La Isla y sus instituciones asumieron la organización contrarreloj de la Copa Mundial de Baloncesto Femenina FIBA Tenerife 2018, que acabó siendo un éxito a todos los niveles
La primera Copa Mundial Femenina FIBA celebrada en España. Era la oportunidad soñada para demostrar el buen hacer con el que se había venido trabajando en el baloncesto canario en las últimas décadas y hacía muchos años que Tenerife ansiaba acoger una cita deportiva internacional de tanta entidad. Gracias a su gran oferta profesional, deportiva y alojativa, la Isla recibió, allá por 2016, la nominación que conllevaba la gran responsabilidad de organizarla dos años más tarde. Así, tanto el Gobierno de Canarias y el Cabildo de Tenerife como los ayuntamientos de San Cristóbal de La Laguna, Puerto de La Cruz y Santa Cruz de Tenerife apostaron por una estrecha colaboración con el Comité de Organización Local (LOC) estructurado por la Federación Tinerfeña de Baloncesto (FITB) y la Federación Canaria de Baloncesto (FCB) para confirmar a la Federación Española de Baloncesto (FEB) que la confianza otorgada sería refrendada con absoluto éxito.
Para ello, muchos meses antes del primer duelo, se puso en marcha la bien engrasada mecánica para recibir a cientos de miembros de las federaciones deportivas de dieciséis países participantes: España, Bélgica, Letonia, Canadá, Francia, Corea del Sur, Argentina, Nigeria, China, Estados Unidos, Australia, Grecia, Senegal, Turquía, Puerto Rico y Japón. Con especial mimo y dedicación, la Isla se engalanó con los colores e insignias del logo mundialista inspirados en el mar y la calidez de sus gentes, quedando cuidadosamente preparada para poner a su disposición instalaciones hoteleras y deportivas que les permitieran descansar y entrenar en las mejores condiciones posibles para desarrollar en plenitud su juego. Organizadores, miembros del sector servicios y otros muchos profesionales se volcaron con gran ilusión y esfuerzo para consolidar un campeonato histórico que desplegase toda su espectacularidad ante un público internacional dispuesto a convivir en gran armonía con el local mientras compartían su amor por el deporte durante varias semanas. Especialmente reseñable fue el papel de los trabajadores voluntarios. Hace años que la FIBA gestiona una red de jóvenes internacionales dispuestos a colaborar con la organización desinteresadamente en pequeñas pero importantes labores (desde guías de la expedición de cada equipo a moperos en cancha o adjuntos de prensa) que les acercan al deporte profesional de élite, a sus ídolos en fin, de una forma inalcanzable de otro modo.
La selección española, con la canaria Astou Ndour sobresaliente, acabaría colgándose la medalla de bronce tras un duro torneo
La ocasión no podía llegar en mejor momento, pues se daban circunstancias deportivas inigualables a sumar al ya de por sí gran atractivo de tan importante evento. En 2018 el baloncesto femenino vivía una etapa dorada en cuanto a repercusión y juego. El momentum brindaba la ocasión de contemplar, en su cénit deportivo, a las mejores selecciones femeninas del mundo: la Australia de la enigmática y dominante Liz Cambage; la primera participación de las subcampeonas de Europa en un Mundial, las potentes belgas lideradas por Emma Meesseman; el arrollador ímpetu de las selecciones africanas dispuestas a evolucionar en las citas internacionales; y, sobre todo, la presencia de la selección favorita, Estados Unidos, tratando de revalidar sus dos anteriores y consecutivas medallas de oro con un combinado lleno de grandes talentos como la reciente Most Valuable Player (MVP) de la Woman NBA (WNBA) Breanna Stewart o la ya veterana e histórica Diana Taurasi.
Una España a por todo
Por si esto fuera poco, Tenerife recibiría además con los brazos abiertos la llegada de las anfitrionas españolas en la cima de su historia deportiva, jugadoras hambrientas de una medalla mundial con la que superar incluso los logros internacionales de la reconocida selección masculina.
Y así, tras el trabajo de los organizadores y corporaciones y con las expectativas por todo lo alto, se lanzó por primera vez el balón al aire a las 11:30 horas del 22 de septiembre de 2018 en el Santiago Martín de La Laguna, una de las dos sedes junto al pabellón santacrucero Quico Cabrera. Cada una de ellas contempló en un principio a ocho de las dieciséis selecciones participantes, divididas en cuatro grupos. Y cada una de ellas disfrutó, además, de un éxito rotundo de asistencia, con una media muy por encima de lo acostumbrado en anteriores certámenes femeninos organizados por la FIBA (60.000 espectadores en total) .
Por si era poco el espectáculo en los pabellones, la organización dispuso durante la semana numerosas actividades paralelas en Santa Cruz y La Laguna que hicieron las delicias de los fans del baloncesto y las jugadoras se mostraron en todo momento afables y accesibles cada vez que fueron requeridas por el público para fotos, autógrafos y efusivos saludos.
Al cálido y numeroso recibimiento de los aficionados canarios se sumó la presencia de unos 300 corresponsales deportivos de medios locales, nacionales e internacionales, que pusieron en conocimiento del mundo tanto el amor por el deporte femenino de élite en las Islas como los encantos escondidos de Tenerife a través de reportajes y conexiones en directo, desde Estados Unidos a China, desde Israel a Nigeria, Turquía o Japón.
Además, el canal deportivo nacional Teledeporte y la cadena estadounidense ESPN se volcaron con la retransmisión en directo de todos los duelos, que fueron seguidos por una fabulosa audiencia. Lo hacían a través de la señal internacional del Mundial que les proporcionaba la FIBA, la cual estimó en más de 27 millones los telespectadores totales que en más de 150 países estaban siguiendo alguno de los partidos que se estaban disputando en la, en aquel momento, sede internacional del baloncesto femenino, Tenerife. Este profesional y gran esfuerzo mediático fue refrendado por una cifra de interacción digital que alcanzó niveles nunca antes vistos en una Copa del Mundo Femenina, como el aumento de más del 300% de visitas a la web oficial del torneo con respecto a la edición de 2014 o el impacto de las redes sociales contabilizado en 167 millones de impresiones. El retorno económico para el Cabildo Insular fue de aproximadamente 30 millones de euros.
Por supuesto, nada de esto hubiera sido posible sin el esfuerzo de las jugadoras y técnicos de las dieciséis selecciones participantes. De aquel acontecimiento único que acogió Tenerife quedarán momentos deportivos históricos, tanto individuales como colectivos. La competición se abrió prometedora con los 34 tantos de la australiana Cambage en el partido inaugural para aplastar a Nigeria. La gran pivot aussie terminaría como máxima anotadora del torneo y actuaciones memorables para el público del Santiago Martín, con alguna polémica celebración en la semifinal ante España. Inolvidable será, sin duda, el camino hacia el oro de Estados Unidos, un ciclón de juego de equipo capaz de alcanzar el punto 10.000 del combinado en la Copa del Mundo en las manos de Brittney Griner.
También hubo hueco para hitos de las veteranas. La base griega Evina Maltsi, a sus casi 40 años, se convirtió en la máxima anotadora de la historia de su país en las Copas Mundiales y, a su vez, en la mujer de más edad capaz de anotar más de 20 puntos en un partido. Anete Steimberga no consiguió ninguna victoria para Letonia, pero sí anotar 30 puntos ante Estados Unidos: la primera jugadora en hacerlo desde 1994. Su predecesora había sido la brasileña Hortencia Marcari quien, precisamente, fue elegida mejor jugadora de la historia de las Copas Mundiales Femeninas por los votos de los fans en las redes sociales durante el transcurso del torneo.
Además, tuvo lugar, como muchos auguraban, la consolidación, por fin, del afrobasket femenino en las citas mundialistas. Senegal obtuvo el primer triunfo de un conjunto africano en una Copa Mundial Femenina FIBA ante un equipo europeo con una Astou Traoré arrolladora. Nigeria fue un paso más allá tras obtener sus dos primeras victorias en sus participaciones en el torneo ya en la Fase de Grupos y posteriormente apear a Grecia en octavos.
Y no es posible olvidar, tampoco, el gran papel de Bélgica, debutante en la cita, con un más que meritorio cuarto puesto final. Será especialmente recordado su primer partido, doblemente histórico: primer encuentro victorioso en la Copa Mundial y monumental paliza por 50 puntos (86-36) ante Puerto Rico.
No obstante, el principal atractivo para la afición tinerfeña fue España. La presencia de las Laia Palau, Queralt Casas, Marta Xargay, Laura Nichols o Astou Ndour auguraba una buena participación en el torneo para el conjunto comandado por Lucas Mondelo, por lo que consiguieron congregar una media del 93% de aforo en sus partidos, convertidos en una fiesta de color y cánticos en las gradas. Su papel fue ciertamente destacado ya que, pese a que Australia apeó a España de la gran final, afortunadamente, poco después, llegó la gran alegría de presenciar cómo se alzaba heroicamente con la medalla de bronce ante Bélgica.
Finalmente, con algún mínimo susto en el izado de las banderas de la ceremonia final que quedará para el anecdotario, el 30 de septiembre de 2018 se cerró un capítulo más que exitoso en la historia de la organización de eventos deportivos en Tenerife. Con la presencia de España en el podio junto a Australia y la vencedora Estados Unidos se había puesto punto final a una Copa Mundial de Baloncesto Femenino FIBA que dejaba un recuerdo imborrable en afición, participantes y organismos, y que consolidaba un reto mayúsculo con la nota más alta posible.