Es complicado realizar un balance de la situación de Santa Cruz de Tenerife, capital de Tenerife y de Canarias, sin tener en cuenta la grave crisis sanitaria y económica que nos azota. El coronavirus ha puesto patas arriba cualquier previsión de crecimiento, cualquier plan de futuro diseñado antes de marzo de 2020, y ha obligado a adaptar dichos planes a una realidad sanitaria que probablemente transformará para siempre alguno de los paradigmas socioeconómicos de nuestro entorno.
Las ciudades y sus Ayuntamientos, Santa Cruz entre ellos, han sido (y siguen siendo) la primera administración en la lucha contra los efectos de esta pandemia global. Las políticas se han redirigido a salvar vidas y a evitar que familias enteras quedasen fuera del sistema al haber perdido sus fuentes de ingresos.
Además, el impacto económico de la crisis ha sido contundente en algunos sectores, muchos de los cuales tienen un peso importante en la economía de las Islas. El turismo y el sector servicios, el comercio, la restauración, conforman buena parte del PIB y han visto reducidos sus ingresos y, por tanto, su capacidad competitiva.
Esto ha generado, de manera directa, una pérdida de empleo generalizada que ha llevado en Santa Cruz a una cifra de paro por encima de las 27.000 personas.
Por suerte, las políticas municipales puestas en práctica hasta la fecha y la progresiva normalidad alcanzada en nuestro día a día, fruto principalmente de la vacunación, han conseguido que por primera vez en 2021 esa cifra de parados baje de 27.000 personas en mayo, y ha empujado al empleo en el comercio y la restauración a liderar las contrataciones en la ciudad.
Esta perspectiva nos dibuja un horizonte más optimista que nos permite diseñar un escenario de recuperación en el que la economía debe jugar un papel primordial para que toda la ciudadanía recupere su sitio en el sistema.
Santa Cruz es una de las diez mejores ciudades de España para invertir, y eso hace más necesario si cabe un gobierno municipal trabajador, leal y constante, en torno a un proyecto político firme, fundamentado en las personas y los barrios y orientado al apoyo a las empresas y los autónomos, como generadores de empleo.
El diálogo con el tercer sector, para hacer más eficaces esos esfuerzos de justicia social, y la comunicación permanente con los sectores productivos, para afinar las inversiones en ámbitos con posibilidad de generación de empleo, es definitivo en un momento en el que el diseño de las políticas debe ser más eficaz que nunca.
Santa Cruz de Tenerife es una ciudad con unas potencialidades inmensas, una ciudad de oportunidades para quienes invierten y quienes desarrollan los proyectos, como los dirigidos al sector de la construcción.
En este sentido, la promoción de la rehabilitación de viviendas, como fórmula de estímulo económico, en un sector en el que decenas de personas se están formando y especializando, va a protagonizar buena parte de la recuperación. Sólo en Santa Cruz, se van a invertir 18 millones de euros en los próximos años para la rehabilitación de más de 1.000 viviendas.
Pero habrá que estar, por ejemplo, muy pendientes de nuestro Puerto, dotado de una fiscalidad muy ventajosa, y que debe ser un escaparate de oportunidades para atraer inversión exterior y de generación de empleo y nuevos nichos económicos.
El sector servicios, el comercio tradicional, la restauración y la hostelería deben caminar de la mano, con una buena propuesta de actividades de ocio, culturales, festivas, con el objetivo de generar dinamismo y sinergias.
Es uno de los objetivos de este Ayuntamiento para los próximos meses, cuando las circunstancias sanitarias hayan cambiado: La profusión de iniciativas que atraigan ciudadanos a las calles de la ciudad va a ser un pilar de recuperación para estos sectores.
A modo de ejemplo, la celebración del festival ARN Culture & Business ha situado a Santa Cruz de Tenerife como uno de los diez mejores destinos LGTBI friendly de todo el país. Nuestro Carnaval, que esperamos esté plenamente recuperado en 2022, tendrá un papel destacado en dicha recuperación, así como todas las actividades que nos permitan generar economía en la ciudad.
Una iniciativa que no sólo permitirán volver a las cifras de riqueza de antes de la pandemia, sino que contribuirán a recuperar el optimismo y la esperanza en una ciudadanía que, a pesar de lo doloroso de la situación, ha mantenido una actitud ejemplar.
Los Ayuntamientos estamos deseando iniciar ese proceso de recuperación, hemos diseñado políticas fiscalmente más beneficiosas para los autónomos, y hemos introducido, en la medida de nuestras posibilidades, modificaciones normativas de manera temporal que han flexibilizado los usos, para adaptarlos a las restricciones.
Sin embargo, la gran responsabilidad de los gestores debe ser la capacidad de generar oportunidades de cambio, en un escenario de crisis. Santa Cruz de Tenerife está decidida a ello.
La gestión de los tan anunciados fondos europeos, el definitivo impulso al proyecto Santa Cruz Verde 2030 (que necesita el compromiso de otras administraciones) o retomar el protagonismo que requiere esta ciudad, capital de la Isla y de Canarias, son las bases sobre las que este municipio va a recuperar, más pronto que tarde, la vitalidad y el dinamismo que siempre le ha caracterizado.