Los protagonistas del día a día son, como uno, gente (más o menos) corriente con miserias, virtudes y, en ocasiones, generadores de atención mediática, como fue el caso de Eloísa González y su “triangulillo”, palabro de mal gusto que incluyó en el titular un respetado rotativo de la Ciudad Condal tras hacerse eco del desliz que la presentadora de la Televisión Canaria sufrió en la emisión del especial de Fin de Año de 2016.
La notable abertura del traje y una inoportuna brisa dio pábulo a los primeros comentarios de 2017 en las redes sociales e, incluso, mereció espacio en la primera página de algún medio capitalino. En fin. Con el transcurso de los amaneceres la ventolera perdió fuelle y desvió atenciones, cosa fácil en Carnaval y más si el que provoca es una drag queen de Las Palmas de Gran Canaria. La pelotera que armó Drag Sethlas con su performance mariano fue caldo de cultivo para reacciones encontradas, normal cuando la religión se mete en medio.
Tras el color de las carnestolendas, el malva de la Universidad de La Laguna lució con pompa en el solemne acto que se organizó en conmemoración de sus 225 años. Para la ocasión, Federico Mayor Zaragoza, que fuera director general de la Unesco entre 1987 y 1999, dictó una conferencia sobre el papel actual que deben jugar los centros superiores de enseñanza, al tiempo que el alcalde de la Ciudad de los Adelantados, José Alberto Díaz, recibía la Medalla de Oro de la institución académica. El encuentro, colmado de puñetas y birretes, fue la antesala a unas declaraciones del presidente de Repsol, Antonio Brufau, al comparar el proceso de prospecciones petrolíferas en Canarias con un dolor de muelas. Además, calificó las protestas en contra como algo tercermundista. Y, claro. Le cayeron encima. Hasta el expresidente Paulino Rivero regresó para pegarle un variscazo.
Y las medallas de oro de San Fernando honraron también a los catedráticos José Carlos Alberto y Antonio Tejera. El ex rector y el premio Canarias de Patrimonio Histórico eran profetas en su tierra, la misma que despedía a Rubens Henríquez, uno de los arquitectos canarios referentes durante la segunda mitad del siglo XX. Y le recordamos y peregrinamos a sus cuatro viviendas del Camino Largo como si fuéramos estudiantes de escuela universitaria ávidos de sueños o, simplemente, amantes del pulchrum que se recrean ante la forma.
Hubo visita real
Días después de que Felipe VI y Letizia Ortiz se fotografiaran con cientos de súbditos a propósito de su visita institucional a la Isla, las raíces del drago acogían al ilustre palmero recién fenecido, al tiempo que la golondrina acompañaba a los periodistas César Sar y Fernando Palarea en un viaje de catorce meses alrededor del mundo. Pablo Oramas, el productor ejecutivo de la segunda temporada del programa televisivo El Turista, avalaba la aventura que, al cierre de estas letras, todavía transcurre. Afortunada andanza para los colegas y descaminada la alcadesa de Güímar, Luisi Castro, quien invitaba a Carlota Corredera a las fiestas patronales de San Pedro. Pero no contenta con este perfil mundano, convidaba, de igual forma, a Lydia Lozano y David Valdeperas, correveidiles de la misma congregación de cotillas oficiales del reino de Mediaset. Dios los crió y se juntaron.
Por fortuna, a unos cuantos kilómetros de distancia la racionalidad bien pensante tapaba miserias. Rafael Escobedo de la Riva y José Manuel Rodríguez Peña comisariaban en el TEA la exposición Materia contemporánea, una muestra de fotografías, planos y maquetas sobre la obra de los arquitectos Vicente Saavedra y Javier Díaz-Llanos. Los más viejos y los más sabios iluminaban la sombra de la ignorancia.
No obstante, la felicidad eterna es una quimera, porque un tal Zebenzuí González, concejal de La Laguna, traía nubarrones. Ingenuo, el inconsciente fanfarrón fardaba de sus pillajes rastreros analógicos en territorio digital y el mensaje trascendía y el linchamiento, inmisericorde, arrasaba. ¡Maldito wasap!
Frente a estas miserias de corral, la Asociación de la Prensa de Tenerife hacía público en septiembre que el periodista Elfidio Alonso recibiría el premio Patricio Estévanez, un galardón que honraba la atlanticidad del también director de Los Sabandeños. Al conocer la buena nueva reparamos que somos más canarios y universales gracias a los acordes de caracola de este infatigable creador de envites esperanceros, tan necesarios para abrir (tun tun) murallas.
Llegó, entonces, otoño y la XIV edición de la Bienal Internacional de Fotografía de Tenerife Fotonoviembre. Y nos quedamos tranquilos pues la dirigía Gilberto González, notable gestor cultural gracias a un trabajo perseverante, honesto y sabido. Si le dejan, la oscuridad archipielágica nuestra tiene las primaveras contadas, pese a que después topásemos con cortas miras presuntamente sexistas y meadas en pantalones políticos que vituperaron a Andrés Sánchez Robayna y Fernando Castro Borrego al frente de la exposición Pintura y poesía. La tradición canaria del siglo XX. Saturno devorando a sus hijos.
Lejos de desesperanzas, a finales de año la Universidad de Edimburgo y el Instituto Universitario de Enfermedades Tropicales y Salud Pública de Canarias homenajeaban al científico tinerfeño Basilio Valladares al bautizar una nueva especie de ameba, residente en el Teide, con el latinajo Leptomyxa valladaresi. Al percatarse del designo, el imperceptible ego del ilustre doctor no se movió un ápice, antes bien, solo se desconcertó con un leve carcajeo. Complaciente remate para doce meses que, es la tónica, pasaron en un pispás.