Como cada año durante los meses de octubre y noviembre celebramos algunos eventos que son muy importantes para la vida en las ciudades. Me refiero al e las Ciudades 3(31 de octubre) y el Día Mundial del Urbanismo (8 de noviembre). Este año, además, hemos celebrado y participado en la Semana Europea de las Ciudades, un evento que tuvo lugar en octubre en Bruselas y en el que participé, como alcaldesa de esta ciudad, con una intervención en el acto de apertura del presidente del Comité de la Regiones, Vasco Cordeiro.
La celebración y participación en estos eventos representa siempre una oportunidad para elevar la mirada y reflexionar sobre el presente y el futuro de nuestra ciudad. No podemos, en ningún caso, dejar que lo urgente desvíe nuestra atención sobre lo importante y lo más importante es hacer de Las Palmas de Gran Canaria la mejor ciudad para vivir.
Este año la celebración del Día Mundial del Urbanismo coincidió con la convocatoria de la duodécima edición del Foro Urbano Mundial, WUF12, la conferencia sobre desarrollo urbano sostenible más importante del mundo, convocada por el Programa de las Naciones Unidas, para los Asentamientos Humanos, ONU-Habitat, bajo el lema Todo comienza en casa: acciones locales para ciudades y comunidades sostenibles.
Pues bien, por primera vez en su historia nuestra ciudad ha tenido la oportunidad de participar en ese foro y de compartir con algunas de las ciudades más importantes del mundo nuestra experiencia sobre como hacer de la ciudad nuestra casa compartida.
Me gustaría señalar que el término casa se utiliza en este contexto de una forma muy parecida a como lo estamos utilizando desde el Gobierno municipal. Con este término queremos hacer referencia a las dimensiones culturales, sociales, económicas y ambientales que definen a nuestra ciudad como un proyecto de vida en común.
Es en este sentido que suelo decir que la ciudad es nuestra casa compartida y que sus calles, sus plazas, sus jardines…etc., son zonas comunes que debemos cuidar, proteger para poder disfrutar de ellas y de todo lo que hacen posible: paseos, actividades de ocio, encuentros familiares…etc.
Pues bien, esta casa compartida que es Las Palmas de Gran Canaria vive uno de sus momentos históricos más importantes, un momento en el que confluyen importantes procesos de cambio haciendo posible una gran transformación, una transformación orientada a hacer de esta ciudad la mejor ciudad para vivir.
Por un lado, estamos viviendo un proceso de regeneración de la ciudad que nos va a permitir revitalizar y reforzar el valor de nuestro núcleo histórico: los barrios de Vegueta y de Triana, con el Concurso de Proyectos del Paseo del Guiniguada de las Artes y la Cultura Canaria.
Por otro lado, estamos viviendo un gran proceso de renaturalización de la ciudad y de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, lo que nos va permitir hacer que nuestra ciudad no sólo sea más sostenible, más transitable, sino también más segura y más saludable.
A estos dos procesos, habría que añadirle los procesos vinculados a la mejora de viviendas y de las zonas residenciales. En esto caso, los procesos están orientados a la reposición, rehabilitación y construcción de nuevas viviendas públicas.
Todos estos procesos, no sólo están fundamentados en la nueva visión de las políticas públicas, sino que están apoyados por dos grandes proyectos estratégicos que estamos llevando a cabo: Las Palmas de Gran Canaria Más Que Bien y las Palmas de Gran Canaria Más Próxima, Cuidada y Sostenible.
Dos grandes marcos estratégicos que van a recibir un impulso especial de otro gran proyecto para esta ciudad: la candidatura a la Capitalidad Europea de la Cultura 2031.
De todos estos procesos, estrategias, proyectos y planes tendremos ocasión de hablar en el próximo Foro Mundial, dado que representan nuestra forma de hacer de nuestra ciudad, nuestra casa compartida.
La historia nos enseña algo que hemos de tener muy presente: una vez definida una estructura para la ciudad, así como unos patrones de uso del suelo, estas decisiones fijan las coordenadas de la vida de sus habitantes actuales y de las generaciones futuras.
También nos enseña que con frecuencia esa estructura es la respuesta a las diversas funciones que la ciudad realiza, pero también que esa respuesta esta mediatizada por la cultura que conforma los modos de vida propios de cada época.
Así pues, la forma en que cristalizan en cada momento la relación entre estructura, funciones, y cultura nos ayuda a entender los diferentes modos de vida urbana, y también la estrecha relación entre éstos y las condiciones materiales de vida, de modo que la búsqueda del equilibrio entre ambos elementos se convierte en la piedra angular de la ciudad como casa compartida, la casa para la vida.
 
					 
								 
								 
								