Conciliar en medio de la incertidumbre

Cuidar es una tarea a tiempo completo. Implica estar disponible, cubrir las necesidades con garantías, estar atentos y hacerlo de la mejor manera posible

El confinamiento derivado de la crisis de la Covid-19 ha obligado a poner en duda nuestro sistema laboral, social y familiar.  Aparte de la obvia preocupación por la enfermedad, el desconocimiento, la hiperinformación, los fallecimientos y la ausencia de rituales de despedida, nos hemos vistos obligados a improvisar y modificar la organización general de nuestras vidas, en especial lo relacionado con la conciliación laboral y familiar. Todo ello trayendo consigo nuevos problemas, entre otros psicológicos.

Siendo muy optimismas, nos hemos encontrado con la posibilidad de compartir tiempo con los nuestros, descansar, formarnos online, ver películas u obras de teatro, cocinar e incluso ordenar los armarios.

Pero en lo concerniente al plano laboral, hemos encontrado aspectos no tan positivos. En algunos casos se ha cesado temporalmente el empleo o se han perdido directamente muchos puestos de trabajo. En ocasiones desempeñaban una actividad esencial en medio de esta crisis y en otras se optó por adaptar el puesto al teletrabajo, con las dificultades que luego nos encontramos. Por todo ello, a nivel psicológico, la preocupación, el desconocimiento y la incertidumbre han ocupado un espacio importante en nuestras vidas.

Aquellos que tuvieron que acudir al trabajo, tuvieron que reorganizarse con otros familiares y/o amigos, debido a que era imposible conciliar lo laboral y familiar. El miedo al contagio hizo que incluso durante mucho tiempo no pudieran tener contacto con ellos.

El teletrabajo, que aparentemente pudo ser una gran alternativa para poder cuidar de los nuestros, no ha cumplido con todas las expectativas de empresas y trabajadores

El teletrabajo, que aparentemente pudo ser una gran alternativa para poder cuidar de los nuestros, no ha cumplido con todas las expectativas de empresas y trabajadores. Si bien ha conseguido que obtuviésemos algunos beneficios como mantener el funcionamiento de dichas empresas, mejorar aspectos medioambientales, realizar reuniones más efectivas a través de las redes, posibilitarnos quedarnos en casa con nuestros familiares, etc.  Pero ha supuesto la improvisación de recursos, obviar las diferentes circunstancias personales y demandas laborales, que no siempre han sido la mejor opción en muchos casos. Todo el día con el ordenador encendido y entre comidas buscamos un hueco para sentarnos a trabajar. Entretanto, nuestros niños y niñas necesitan que les atendamos, que juguemos con ellos o que le expliquemos una tarea. Estas pausas nos desconcentran y por ello nos vemos obligados a emplear más horas para compensar.

¿Y esto es conciliar? Se supone que estando en casa deberíamos ser capaces de atender mejor a nuestros hijos o familiares. Cuidar es una tarea a tiempo completo. Implica estar disponible, cubrir las necesidades con garantías, estar atentos y hacerlo de la mejor manera posible.

Es por ello que sólo un teletrabajo realista, basado en el control de cada caso, puede beneficiar a la organización de las familias. Factores como la edad de las personas a cargo, la delimitación de la jornada laboral o la búsqueda de los objetivos frente al cumplimiento del horario, han de ser tomados en cuenta.

En aquellos casos en donde se continúa trabajando desde casa, se manifiesta la sensación de continuar confinados, ya que no se desplazan por motivos laborales a ningún otro lugar, presentando agotamiento, estrés y desmotivación.

En casa, con niños de muy corta edad, es imposible que la productividad sea igual que en la oficina, debido a la obvia demanda de los más pequeños. Todo esto se traduce en frustración, ansiedad y culpabilidad, unido a las preocupaciones económicas, de salud, y las inherentes a la etapa evolutiva de los menores.

Lo cierto es, que parece una aproximación a lo que podría ser una conciliación laboral-familiar, pero no ha terminado de fijar las verdaderas bases, ya que tenerlos en casa, no nos ha permitido compaginar trabajo e hijos sin vernos afectados.

Gracias a la presencia de la tecnología durante el confinamiento, no pararon las actividades escolares, a través de clases online, emails o apps. Tampoco ciertas actividades lúdicas como los videojuegos, así como las relaciones con los demás a través de las videollamadas. Todo esto nos ha permitido compaginar, lo académico, el ocio y lo laboral en un mismo lugar.

Desgraciadamente quedó al descubierto la tan famosa brecha tecnológica, donde se aprecian las diferencias económicas de la población, por lo que algunos no pudieron hacer frente a las nuevas demandas.

Asimismo, todos aquellos que no manejaban medios tecnológicos han sufrido mucho estrés porque se han visto obligados a aprender o quedarse atrás, sumando una fuente de malestar a todas las ya mencionadas.

Y es que, el confinamiento y la pandemia en general, nos ha sometido a nuevas presiones psicológicas en el entorno laboral-familiar, sin precedentes.

Queda abierto el gran debate de si estar en casa y teletrabajar es conciliar o, todo lo contrario, además de la importancia de las escuelas presenciales y el soporte social-familiar. Necesitamos estar presentes en la vida de los nuestros sin poner en riesgo la situación laboral ni la salud psicológica. Todo esto resulta por el momento difícil de conseguir, pero bien es cierto, que no debemos desistir de encontrar la mejor manera de conciliar variables tan importantes.

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