Este Anuario de Canarias no es un anuario al uso. A través de sus páginas nos adentramos en la crónica de la primera mitad de una legislatura, la décima, en la que estas Islas se vieron sorprendidas por una crisis sanitaria y económica sin precedentes. En este tiempo, la pandemia de la COVID-19 impuso un gran reto a nuestro modelo sanitario, social y económico; dos años en los que, de la noche a la mañana, un virus nos obligó a modificar nuestra rutina, a confinarnos y a cambiar radicalmente la forma que teníamos de relacionarnos. Pero este tiempo convulso nos ha dejado también una valiosa lección de vida: la capacidad de resistencia ante la adversidad de una sociedad entera, desde la unidad de acción, el diálogo y el compromiso. Canarias ha plantado cara a la pandemia, desde el esfuerzo común de todas las administraciones y la ciudadanía, con el despliegue de un conjunto de políticas públicas para reforzar los servicios públicos esenciales, proteger a trabajadores y trabajadoras, dar oxígeno a nuestras empresas, autónomos y autónomas y mantener el bienestar social.
Veníamos de un 2019 en el que cerramos el año con una tasa de paro del 18,78%, la más baja desde el tercer trimestre de 2008, y nos situamos a la cabeza de las comunidades autónomas en las que se producía el mayor descenso. En aquel momento, los datos nos mostraban una perspectiva de crecimiento económico del 1,3% para 2020.
El 14 de marzo de 2020, todo cambió. La declaración del estado de alarma, las restricciones a la movilidad y el parón a cero de la actividad económica sometieron a Canarias, a España y a Europa a una situación inédita que tensionó nuestra economía y nuestro mercado laboral de una manera nunca vista. Ya en aquel momento éramos conscientes de que, dada la magnitud de la emergencia sanitaria, esta iba a tener un gran impacto en lo social y en lo económico, un golpe que en Canarias iba a ser especialmente duro por su dependencia del exterior y por tener una estructura productiva especializada en el turismo.
De pronto, nos encontramos hablando a diario de los ERTE; de PCR y de pruebas de antígenos; de prevalencia y curva de contagio. Nos acostumbramos a hablar y respirar detrás de una mascarilla y también a conectar con los demás por videoconferencia
El cambio también llegó sin avisar a nuestras vidas. Las distancias, los espacios públicos, el contacto personal, las reuniones, el trabajo y todas las facetas de nuestro día a día fueron transformándose a medida que evolucionaba la pandemia y, con ella, las medidas sanitarias puestas en marcha para hacerle frente. Junto a esta nueva situación, descubrimos también un vocabulario que siempre había estado entre nosotros, pero que desde aquel momento empezó a acaparar los temas de conversación. De pronto, nos encontramos hablando a diario de los ERTE; de PCR y de pruebas de antígenos; de prevalencia y curva de contagio. Nos acostumbramos a hablar y respirar detrás de una mascarilla y también a conectar con los demás por videoconferencia. Estos términos forman hoy parte de nuestra vida cotidiana y con ellos vamos avanzando, paso a paso, a la espera de que se produzca la normalización en lo personal, económico y laboral.
Siempre hemos tenido claro que la respuesta a las consecuencias de la COVID-19 pasa por mitigar sus efectos sociales y económicos para transitar en este tiempo hasta que se normalice la actividad económica. Por eso hemos desplegado, desde la cooperación entre instituciones, agentes sociales y económicos, el mayor esfuerzo de inversión pública reforzando la sanidad y la educación, protegiendo el empleo y a nuestras pymes, autónomos y autónomas. Lo hemos hecho bajo el paraguas del Plan de Reactivación Social y Económica de Canarias, un documento fruto del diálogo político, empresarial y sindical, comprometido por el presidente de Canarias y que sirve de marco a todas las acciones para la recuperación puestas en marcha en nuestra tierra.
El Gobierno de España impulsó unos expedientes de regulación temporal de empleo adaptados a las circunstancias, que permitieran proteger los empleos y las empresas del impacto de la COVID-19. En Canarias, multiplicamos nuestros esfuerzos para que los ERTE se aplicaran con todas las garantías jurídicas para las empresas y personas trabajadoras. Ahora, hemos complementado esta medida con una ayuda extraordinaria para las personas en ERTE en situación de mayor vulnerabilidad.
En este cometido han tenido un gran protagonismo las políticas activas de empleo, claves para promover la inserción laboral, la formación y el emprendimiento entre las personas desempleadas, en especial los colectivos con mayores dificultades de acceso al mercado de trabajo. En un tiempo de cambios en el mercado laboral como consecuencia de la digitalización de la economía, la formación para el empleo es un pilar fundamental para afrontar con éxito los retos que se avecinan.
De manera paralela, entre estos dos años destinamos casi 500 millones de euros en medidas de apoyo a nuestro tejido productivo, entre subvenciones y medidas fiscales, para acompañarlo en el tránsito de la pandemia. En estos momentos está abierta la convocatoria de subvenciones directas para autónomos, pymes y empresas más importante que se ha puesto en marcha desde el comienzo de la crisis: 1.144 millones financiados por el Gobierno de España, una cuantía que significa un reconocimiento al mayor impacto económico sufrido por Canarias.
Todas estas acciones no hubieran sido posibles sin el diálogo social ni el acompañamiento de los agentes sociales y económicos. Su compromiso ha sido total, en este tiempo tan difícil, a la hora de alcanzar un consenso tras otro sobre aquellas cuestiones vitales para nuestro presente y futuro.
Con la nueva realidad y a medida que íbamos tomando conciencia de las causas del impacto diferencial de la COVID-19 en Canarias, se ha hecho cada vez más evidente la necesidad de impulsar un crecimiento digital sostenible e inclusivo. La digitalización está cambiando la forma de trabajar, consumir y relacionarse y ofrece grandes oportunidades de desarrollo para quienes se adapten con agilidad al cambio, pero al mismo tiempo supone un riesgo para quienes no sean capaces de hacerlo. Este es el gran reto que tenemos que afrontar de cara a la reactivación y diversificación de nuestro modelo productivo. Si bien el turismo seguirá siendo el sector tractor de la economía en las Islas, es necesario incorporar otros para aprovechar las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías y las capacidades que tenemos en nuestra tierra, contando con las y los agentes del ecosistema de innovación en el reto común de reactivar y diversificar la economía.
En esta crisis la respuesta está siendo radicalmente diferente que en la anterior. Buscamos una recuperación que nos haga más resilientes, competitivos y que esté alineada con la Agenda 2030, impulsando una reducción de todas las brechas, incluida la digital, que en estos momentos cobra especial importancia. Desde la Consejería de Economía, Conocimiento y Empleo hemos iniciado el camino para aprovechar la transición digital y el emprendimiento innovador, definiendo la hoja de ruta de la I+D+i del Archipiélago, Canarias Progreso 2030, que impulsa cuatro pilares fundamentales para desarrollar la economía del conocimiento en las Islas: una nueva Ley de la Ciencia Canaria, una nueva Estrategia Canaria de Especialización Inteligente (S4), un nuevo Plan de I+D+i y un Pacto por la Ciencia, inédito en el Archipiélago. En breve también presentaremos Canarias Territorio Digital Emprendedor, nuestra apuesta por la transición digital de Canarias.
Ahora, confiamos en que los avances en la vacunación y la responsabilidad individual y colectiva marquen este año el inicio de la reactivación económica. Lo hacemos poniendo el acento en lo digital y la sostenibilidad, con un compromiso claro con las personas y con un amplio conjunto de acciones dirigidas a avanzar en la diversificación de nuestra economía y del mercado laboral. No podemos dejar pasar esta ola de cambio. Tenemos las herramientas preparadas: Canarias Progreso 2030, un Plan de Apoyo al Emprendimiento, a las Pymes y al Trabajo Autónomo y una nueva Estrategia Canaria de Apoyo Activo al Empleo, centrados en los nuevos nichos de empleo y en promover la formación y la cualificación que nuestra gente necesita para aprovecharlos; o las estrategias de Economía Azul y Economía Circular, que aportarán vitaminas a la diversificación económica, así como las leyes de Cooperativas y de Economía Social, que ya están en marcha. Juntas y juntos escribimos ya el próximo capítulo de esta historia, un relato de esfuerzo, esperanza, transformación y resiliencia.