Adiós a un hombre de principios

Javier Lavandera García (1947-2021) Natural de Mieres, era apenas un veinteañero cuando tuvo que abandonar el país tras ser condenado en una causa derivada de las protestas que suscitaron las 16 sentencias de muerte del conocido como Proceso de Burgos. Ligado al Partido Comunista de España desde la adolescencia, emigró a Bélgica donde fue corresponsal de la agencia Efe. Como corresponsal de guerra asistió, en 1979, a la instauración de la república islámica en Irán del ayatolá Jomeini. Fue testigo de la revolución sandinista en Nicaragua y llegó a entablar relación con Fidel Castro. Trabajó para El País y residía en Maspalomas desde hace 30 años.

***

Miércoles, 10 de febrero de 2020, comienzo el día con una noticia que me entristece y me trastoca el día, al leer en la prensa regional el fallecimiento de Javier Lavandera García cinco días antes en su canaria San Bartolomé de Tirajana de adopción.

Los achaques coronarios que arrastraba desde hace unos años truncaron la vida de este asturiano y mierense de pro y canario de adopción a los 74 años.

Su vida es merecedora de ser plasmada en un libro. En su Mieres natal compatibilizó sus aficiones al deporte, jugando al hockey sobre patines de portero, y sus actuaciones musicales con la política, antes de verse obligado a exiliarse en Bruselas. Altamente involucrado con el partido, allí fue el miembro más joven del comité ejecutivo del PCE en el exilio y ejerció profesionalmente como corresponsal para Efe tanto en Bélgica como en otros países, en alguno como corresponsal de guerra, a la que vez que seguía con su actividad musical como cantautor.

Restablecida la democracia en España, decide volver a principios de la década de los años noventa y asentarse en el sur de Gran Canaria, dónde continuo su actividad como periodista para varios medios y trabajando para diferentes empresas y entidades.

A Javier lo conocí casualmente en enero de 2001 en Madrid en Fitur, donde ambos asistíamos por cuestiones profesionales. Por aquella época era el responsable de prensa de Hecansa y nos visitó en el stand del Principado de Asturias. Fue el comienzo de una fructífera relación.

A nivel profesional organizamos diversas Jornadas Gastronómicas de Asturias en las desaparecidas instalaciones de Hecansa en Guía y en el restaurante de los hermanos Rogelio en Las Palmas. Hasta allí se desplazaron profesores de la Escuela de Hostelería del Principado de Asturias, y representantes del Club de Guisanderas, como Esmeralda la del Nalón, Primi de casa Pepe, Yvonne de casa Telva o Tere de casa Maravilla, así como Lolo y Mary Luz del Torres de Felechosa. Y por mediación suya fueron varias las charlas que di en diferentes puntos de la isla, en complejos autonómicos dependientes de Hecansa.

Lo que comenzó como una relación profesional pronto se convirtió en relación personal, con encuentros personales esporádicos en sus venidas a Asturias o en alguna visita cursada a su Maspalomas de adopción, dónde era muy querido y apreciado, y donde por su mediación aún mantengo relaciones con algunos de sus amigos.

Relación que se mantuvo hasta apenas una semana antes de su fallecimiento, ya que estábamos en contacto permanente por wasap y teléfono. La última vez que nos vimos en persona fue en Oviedo, en el verano de 2019, cuando estuvo ingresado por una operación coronaria.

Javier no dejaba de sorprenderme, y más cuando me daba pinceladas de sus múltiples vivencias, aunque siempre fue muy reservado. Tardé en conocer su labor de cantautor, y de su íntima relación con los cantantes latinoamericanos como los Quilapayún, Mercedes Sosa o Víctor Jara, de este último era padrino de uno de sus hijos, por ejemplo. También de sus días como periodista y corresponsal en diferentes países, donde vivió de cerca importantes guerras de fin del siglo.

Aunque realmente lo que nos unía y de lo que más hablábamos era de nuestra Asturias y de gastronomía, aunque el deporte y la canción también estuvieron muy presentes.

Me quedo con grandes recuerdos de una persona entrañable, que siempre ejerció de asturiano allí donde fuera, y siempre tuvo una morriña que mitigaba con sus visitas esporádicas a su Mieres natal. Y que nunca renunció a ninguno de sus principios a lo largo de su vida, algo digno de valorar y que merece todos mis respetos.

Descansa en paz amigo Javier. Que la tierra te sea leve.

Artículo publicado en www.dendecaguelu.com

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