La reconquista política del apetito agrario

La gestión del campo canario alcanza parámetros de normalidad en el pago de las ayudas, una herramienta esencial para el sector.

Tuvo que ser en el año 2017. Ese año, y se puede decir con todas las de la ley, supuso nada más y nada menos que acabar con gran parte de las tinieblas que oscurecían, y mucho, el futuro del sector agrario en el archipiélago canario.

No era fácil cambiar el anterior rumbo dibujado hacia la nada, pero en 2017 (como consecuencia de años precedentes de buen trabajo y con el consejero Narvay Quintero ya a las riendas del carruaje), y hay que decirlo sin riesgo a equivocarse, se inició, después de un largo periodo con ausencia de noticias provocadoras de la sonrisa, la apertura de anchos claros a modo de sencillas, aunque muy necesarias, soluciones para la agricultura y la ganadería locales.

Como ya antes había recogido en un análisis servido para la prestigiosa revista local Agropalca, aunque el ahora y aquí elegido parezca el título vulgar de una película de serie B, advierto de entrada que nada más lejos de la realidad. Ese título solo es para introducir al lector en contenidos muy serios, aunque, eso sí, servidos de forma que considero divulgativa.

El campo canario tiene una historia, como ocurre en este mismo sector productivo de otras latitudes europeas (también pertenecemos a la UE aunque nos hallemos muy cerca de África), llena de sobresaltos, pero, entre caída profunda y caída aún más profunda (estas actividades solo aportan al PIB regional en torno al 1,5%), es cierto que se llegan a dar situaciones de interés que incluso enarbolan un alivio, la misma esperanza, y permiten así confirmar que, si se quiere, aún es posible colocar algunas patas que sostengan un futuro con más brillo para los que dependen de la tierra, del campo, en estas islas atlánticas.

Otras decisiones y procesos, o quizá silencios, también el popular estar con las manos cruzadas, en cambio no aportan nada de nada, pues conducen justo al otro extremo: a la destrucción lenta, aunque paulatina, que cada vez acerca con más precisión al punto y final, donde todo se funde en oscuro y la nada es lo único que florece. Es el abandono que nadie quiere.

De esos dos márgenes o extremos, de lo que está en el lado en que se sonríe y de lo que está en el mismo límite abisal de la tristeza, vamos a hablar un poco en este La reconquista política del apetito agrario.

En este 2017, hay que reconocerlo, se ha conseguido que lo bueno esté perfectamente claro, que nadie lo discuta ni rebata. Lo bueno ha sido que la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Aguas, al mando del herreño Narvay Quintero (AHI-CC), haya culminado un excelente trabajo de gestión hasta normalizar y dejar al día los atrasos en los pagos de las ayudas directas del Posei adicional, el que se financiaba con fondos de Canarias y el Estado, en un principio, y ahora ya solo se cubre con dinero de Madrid (desde 2017), un logro que ha contado con el apoyo político de CC pero que tiene la firma de Nueva Canarias. La verdad siempre por delante.

La Consejería ha conseguido (y esto es algo que no logró como le hubiese gustado al sector agrario el predecesor de Quintero, Juan Ramón Hernández, de CC y palmero) desde mediados de 2015 lo que pocos en un principio se imaginaban: que los pagos pendientes vinculados al Posei adicional desde 2010 (solo hubo abono pleno en 2009) hasta 2016 se pudieran cubrir en su totalidad, e incluso con el maldito 2011, en cuyo ejercicio no se llegó a conceder nada de lo recogido en sus medidas.

Parecía imposible, pero ya está, lo que demuestra que la voluntad política, cuando es verdadera, concede excelentes resultados, muchos más si se ve alentada y empujada por unos representantes del sector agrario que, en ningún caso, estuvieron dispuestos a tirar la toalla ante tan enorme problema. Hubo unidad de acción y eso casi siempre se nota para bien

A día de hoy, ese asunto, ese cuello de botella, ese resfriado que llegó a transitar hacia la neumonía, ha sido curado, y lo que quizá sea mejor: se han arbitrado algunas medidas preventivas para intentar que ello no vuelva ocurrir en adelante.

La confirmación de que el Posei adicional ya se va a pagar todo, sin flecos ni más esperas, ni a unos sí y a otros no, la realizó el consejero Narvay Quintero a mediados de diciembre pasado, cuando, en rueda de prensa y rodeado de los líderes de las tres principales organizaciones profesionales agrarias de las islas, COAG, Asaga y Palca, afirmó que al fin ya estaba todo arreglado. ¡Qué bueno!

La sonrisa se dibujaba en la cara de todos los allí presentes. Terminaba así un calvario, se degustaba lo bueno y se consolidaba un futuro a corto y medio plazo en tan importante parcela de apoyo al campo isleño, la que representa el Posei adicional, siempre de la mano del Posei comunitario (este solo se alimenta de dinero de la UE y nunca falla). Fue la demostración de que el futuro siempre brilla tras dejar a un lado los sobresaltos.

Quintero lo había conseguido; se lo había propuesto y lo logró, algo que no siempre es habitual en la política canaria. Y esa sencillez aparente de decir, hacer y conseguir es la que mereció el aplauso de las citadas organizaciones agrarias, una felicitación unánime y bien alta que se oyó en todos lados. Se había conseguido el reto principal del año y ese reto ya es, por coherencia, en el gran hito de 2017. Quintero y su equipo, con Abel Morales en la Viceconsejería del Sector Primario, habían podido levantar ese trofeo imaginario: el del objetivo sufrido pero bien cumplido, justo la principal virtud de la política.

Pero como ocurre en la vida misma, lo bueno suele convivir con lo aceptable y lo infumable, y ahora toca referirnos a la combinación de esas dos palabras en cursiva que habitan en el centro.

Algo que entra dentro de lo aceptable es que con la Consejería se puede hablar: las puertas están abiertas y siguen abiertas, y se abren para mirar hacia delante. Lo aceptable también consiste en que la gestión de todas las subvenciones regladas ha mejorado, una cuestión muy relevante. Y lo aceptable además incluye que haya intentos, con mejores o peores resultados, para facilitar la venta donde más fácil debe resultar hacerla: en el mercado interior. De esto mismo va el programa Crecer juntos, al que aún queda mucho por delante hasta alcanzar los ambiciosos objetivos que se ha propuesto. Sequía y agua de riego merecen un capítulo aparte.

Hay más cosas que han sido aceptables, que han sido valoradas por los representantes del sector agrario local, y también, claro, entre ellas se deben incluir los aspectos que la Ley del Suelo recoge en relación con las actividades agrarias, normas previamente consensuadas con las organizaciones agrarias.

El plátano, siempre un problema

Según este repaso sencillo, hay muchas cosas bien, pero se quedan otras en el camino que son cruciales. Estas forman parte de lo infumable, y en ellas vuelve a estar incluido un clásico: el plátano, con problemas serios de comercialización en hoy su casi único destino, Península; con pérdida de renta de muchos agricultores, de manera especial los pequeños y medianos, y sin ventas garantizadas incluso en los tradicionales meses del boom: otoño e invierno.

Señoras y señores, el plátano tiene un problema, dejémoslo bien claro, y su problema es el mismo problema de los últimos años, ahora agravado y a punto de convertirse, si ya no lo es, en algo estructural, grave. El problema del plátano es, en esencia, el inmovilismo, que no se ha hecho nada en los tiempos más felices y tampoco nada en los menos felices. Y cuando no se hace nada, o muy poco y de bajo impacto real, los problemas solidifican, terminan castigando. Así ha pasado.

Ahora el plátano se halla en una fase de durísimo castigo, y la verdad es que tampoco se sabe muy bien cómo salir de esa jaula ni quién está en condiciones de tirar del carro, con más o menos destrozos en el camino elegido para relanzar el futuro.

A los problemas de comercialización, producción, regulación de la oferta…, hay que unir otro que es muy notable y del que menos gusta hablar a Asprocan y a determinados productores locales: lo mal que se gestiona la pica y lo peor que se gestionan los residuos agrícolas que se acumulan como consecuencia de ella. Aquí se falla, y mucho.

Y claro que hay muchas más cosas dentro de lo infumable, sin duda, pero yo me quedo sin espacio. Será en la nueva oportunidad que se me brinde.

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