El Involcan ha propuesto a la administración la necesidad inaplazable para elaborar este plan bajo los pilares del conocimiento científico, la participación ciudadana y el consenso
Canarias es la única zona volcánicamente activa del territorio nacional expuesto al riesgo volcánico, una observación que queda claramente reflejada en la Directriz Básica de Planificación de Protección Civil ante el Riesgo Volcánico en España, aprobada por el Consejo de Ministros en su reunión del día 19 de enero de 1996, como consecuencia de las erupciones históricas ocurridas en este archipiélago durante los últimos 600 años; un total de 18 erupciones históricas hasta la fecha. Por lo tanto, y a pesar de que Canarias se encuentra expuesta a diversos riesgos naturales, el volcánico es el riesgo natural bandera de esta comunidad, marcando la diferencia con el resto del territorio nacional.
La reciente erupción ocurrida en la isla de La Palma ha puesto de manifiesto la exposición y la vulnerabilidad de nuestra sociedad ante el peligro volcánico. Por lo tanto, la erupción de Tajogaite (2021) –la más importante ocurrida en Europa durante los últimos 75 años– debe marcar un antes y un después respecto a nuestra gestión del riesgo volcánico en Canarias, a pesar de los avances realizados durante los últimos 25 años por la reducción del riesgo volcánico en nuestro archipiélago.
Este nuevo rumbo debiera adoptarse a través de una Estrategia Canaria para la Reducción del Riesgo Volcánico, una herramienta operativa que sirva de marco para afrontar y dar respuesta a los retos a que se enfrenta Canarias como consecuencia del riesgo volcánico, sirviendo de elemento dinamizador y coordinador de las distintas políticas sectoriales, así como para el fomento de la concienciación ciudadana, empresarial y administrativa. De lo contrario, no se habría aprendido nada de lo ocurrido recientemente en la Isla Bonita.
Algunos de los problemas actuales relacionados con la gestión del riesgo volcánico en Canarias son los siguientes: (i) una pobre percepción de nuestra sociedad (administrados y administradores) sobre el riesgo volcánico en España; dígase Canarias, (ii) falta de compromiso de algunas de las administraciones públicas españolas para materializar decisiones unánimes de las cámaras legislativas españolas que claramente contribuyen al fortalecimiento de los trabajos a desarrollar para la reducción del riesgo volcánico en Canarias, (iii) carencia de apoyo continuo de las administraciones públicas españolas para establecer un programa educativo sobre el riesgo volcánico para la población, (iv) ausencia de compromiso del sistema de Protección Civil para llevar a cabo con regularidad ejercicios o simulacros de los planes de emergencia volcánica en Canarias, (v) presiones del sector turístico empresarial hacia la clase política para evitar hablar de riesgo volcánico en Canarias, etc.
El Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan) ha propuesto a la administración la necesidad urgente e inaplazable para la elaboración de este importante documento y cuenta con la metodología para confeccionar la Estrategia Canaria para la Reducción del Riesgo Volcánico bajo tres principios o pilares fundamentales, que son el conocimiento científico, la participación ciudadana y el consenso.
El conocimiento científico aportará luz a la sociedad sobre el fenómeno volcánico en Canarias fomentando el conocimiento sobre: (1) los peligros volcánicos más comunes y probables de Canarias, (2) la probabilidad de una futura erupción en Canarias para diferentes ventanas temporales, (3) como una sociedad (administrados y administradores) puede y debe materializar las diferentes acciones de naturaleza científico-técnica y civil para la reducción del riesgo volcánico, etc.
La participación ciudadana para la elaboración de este documento se materializaría invitando a todos los sectores de la sociedad que pueden y deben jugar un papel en la gestión del riesgo volcánico dado que protección civil somos todos, a pesar de que algunos sectores de la misma tengan una mayor cuota de responsabilidad que otros. Entre estos colectivos resaltaría el sector de las autoridades de las administraciones públicas, políticos y partidos políticos, expertos de seguridad y emergencias, planificadores del territorio, periodistas y medios de comunicación, agentes del sistema de salud, agentes sociales, comunidad educativa no universitaria, empresarios del sector turístico, otras organizaciones empresariales, economistas y abogados, representantes del sector de la energía y el agua, representantes del sector de la comunicación y el transporte así como representantes vecinales.
La participación de la sociedad
La idea detrás de una amplia participación ciudadana, a través de distintos sectores, es que cada uno de los diferentes sectores pudieran aportar desde su óptica su visión sobre la gestión del riesgo volcánico. Para ello se promovería el debate abierto de una forma ordenada –en pequeños grupos de un mismo sector– con la finalidad que estos grupos pudieran identificar las debilidades y fortalezas (análisis interno) de su sector frente a la gestión del riesgo volcánico, así como reconocer las amenazas y oportunidades (análisis externo) del medio en que se encuentran ante la gestión del riesgo volcánico. La robustez de este debate, a través de un análisis DAFO (debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades), radica que solo se pueden describir o anotar todas aquellas observaciones que nacen del consenso. Por lo tanto, de esta forma se cumplimentarían los tres pilares anteriormente descritos para la elaboración de la Estrategia Canaria para la Reducción del Riesgo Volcánico.
Entre los numerosos desafíos que debiera afrontar esta estrategia se podrían identificar: (a) materializar las demandas unánimes de las cámaras legislativas sobre la necesidad del Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan); una apuesta de sumar todos los esfuerzos públicos para optimizar la gestión científica del riesgo volcánico, (b) establecer los mecanismos legislativos necesarios que garanticen la mejora continua de las tres acciones fundamentales recomendadas por la comunidad científica y las directrices políticas a nivel internacional, a través de instituciones como la Asociación Internacional de Volcanología y Química del Interior de la Tierra (IAVCEI) y la Organización de Naciones Unidas para el desarrollo de la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), para la reducción del riesgo volcánico en Canarias a través del avance del conocimiento científico, (c) mejorar el análisis y la evaluación del coste económico que representa el riesgo volcánico en Canarias para los próximos 50 años, (d) enfatizar la importancia de la educación, formación y sensibilización sobre la gestión del riesgo volcánico como elementos esenciales para el cambio de actitudes y hábitos sociales colectivos e individuales que, a medio y largo plazo, serán los verdaderos garantes del éxito de los planes de emergencia ante el riesgo volcánico, (e) diseñar un buen programa de comunicación sobre la gestión del riesgo volcánico dado que una comunicación apropiada entre todas las organizaciones, instituciones y particulares con intereses en la gestión del riesgo volcánico es vital para la reducción del riesgo de desastres, etc.
En resumen, nuestra sociedad precisa de una Estrategia Canaria para la Reducción del Riesgo Volcánico revisable cada cinco años porque el riesgo volcánico está aumentando en nuestro archipiélago. No porque en la actualidad los volcanes estén cocinando más en el subsuelo de Canarias, sino porque el desarrollo socioeconómico de nuestra región es ahora mayor que hace cincuenta años y muy probablemente será mayor dentro de cincuenta años que en la actualidad.