JOSÉ SIVERIO PÉREZ (1928-2019) Sacerdote, periodista y escritor tinerfeño, titulado por la Escuela Oficial de Periodismo en Madrid, en 1959, fue director de la desaparecida emisora La Voz del Valle (La Orotava). Años después, promovió Radio Popular de Güímar que pasaría a ser, a principios de los años setenta, Radio Popular de Tenerife, integrada en la Cadena de Ondas Populares Españolas (COPE). Es autor del libro Un pueblo cualquiera (1959) y Los conventos del Realejo, con el que ganó el premio Viera y Clavijo de literatura e investigación. En enero de 2017 fue distinguido por la Asociación de la Prensa de Santa Cruz de Tenerife (APT) con el premio Patricio Estévanez.
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Lo hemos escrito casi todo del padre José Siverio Pérez, religioso, músico, artesano, periodista y escritor, fallecido a los 91 años.
El cura, como coloquial y afectuosamente le llamaban, o don José, para mantener el respeto y las distancias, fue una de las personas decisivas en los destinos profesionales y en la cristalización de la vocación que alumbró desde temprana edad y cuajó cuando nos abrió las puertas —y los micrófonos— de Radio Popular de Tenerife, en su sede de la calle La Carrera, allá a principios de los setenta del pasado siglo. Primero, como corresponsal en el Puerto de la Cruz; y luego como relator y cronista deportivo, cometidos ampliados cuando ya nos incorporamos de pleno al plantel de informativos.
En distintas ocasiones y por distintos motivos, ya hemos contado que a Siverio le escuchábamos en aquel inolvidable espacio de radio benéfica que fue en La Voz del Valle que dirigió, Las tres columnas, ideado para establecer lazos de solidaridad entre las poblaciones del Valle y hacer que los humildes fueran menos humildes en fechas navideñas. Aún nos parece que suena su voz cuando el oyente conectaba:
-Buenas noches, padre ¿es La Voz del Valle?
Y en seguida aparecía para atender la generosidad y el desprendimiento de los donantes. Estábamos lejos de móviles e inalámbricos. Pero ya funcionaba la radio participativa.
El cura también será recordado por quienes fueron sus alumnos en distintos centros. Y por los integrantes de ambos sexos que formaron parte de los coros que dirigió. La relación se prolongó durante décadas, incluso cuando esos coros desaparecieron. Con su primo Rafael Yanes Pérez, director-propietario del memorable colegio San Agustín, promovió innumerables actos culturales y académicos.
Inició en Güímar una nueva etapa radiofónica. Claro que nos acordamos de Pedro Guerra y José Ramos. La prorrogó en La Laguna, cuando, con nuevo indicativo, bajo los auspicios del Obispado, abrió y dirigió Radio Popular de Tenerife, centro emisor en Las Mercedes. La señal llegaba como un cañón a todo el norte tinerfeño. Se dedicó en cuerpo y alma: coordinando, sugiriendo, supervisando… y enseñando, que a fin de cuentas su ejercicio fue todo un magisterio, con las rigideces de entonces, pero predispuesto para la apertura que él sabía inevitable.
Nuevos programas, más voces, opciones para los colaboradores que se asomaban, la importancia de las formas y de la puntualidad, los bloques publicitarios o comerciales, el respeto…
Allí, en su casa de La Laguna, alternaba a menudo con los hermanos Alemán, para hablar de orfebrería, de arte, de la lentitud de la justicia, de periodismo y de cualquier aspecto de la actualidad, incluida la deportiva, que para eso se empeñó en transmitir los encuentros en la península del Club Deportivo Tenerife y mantener (con César Fernández Trujillo ante el micrófono) las expectativas de toda una isla.
Años inolvidables, mediados los setenta, cuando la radio se hizo medio de vida, cuando despachábamos los contenidos y los textos antes de la realización. Un director que ejercía, con temperamento cuando era menester. Condujo, sin estridencias, el éxito de aquella emisora diocesana que batió récords de audiencia, con rigor radiofónico, con credibilidad, probada competencia y aires innovadores que los otros medios reconocían.
José Siverio supo retirarse en silencio, cuando se imponía la modernización de estructuras y estilos. Aunque nunca se fue del todo. Fue una satisfacción entregarle el premio Patricio Estévanez de la Asociación de la Prensa.