La erupción ha herido de gravedad a la isla y lo ha hecho en una zona agraria rica, lo que supone un palo a la economía
La isla de La Palma estaba advertida, a través de la notoria sismicidad, durante meses, de la posibilidad de una erupción. No era solo un aviso. Cumbre Vieja temblaba como casi toda la isla y, la verdad sea dicha, desde semanas antes se dieron pasos para estar preparados ante algo que ya casi había quedado atrás en la memoria de los palmeros: un volcán. El recuerdo del Teneguía nos llevaba a una erupción amable, turística, casi una fiesta de la naturaleza, que llenaría de visitantes la zona.
Pero la tarde del 19 de septiembre de 2021, la montaña de Tajogaite se quebró cuando la gente terminaba de almorzar o se preparaba para ello. La grieta surgió más al norte de lo previsto y desde las primeras horas se pensó, con bastante acierto, que dependiendo de las dimensiones del volcán el daño podría ser espectacular o simplemente una anécdota. Pero el carácter anecdótico quedó pronto descartado en base a la contundencia con la que el fenómeno se comportó en las primeras horas.
El día antes, en una reunión en el terrero de luchas del barrio de Las Manchas, se descartó a los vecinos de Alcalá y El Paraíso… y fueron ellos los primeros en sufrir las consecuencias, ya que la lava pronto se proyectó sobre los caseríos, con una fuerza inesperada.
A medida que avanzaron las horas, el volcán mandaba mensajes de una virulencia tal que nos hacía pensar en una auténtica catástrofe, algo que se confirmó con el paso de los días.
El volcán pronto alejó el Valle de Aridane del sur de la isla, llevándose por delante la carretera LP-2, dejando una huella de puñalada profunda, que aislaba a Las Manchas, ya que con anterioridad se había producido la desaparición de la vía de Tacande, también pasto de la lava.
A la misma velocidad que el volcán avanzaba destruyendo parte del Valle de Aridane, las evacuaciones se producían, lo mismo a hoteles que a casas prestadas, autocaravanas, locales, etc… Riadas de voluntarios acompañaron a vecinos de las zonas a amenazadas a salvar lo que se pudiese, en un corre, corre propio de las tragedias, donde todo es urgente.
Pero la destrucción estaba en marcha y bajo la lava fueron quedando viviendas, industrias, colegios y un considerable número de hectáreas de suelo agrario, principalmente platanero.
La profundidad de la cornada sólo fue cuestión de tiempo averiguarla, ya que el volcán y su llegada al litoral de La Palma cada día que pasaba iba ganando cuerpo y parecía algo irremediable. Tal situación se acabó produciendo al sur de la bocana del Puerto de Tazacorte, destruyendo aquel paraíso del surf palmero, la playa de Los Guirres.
De susto en susto
La evacuación de las zonas de Todoque, La Laguna, Puerto Naos, La Bombilla, etc… confirmaron que el volcán de La Palma iba a dejar una huella de devastación incalculable, que poco a poco fue siendo realidad. Esa zona vivía de sus plátanos, de la agricultura de medianías y del turismo en un lugar con bloques de apartamentos y pequeñas villas que se habían convertido en algo habitual en la fotografía correspondiente.
La Palma fue encadenando situaciones una tras otra. A las evacuaciones se unieron los cálculos de pérdidas y daños, convirtiendo la hoja del volcán cada día en un número más escalofriante de aspectos negativos para la isla de La Palma.
El Gobierno de España junto al de Canarias y el Cabildo (y los ayuntamientos) diseñaron ese primer plan de choque basado en ayudas para los afectados, con un problema principal que pasaba por la búsqueda de vivienda para miles de ellos. Parcialmente se fueron dando respuestas, apostándose por la escena siempre importante de ayudas directas.
Muchas familias abandonaron la isla ante la falta de soluciones y con la llegada de la Navidad el volcán pareció descender su impactante agresividad. El postvolcán ha sido tortuoso para mucha gente que ha visto literalmente destruida su vida personal y económica. Han ido surgiendo plataformas vecinales, que reclaman un mayor grado de sensibilidad e implicación para con los damnificados. No todos han recibido el apoyo necesario para reconstruir sus vidas y el éxodo es una realidad.
Nuevas infraestructuras
Tras la finalización de la erupción, desde que las temperaturas del suelo lo permitieron se emprendió la recuperación de vías y ahí se dio un paso muy importante con la apertura de la variante La Laguna Las Norias, que permitía unir norte y sur de las coladas, facilitando algo de maniobrabilidad a los vecinos. No debemos olvidar la recuperación de caminos que permitían llegar a esas viviendas aisladas, al igual que esos cultivos que se salvaron del río negro de lava en El Paso, Tazacorte y Los Llanos.
A la isla le queda un tramo largo de reconstrucción. Esto tardará años. Es el sentir popular. Y también que las fichas financieras no se plasman en los presupuestos. Además, el diseño territorial del nuevo Valle de Aridane sigue pendiente
En ese trabajo se continúa, mientras hay otros muchos frentes abiertos y que todo apunta a que se tardaran años en dejar solventados. El volcán ha herido de gravedad a la isla y lo ha hecho en una zona agraria rica, lo que supone un palo a la economía, no solo del Valle de Aridane.
Algunas decisiones polémicas han venido salpicando la gestión del siniestro. Por ejemplo, la dudosa eficacia de las desaladoras instaladas en la costa y también el diseño de una carretera que parece más un capricho que una realidad, en clave de reconstrucción y avance de la zona.
Es lógica la aparición de la desesperación entre la gente, que como las respuestas tardan, en unos casos debido a las dificultades para actuar en la zona y en otros por la falta de un verdadero plan para el Valle.
Las dudas han marcado los últimos meses, convirtiéndose en el asunto estrella el cierre a cal y canto de las zonas de Puerto Naos y La Bombilla. Estos núcleos permanecen aislados, pero no sepultados por la lava. Según la administración, los gases son incompatibles con la vida, algo de lo que se duda en base a que han surgido fuentes discrepantes de la postura gubernamental.
Al cierre de este texto, los vecinos han conseguido acompañamientos con bomberos para ventilar viviendas de esa pequeña ciudad que es Puerto Naos, donde además se ubica la principal instalación hotelera del Valle.
A la isla le queda un tramo largo de reconstrucción. Esto tardará años. Es el sentir popular. Y también que las fichas financieras no se plasman en los presupuestos. Además, el diseño territorial del nuevo Valle de Aridane sigue pendiente a estas alturas, un motivo por el cual, y ante la escasez de suelo, es real el goteo de palmeros que buscan el futuro en otros lugares.
La Palma ya tenía algunos problemas antes del volcán y este fenómeno natural ha venido a empeorar las cosas, obligando a la clase política a paquetes de soluciones rápidas e inteligentes que tristemente están tardando en llegar.
El horizonte electoral es una amenaza más. Nadie sabe si servirá para que la reconstrucción se apuntale y se avance hacia un futuro con garantías o realmente estamos ante un marco de promesas sin consistencia, que podría acabar con la paciencia de los que aún se aferran a no irse de la zona. Una zona que no olvidemos está amenazada de nuevas erupciones, no sabemos muy bien cuándo.
El ritmo de la recuperación
Todo apunta a que La Palma se encamina hacia una reconstrucción lenta y tediosa que puede bajar de forma alarmante el ya exiguo número de pobladores de la Isla Bonita, que se debate entre si apostar por el turismo o seguir con el plátano como eje principal de su economía.
Lo que sí es indudable es que el marco de oportunidades está peor cada día que pasa, la confianza disminuye, la salud mental empeora y la gente no acaba de ver las soluciones por la excesiva tardanza de una administración superada por los acontecimientos.
El impacto del volcán no quedará atrás en la próxima década de La Palma, algo muy duro de asimilar, pero quizás desde ese escenario de encaje es desde el que se pueda avanzar más y mejor que si hace desde una realidad de dudoso crédito, en un momento en el que hay que atacar con ideas claras, sin dudas y dando explicaciones a quien las necesita y no siempre las acaba encontrando.
El volcán y sus consecuencias marcarán la campaña electoral de una isla que sigue presentando mucho encanto, pero que necesita ahora salir del quirófano, que no se ancle en el tiempo el hecho de recibir el alta hospitalaria como territorio moderno y con posibilidades para los suyos.