Ascenso, salvación y fin de la era Pimienta

El comienzo de la temporada del retorno a la élite no fue fácil para el cuadro amarillo, que consiguió su primer triunfo en la sexta jornada frente al Granada, gracias a un golazo agónico de Kirian

Entró la UD Las Palmas en el año 2023 con paso firme hacia la Primera División, sin embargo, la Segunda más igualada y caótica que se recordaba hasta entonces iba a hacer tambalear el proyecto de regresar a la máxima categoría el curso siguiente de haber perdido en las semifinales del playoff frente al eterno rival, el CD Tenerife, en el derbi recordado por el “veo mucha fiesta aquí”, que espetó Jonathan Viera al término del duelo de ida en el Heliodoro, con resultado de 1-0 a favor de los blanquiazules, que luego también ganarían en Gran Canaria (1-2). Aquello, pese a que el cuadro amarillo había alcanzado la promoción después de registrar su mejor final histórico, con nueve victorias en los últimos once partidos, cuando ni siquiera los dirigentes lo podían imaginar, dolió, como habría causar también un terremoto la caída en el Rodríguez López a mediados de marzo del año siguiente.

En aquel choque, en el que el Tenerife no se jugaba casi nada, el conjunto de Luis Miguel Ramis goleó por 4-1 a Las Palmas, que ya venía mal en el arranque de 2023. Si bien ganó en Ibiza en su primera salida, luego empató a cero en Burgos, Leganés y Andorra, lugares en los que se dejó puntos ante equipos a los que teóricamente debió ganar si quería subir por la vía rápida. Como en casa vencía la situación nunca llegó a ser dramática, hasta que una igualada con el Málaga después de la visita al Principado y en la antesala del derbi encendió las alarmas. Medio depresiva, la UD se presentó en el recinto de la calle San Sebastián sin alma, decaída. Después de la caída con estrépito volvió a suceder: los dirigentes sopesaron la destitución de Xavi García Pimienta.

Tanto la primera vez, la temporada anterior poco antes de remontar hasta el playoff, como la segunda, cuando quedaban tan sólo 10 jornadas y el equipo era tercero, pero con los mismos puntos que el segundo, la figura de Viera fue determinante para la continuidad del entrenador, que meses después iba a ser su enemigo abiertamente declarado. En cualquier caso, la decisión de mantener al catalán en el cargo fue la correcta, pues el equipo amarillo, en un final de curso igualmente lleno de irregularidades, lograría el ascenso a Primera cinco campañas después por la vía directa tras un empate sin goles con el Alavés en el Gran Canaria, escenario del séptimo estallido hacia la élite.

La vuelta a Primera después del año infausto del último descenso en 2018 iba a suponer el debut en la máxima categoría de prácticamente la mitad de la plantilla, plagada de canteranos a los que dio salida Pepe Mel entre 2019 y 2022 y que habían de poner a prueba sus capacidades en la que para muchos es la mejor Liga del mundo. No defraudaron. El objetivo claro: la permanencia. Para ello la dirección deportiva de Luis Helguera realizó nueve fichajes, siete de ellos en propiedad (Aarón Escandell, Mika Mármol, Daley Sinkgraven, Javi Muñoz, Munir El-Haddadi, Cristian Herrera y Sory Kaba) y dos cedidos (Julián Araujo y Máximo Perrone). Además, el club pagó al Huesca por Sandro y amplió un curso más la cesión de Marvin. Todos ellos acompañarían a los Valles, Álex Suárez, Saúl Coco, Eric Curbelo, Sergi Cardona, Kirian Rodríguez, Alberto Moleiro en su estreno. Orgullo de cantera para un proyecto de Primera.

Había, en todo caso, un plantel que pese a la inexperiencia de la mayoría de sus miembros en la élite tenía algo adquirido quizá más valioso que cualquier otra cosa: una manera de jugar, una filosofía de juego que le había llevado a una promoción y a un ascenso en apenas un año y medio. El concepto de grupo, en definitiva, es lo que habría de llevar a la UD a una salvación holgada en febrero que se complicó después por un desplome explicado en buena parte por la caducidad del contrato de García Pimienta, autor de un equipo que se dejó ir cuando creyó que había alcanzado el objetivo y nadie, ni de dentro ni de fuera del vestuario, le exigió más.

El comienzo, sin embargo, fue difícil, pues el cuadro amarillo no consiguió su primer triunfo hasta la sexta jornada, frente al Granada, con un golazo agónico de Kirian que asentó al grupo y le hizo creer. En los cinco duelos anteriores sólo Viera, de penalti y en el debut liguero, había conseguido hacer diana. Días después la UD caería en el Bernabéu y luego recibiría al Celta en un partido que tuvo un acontecimiento que iba a cambiar por completo el ambiente en la caseta y sacudir la estructura de la entidad: la primera suplencia de Jonathan Viera.

Llamó la atención por ser quién era, aunque no por su rendimiento, inferior al de las temporadas anteriores al menos en el arranque. Cuando entró al campo, con empate a cero, el conjunto celeste se adelantó, pero luego el 21 se echó el equipo a la espalda hasta el punto de convertirse en el héroe de la remontada. Primero provocó un penalti, luego lo marcó y finalmente dio una asistencia magistral a Marc Cardona en el descuento. De alguna manera, él ganó el partido y así mismo lo reconoció el técnico en su comparecencia posterior. Viera se había ganado la titularidad, sin embargo, en el siguiente compromiso, en Villarreal, volvió a ser suplente y se desató la tormenta.

El capitán amarillo, dolido porque según él se quiso marchar en verano y le convencieron para que se quedara a cambio de tener protagonismo, lanzó un órdago del que salió perdedor. El presidente Miguel Ángel Ramírez eligió a García Pimienta, respaldado por Luis Helguera, quien incluso llegó a ofrecer su dimisión si el máximo mandatario se decantaba por el jugador. Viera quedó apartado, fuera de las convocatorias y nunca más volvió a jugar de amarillo hasta que rescindió su contrato con la entidad a final de año. El 8 de octubre de 2023 quedará para la historia como su último partido, en La Cerámica, donde Las Palmas ganó por primera vez fuera de casa. El triste final de una leyenda.

El caso es que la UD no notó a corto plazo la ausencia repentina del que había sido su líder desde hacía tanto tiempo. Todo lo contrario: tras una derrota con el Rayo en Siete Palmas llegaron dos triunfos ante el Almería y el Atlético de Madrid; y después de un empate en Pamplona y una caída en el Villamarín llegaron otras dos victorias, ante el Getafe y el Alavés, resultados que pese a la igualada con el Cádiz y la derrota cruel en San Mamés, permitieron al equipo acabar el año con una renta de 12 puntos sobre el descenso. Un gran papel.

El primer partido de 2024 y último de la primera vuelta, contra el Barcelona en Siete Palmas y con resultado de caída, precedió a dos triunfos consecutivos (ante el Villarreal y el Rayo Vallecano) en el arranque de la segunda vuelta que dispararon aún más a Las Palmas, que perdió después igualmente contra el Real Madrid a finales de enero. Ya en febrero, un 2-0 al Valencia iba a suponer dejar el descenso a 18 puntos y alcanzar la permanencia a falta de la certificación matemática.

De la misma forma, aquella victoria de sábado noche iba a significar el inicio de un declive que llevó al equipo a no ganar ningún partido en las últimas 14 jornadas. Empató cinco partidos y perdió nueve, ocho de ellos seguidos. La salvación no la selló hasta el penúltimo encuentro, con un 0-0 en Cádiz. Fueron tres meses y medio de desgaste a todos los niveles que acabó con el ciclo más que exitoso de Xavi García Pimienta.

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