¿Estaba La Palma bien o mal antes del volcán? Económicamente hablando. Bien o mal son conceptos subjetivos y relativos. Quizás por ello me guste más el sistema de evaluación de campana de Gauss en donde los distintos elementos a evaluar se ordenan desde el mejor al peor. Ahora se trataría de ver en qué posición se encontraría La Palma comparativamente con el resto de elementos comparables, bien a nivel nacional o regional. Pongamos por ejemplo en porcentaje de paro, en crecimiento económico o poblacional en las últimas décadas, en tasas de pobreza, en envejecimiento de la población, en oportunidades para los jóvenes y así en un largo etcétera de indicadores, hitos o datos. Yo nací en Los Llanos de Aridane siendo La Palma la tercera Isla del Archipiélago en muchos aspectos y la primera otros, no obstante en todos ellos no se siguen mantienen las mismas posiciones, comparativamente hablando. Y entonces llegó el volcán.
Que el volcán ha supuesto un destrozo dejando el territorio como si hubiera pasado una guerra, sin precedentes en la Isla y en Europa Occidental en la historia reciente, es un hecho. Que también tiene que suponer un punto de inflexión hacia arriba de La Palma, es otro hecho. Fíjense que no digo puede suponer, debe suponer sino que tiene que suponer. Y eso implica audacia y valor. Asumiendo errores, que los habrá, a veces por torpeza o exagerando por otros la torpeza, pero que las equivocaciones humanas vengan por pasarse y no por quedarse corto. Que sea porque nos pillen al contrataque y no agazapados defendiéndonos sin tratar de ampliar nuestras posiciones en tiempos de guerra.
Ahora está en el centro de la atención, pero ‘puede’ ocurrir, y aquí no digo que ‘debe’ o que ‘tiene’, que pierda ese foco y es más, que produzca cierto hartazgo en el convencimiento que ya se hubiera dedicado suficiente tiempo o recursos
Sí, una guerra. Leí un día que había ejércitos que distinguían entre generales de paz y generales de guerra. Los primeros se aseguraban de que todas sus decisiones fuesen las correctas, revisaban cada uno de los detalles hasta la extenuación y claro, acertaban en un 95% aunque llegasen a veces tarde a tomar las decisiones que, en el fondo, no eran tan relevantes a estar en periodo de paz. Los segundos se quedaban con porcentajes de acierto mucho más bajo, quizás un 80%, pero las tomaban y lo hacían a tiempo y lo más importante: gracias a esas decisiones ganaban las batallas. En ocasiones las campañas militares comenzaban con generales de paz dirigiéndolas, pero eran sustituidos más tarde por generales de guerra, que estando más abajo en el escalafón demostraban ser más capaces cuando tomaban el mando. Ulises Grant, en la Guerra Civil norteamericana, y George Patton, en la Segunda Guerra Mundial, fueron ejemplos de ellos. Ahora se trataría de pensar si La Palma se encuentra en un periodo de guerra, económicamente hablando, o en un periodo de paz. Yo lo tengo clarísimo.
El foco de tiempo mediático y los aportes económicos no son infinitos y la economía trata de optimizar los recursos escasos. Ahora La Palma está en el centro de la atención, pero puede ocurrir, y aquí no digo que debe o que tiene, que pierda ese foco y es más, que produzca cierto hartazgo en el convencimiento que ya se hubiera dedicado suficiente tiempo o recursos. El momento, el futuro de la Isla es ahora como diría una famosa campaña publicitaria Your future is now.
Esto implica acompasar medidas para el corto, el medio y el largo plazo. El corto centrado en medidas paliativas, mitigadores que eviten el desangrarse. El medio plazo en medidas puente entre el corto y el largo y que tradicionalmente son intensivas en capital humano y económico que generen producción (es el caso de las distintas inversiones keynesianas que se llevaron a cabo en el New Deal o que sirvieron durante el Plan Marshall para la reconstrucción europea), pero ojo, no se tratan de medidas para generar un modelo productivo (que en ambos casos sería un modelo limitado y abocado a crisis económicas como la reciente financiera) sino medidas que permitan llegar a un largo plazo donde el modelo productivo haya tenido tiempo de consolidarse y que genere directamente valor y diferenciación de una forma sostenible en el tiempo.
Y en ese modelo de diferenciación La Palma no debe, ni puede competir con Tenerife o con Gran Canaria, no tiene recursos ni poder para llevarlo a cabo. Por lo tanto, tiene que conseguir una diferenciación basada en sus fortalezas y oportunidades. Una isla verde, científica de la naturaleza en su triple concepción cielo, tierra y mar, sostenible medioambientalmente gracias a la geotermia, con núcleos poblacionales donde a los mejores arquitectos del mundo se les permita concursar para aportar sus ideas, con una agricultura eficiente y optimizada, con un turismo sostenible y exclusivo adecuado para la generación de valor, pero alejado de la masificación que otros focos turísticos están sufriendo en todo el mundo y donde la vulcanología abra las puestas del geoturismo y de los balnearios termales. Una Isla que genere valor y calidad de vida a sus ciudadanos, lo que hagamos ahora marcará el futuro de La Palma, pero éste sólo será bueno si lo hacemos. Si no, habremos perdido la gran oportunidad.