Coalición Canaria: nunca más quedarse al borde del precipicio

El partido de Clavijo y Oramas renace tras sus primeros cuatro años de oposición conjurándose por “la reunificación del nacionalismo” y contra cualquier fisura

Una encuesta de gran envergadura (y mayor presupuesto) encargada por Coalición Canaria en junio pasado respaldó plenamente la estrategia iniciada por el partido en su reconquista por el poder tras perderlo por primera vez en 30 años durante el llamado pacto de las flores (2019-2023). A esa recuperación se le ha dado en llamar nuevamente “reunificación del nacionalismo canario”, lo que viene siendo en realidad nunca más quedarse al borde del precipicio. Pero también se le puede llamar operación Teodoro, la que un poco antes había sido la operación Onalia, pero que se fue corrigiendo hasta alcanzar un clímax que de momento, según dibuja esa encuesta, puede permitir al partido de Fernando Clavijo mejorar sus resultados en la isla de Gran Canaria y reforzar su poderío en Tenerife, Lanzarote y Fuerteventura para consolidar así su permanencia en el Gobierno en 2027, siempre de la mano del PP, eso parece impepinable.

Porque lo que también ha arrojado esa encuesta es que el ministro Ángel Víctor Torres, líder regional del PSOE, se mantiene intratable a la cabeza de las preferencias del electorado en las Islas. Basta con asistir a algún acto público al que acuda el titular de la cartera de Política Territorial y Memoria Democrática para comprobar el grado de aceptación que tiene entre la ciudadanía, escándalos del PSOE nacional mediante. Si volviera a presentarse a la presidencia del Gobierno encabezando la lista del PSOE, el de Arucas volvería a ganar, lo que no equivale necesariamente a poder gobernar porque, como le ocurrió en 2023, no alcanzaría la mayoría parlamentaria suficiente.

A esa quiebra por la izquierda ha contribuido sin duda la disolución que en estos momentos dibujan las encuestas respecto de Nueva Canarias, cuya dura escisión en Gran Canaria por la referida operación Teodoro le puede costar la pérdida de varios diputados, lo que añadido a la desaparición de Podemos y de cualquier otra alternativa por la izquierda, aleja aún más a Torres de repetir una candidatura parlamentaria a la presidencia del Gobierno.

La búsqueda de lo que se ha dado en llamar la reunificación del nacionalismo canario, que en realidad consistía en dinamitar al partido de Román Rodríguez, ha tenido algunos episodios verdaderamente grotescos. El más acentuado, sin duda, el fichaje de la alcaldesa de Mogán, Onalia Bueno, ex del PP, ex de Ciuca, luego Juntos por Mogán y ahora Somos Gran Canaria. Había que intentarlo todo, incluida la incorporación de una política que es clienta fija de los juzgados de instrucción de San Bartolomé de Tirajana, si no es por un caso de corrupción urbanística, por la compra de votos para ser reelegida, o más recientemente, por fraccionar contratos para adjudicarlos a las empresas amigas con las que quería mantener unas relaciones que legalmente no habrían podido ser oficiales.

A Onalia Bueno Coalición Canaria la llegó a hacer secretaria de Política Municipal, nada más ni nada menos. El corazón de la organización política, el municipio, el ayuntamiento, el movimiento municipalista más primario, en manos de Onalia Bueno en toda Canarias. Parecía increíble, pero en ese cargo estuvo al menos un año sin que la eligiera un congreso. Se trataba de colocarla en un cargo orgánico desde el que pudiera negociar, reunirse, promover, conspirar… Pero, como era de prever, Onalia Bueno no se conformaba con el encargo de algo tan esotérico para ella como la reunificación del nacionalismo canario, un abstracto que no sabe lo que es ni le interesa. Desde ese puesto de relumbrón inició su nueva catarsis, consistente en ser protagonista y hacedora máxima de la operación Teodoro y, desde ella, convertirse en la lideresa insular de Coalición Canaria, para lo cual era ineludible llevarse por delante al secretario general de ese partido en la isla, Pablo Rodríguez, del que se supone que era subordinada, cosa que ella nunca supo, o nunca se dio por enterada. Por ahí no quiso pasar Clavijo, y mucho menos Rodríguez, que necesita de la política para cobrar un sueldo a final de mes, como acredita su vida laboral. El mismo papelón que tiene Clavijo con Pedro Sanginés en Lanzarote, al que acaba de elevar a la condición de secretario general insular después de que el Tribunal Supremo le haya indicado sin remisión el camino al banquillo de los acusados.

Pero de Onalia Bueno también huían como la peste los representantes de la otra parte contratante, es decir, los líderes teodorianos de Nueva Canarias que estaban en la operación de reventar ese partido desde dentro mediante una fórmula que venía a ser nuevamente la dichosa renovación del llamado nacionalismo canario. No era asumible desde ningún punto de vista que militantes, conmilitones o lo que fueran de Nueva Canarias se dieran al revolcón político con quien en Mogán las ha tenido de todos los colores con la oposición históricamente encabezada por ese partido, y más concretamente por Isabel Santiago, que sufrió los más degradantes ataques de la alcaldesa y de su grupo de gobierno.

Porque de personalismos va en realidad la reunificación del nacionalismo, seguramente del mismo personalismo (con otros pantalones) que provocó la ruptura de Coalición Canaria en 2003 a manos de Román Rodríguez. Pero en esta ocasión, hay muchos factores convergentes. Entre otros, la pérdida de apoyos de Nueva Canarias en las elecciones de 2023 y, paralelamente, los brillantes resultados obtenidos por Teodoro Sosa en la alcaldía de Gáldar en esas mismas elecciones, cuando se convirtió proporcionalmente en el alcalde más votado de España. Imposible dejar pasar la ocasión.

La fuerza que tiene el movimiento municipalista en el movimiento que encabezan Teodoro Sosa y el alcalde de Agüimes, Óscar Hernández, les llevó a meterla con calzador en la marca que registraron como nuevo partido político: Municipalistas Primero Canarias. Hay que reconocerles la bondad de la intención: somos municipalistas, pero antes que nosotros está Canarias. Pero, por lo mismo, la bondad de tal intención se diluye en la incongruencia conceptual y la indefinición de la marca. ¿Son municipalistas antes que regionalistas o trataban de encontrar un término que les permita transmitir que desde el municipio se puede construir una Canarias mejor? ¿Es esto posible en un territorio fraccionado, tan diferente, tan sandunguero y muchas veces insularista?

Salvar la actual legislatura

Pero diseñado un futuro más esperanzador para Coalición Canaria gracias a la quiebra de Nueva Canarias y el nacimiento del nuevo partido teodorista, Municipalistas Canarias Primero, a Fernando Clavijo y a los suyos se les presenta un complicado fin de legislatura, el que va desde ahora hasta el verano de 2027. Tiene como socio en el Gobierno a un comodísimo Partido Popular, cuyo líder regional, Manuel Domínguez, está encantado con haber llegado hasta ahí pero que no está dispuesto a hacer más de lo que ya hace por su partido. Y por Canarias.

Domínguez no tiene fuerza alguna para imponer ante la dirección nacional de su partido la postura del PP canario respecto a asuntos tan vitales como la distribución de los casi 6.000 menores migrantes cuya custodia colocó Fernando Clavijo como un problema principal desde el principio de la legislatura. La cerrazón de las demás comunidades autónomas gobernadas por el PP, mayormente en conchabo con Vox, unido al intento permanente de la dirección nacional del partido de flirtear con los aspectos más radicales en esta materia de la extrema derecha, hacen imposible no solo que la distribución de esos niños, niñas y adolescentes se lleve de manera armónica y solidaria, sino tampoco que se cumpla la legalidad vigente, plasmada ahora en la reforma del famoso artículo 35 de la Ley de Extranjería, que se van a pasar los dirigentes autonómicos, empezando por la histriónica Isabel Díaz Ayuso, por el arco del triunfo.

Pero estos son los mimbres con los que tiene que gobernar Fernando Clavijo. Un PP que aquí comprende el problema y comparte las soluciones pero que, tras cruzar a la Península se convierte en insolidario y racista.

Sin embargo, es un socio muy cómodo que Coalición Canaria no desdeña por muchos motivos, además de la gobernabilidad de Canarias. El PP lo pone todo muy fácil en las demás instituciones donde ambas fuerzas políticas comparten poder. Lo que no tendría garantizado Clavijo en el caso de tener que romper con los populares y atender los de momento tibios ofrecimientos que le llegan del PSOE de un respaldo externo al Ejecutivo. Está por ver, pero nada está descartado.

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