Una isla que se sobrepone a la adversidad

El año que hemos vivido quedará grabado en la historia de Gran Canaria, y en la de cada una de las personas de esta isla como uno de los más duros de nuestra vida. Una situación absolutamente inesperada que transformó radicalmente nuestra cotidianeidad, pero que también fue capaz de demostrar la fortaleza y la solidaridad de una sociedad resiliente que siempre sabe sobreponerse a las adversidades.

Aún hoy nuestros pensamientos y sentimientos siguen con quienes han sido víctimas del Covid-19 y ya no están con nosotros, a quienes lo siguen padeciendo y a sus familiares. Sentimos el enorme dolor que nuestra sociedad está sufriendo por estas pérdidas, pero también por la incertidumbre, el desgarro y la ruptura que compartimos desde hace más de un año.

Los sucesos de 2020 nos recuerdan que Canarias en conjunto y Gran Canaria, en particular, no han tenido una historia fácil. Las dificultades que atravesamos no son las primeras de esta gravedad ni tan siquiera las más devastadoras. Apenas concluida la conquista, allá por el año 1506 se produjo la primera gran epidemia de peste en nuestra isla que corrió con rapidez por Fuerteventura, Lanzarote y Tenerife. El número de muertos fue altísimo en relación con la población de aquel momento y la isla quedó muy dañada demográficamente.

La historia nos tiene que servir para convencernos que hemos vencido a la desgracia y que somos hijas e hijos de la tenacidad, de la innovación y de la unidad como pueblo. Hemos sufrido mucho, pero nos hemos levantado y creado una sociedad próspera, resiliente. Nos han golpeado las circunstancias y las coyunturas económicas, sanitarias, políticas o sociales, pero no han deformado nuestra forma de ser y de sentirnos grancanarios y grancanarias de Canarias.

La historia nos tiene que servir para convencernos que hemos vencido a la desgracia y que somos hijas e hijos de la tenacidad, de la innovación y de la unidad como pueblo

Pero en este tiempo también hemos vivido acontecimientos gozosos como la declaración de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria como Patrimonio de la Humanidad, en 2019. Una fecha que ya está grabada en la historia de Gran Canaria. Presentamos una candidatura ante la Unesco que rescató la mejor documentación arqueológica y etnográfica, que movilizó a quienes habitan y conservan ese patrimonio que aúna a Artenara, Tejeda, Gáldar y Agaete y que encontró la complicidad de todas las administraciones públicas para llegar a la asamblea de Bakú y recibir el apoyo emocionado y unánime de todas las delegaciones. 

Toda Gran Canaria está agradecida al equipo que contribuyó a hacerlo posible y agradecer tanto trabajo cualificado, tanto esfuerzo de nuestros mayores que se corresponde con el valor de la comarca y que tiene una proyección eterna. Es de justicia mencionar a nuestras mujeres y hombres dedicadas a la agricultura, a la ganadería y el pastoreo, a la artesanía, a las queserías, a los poceros y a todas y todos los que han mantenido viva a nuestra cumbre y medianías.

2020 fue el año en el que conmemoramos el centenario de Benito Pérez Galdós que sigue siendo actual como todos los intelectuales y escritores universales. Hace cien años que nos dejó, pero estoy seguro de que estaría encantado de dirigirse a nosotros como hijo predilecto, con la misma lucidez con la que analizó la primera gran transición española entre 1868 y 1974 y alumbró el final del siglo XIX y el comienzo del XX.

Estamos en otro tiempo, pero Galdós sigue vigente porque su reflexión ahondaba en valores consustanciales con la dignidad de las personas y con el progreso democrático de los pueblos y ese análisis sigue siendo urgente. Pero, además, y eso si es preocupante, porque parte de las fracturas y las contradicciones que Galdós denunciaba y que la sociedad española padecía en el tránsito de los siglos y en los cambios de regímenes siguen sin resolverse. Reconocer a Galdós, tal y como hicimos desde el Cabildo de Gran Canaria, como hijo predilecto era un acto de justicia debida. La dictadura ignoró el centenario de su nacimiento en 1943 por ser liberal. Hoy festejamos orgullosos su obra imprescindible en la cultura contemporánea.

Estos duros años también han demostrado que el futuro de Gran Canaria y del planeta pasa por afrontar con determinación una transición ecológica con justicia social que evite los daños del cambio climático y que conserve los valores medioambientales que nos hacen únicos en biodiversidad y en valores naturales. Es el proyecto de cambio que hemos bautizado como ecoísla y que estamos implementando desde 2015. Tengo la seguridad de que disponemos como Cabildo de Gran Canaria, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, organizaciones científicas y sociedad en general, de una estrategia de transformación realista y ambiciosa que nos lleva a la soberanía energética, hídrica y alimentaria. Tenemos la oportunidad de ganar los retos que nos hacen sostenibles.

Por ello, pese a la dureza de las circunstancias vividas no puedo más que mostrar mi orgullo y agradecimiento ante el ejemplo de responsabilidad, civismo y solidaridad mostrada por una población que siempre responde. Ese ejemplo y nuestras convicciones nos permiten mirar al futuro con confianza y esperanza.

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