hecho mucho por colocar a las féminas en el sitio que les corresponde. No es una casualidad que Tenerife haya alumbrado a lo largo de la historia a casi una decena de jugadoras internacionales. El baloncesto es el deporte con más fichas de mujeres en la Isla. El deporte de la canasta puede presumir de que tiene federados casi a tantos varones como hembras. Y esto es algo que se dice poco y de lo que se presume también poco. Esas cifras podrían ser incluso mejores de no ser por la huida de las mujeres del juego a media que se hacen mayores. A partir de la categoría Cadete se asiste a una merma que el baloncesto comparte con otros deportes.
He preguntado muchas veces por las causas y no he encontrado una respuesta clara. Para unos las mujeres lo hacen por responsabilidad una vez que progresan en sus estudios y se centran en ellos. Para otros hay un componente de presión de las familias y los novios cuando las jugadoras van pasando de niñas a mujeres. Esto último es algo que me resisto a admitir. En cualquier caso, resulta una evidencia y el paso de los años no hace sino confirmar la tendencia. Es algo a cambiar. Y se necesitan más mujeres en los banquillos y en las directivas. Eso también debe cambiar y el paso lo tienen que dar ellas.
Volviendo al boom del baloncesto, hubiese sido imposible sin la aportación de tantos y tantos personajes anónimos, o no tan anónimos, que desde las directivas o los banquillos le echaron horas y horas para ir haciendo camino al andar. Me vienen algunos nombres a la cabeza: Alberto Déniz, Lourdes Rodríguez, Sixto Trujillo, Esteban Afonso, Daniel Bercedo, Rafael Pérez-Alcalde, Fernando Llombet, Delfín Ruiz, Luis Afonso, José Carlos Hernández Rizo, Alberto Cabo, Antonio Palenzuela, Juan José Bruno, Venancio Gutiérrez, Aurelio Liendo, Luis Macía, José Carlos Mederos, Santiago Luque, Paco Chinea…
Personas siempre dispuestas a ayudar al periodista que les llama para pedirles un resultado o una foto. De eso tampoco me olvido, pues durante años les molesté los domingos por la tarde buscando información para algún suplemento de deporte base, de esos que ya casi no se hacen. Esa experiencia que tuve me dejó claro que el sello del baloncesto a este nivel ha sido el de un juego alejando de la conflictividad de otros deportes. En otras palabras, un ejemplo de deportividad.
Otro elemento diferenciador del baloncesto local ha sido su afán por la tecnificación. Los clinics han sido una constante en los últimos años, lo que ha permitido la mejora de los fundamentos de los practicantes, al tiempo que ha enriquecido a los entrenadores. Los técnicos locales se han significado por su capacidad de enseñanza y por su afán de aprendizaje. Alejandro Martínez e Iván Déniz han hecho carrera en los banquillos y ambos empezaron entrenando desde muy abajo. Y en este punto, me gustaría detenerme en las escuelas municipales, que han progresado con éxito en algunos pueblos. Sin olvidar tampoco a clubes con una clara vocación de cantera como el Unelco o el Santo Domingo.
Otro de los secretos del éxito del baloncesto local ha sido el haber fomentado una rivalidad que lo ha alimentado, antes y ahora también. Quizá si los tan recordados proyectos de unión del baloncesto fracasaron fue porque lo geográfico y lo histórico en esta tierra marca mucho. Los microclimas forman parte de nuestra idiosincrasia, para lo bueno y para lo malo. Y el baloncesto he encajado ahí a la perfección. Llegados a este punto se echa de menos que los diferentes proyectos de cantera den un paso más. Aunque suene romántico, la vinculación del aficionado con un proyecto deportivo viene muchas veces marcado por la presencia de un elemento local, sobre todo si hablamos de la élite. Sabemos que resulta complicado dar cabida a jugadores y jugadoras de la tierra en los cada vez más profesionalizados equipos, pero sin eso resulta difícil una identificación con la causa.
Al fútbol se le reclama cantera como algo que se cae de maduro, como algo de cajón, como una obligación, pero, curiosamente, al baloncesto esto no le pasa. Igual en eso también van más adelantados.