Aunque la crisis económica parece superada, la isla sigue inmersa en la contradicción entre su imagen idílica y una lista de tareas pendientes que no se reduce.
A la hora de hablar de la isla de La Palma, de un tiempo no muy lejano a esta parte, la verdad es que nos gustaría expresar una historia diferente a la que vivimos. La isla no avanza, y si lo hace la verdad es que el movimiento es tan lento como desesperante.
Atrás, teóricamente, quedó la crisis, pero la economía de La Palma no arranca, no tiene la vida que cabe esperar en un territorio en el que llevamos esperando bastante tiempo por una serie de desarrollos que ayuden al soporte histórico, el agrario, principalmente platanero, a que este terruño sea atractivo para los inversores y los jóvenes de La Palma no acaben eligiendo otro lugar para vivir.
No hay un mensaje claro sobre el cambio que debe experimentar la isla, en la cual los liderazgos son escasos y la población se carga de desesperanza. Fuera de La Palma existe una imagen de lugar idílico, bien protegido, con gran riqueza natural, pero la isla sigue teniendo asignaturas pendientes históricamente.
El Cabildo no acaba de ser el motor de La Palma, a pesar de sus competencias, y los ayuntamientos salen de la crisis atados de pies y manos, mientras que la iniciativa privada es escasa en una isla sin tejido industrial, que importa del exterior casi todo y que tiene en el alto número de funcionarios, su eje principal en cuanto a poder adquisitivo.
Por si fuese poco, la isla envejece y hay que apostar por una red socio sanitaria potente en base a la avanzada edad de muchos de sus habitantes.
En un tiempo reciente aparece en la escena política regional la consejera Nieves Lady Barreto, que desde el Gobierno de Canarias es la única que ha dejado de forma clara un mensaje. Es la hora de La Palma. La ex alcaldesa de Villa de Mazo deja claro que no se puede dejar pasar el tren, pero este sigue pasando y La Palma envejece y lo hace en un escenario de dudas y cierta apatía.
Existe una sensación de que nunca ha habido mejores condiciones para el desarrollo y que nunca se había tardado tanto en aplicarlas a la economía de la isla.
La Palma necesita quien la lidere, quien marque el paso y quien de una vez diseñe el camino hacia la modernidad. Mientras, navegamos sin velocidad de crucero, como aquel abuelo que ve pasar las horas sentado en su terraza, sin pedirle a la vida nada más que lo deje disfrutar de su vejez.
El titular puede ser La Palma no avanza como también puede serlo La Palma, todo por hacer o La Palma, el diamante nadie acaba de pulir.
Para colmo, la isla pierde belleza ante el abandono de espacios y la falta de limpieza de otros. No se trata de un drama, pero sí de una perdida de posibilidades diaria.